Esta es una de esas historias curiosas que nos gusta incluir en Supercurioso. Nuestro protagonista se llama Nicolae Minovici, un eminente médico forense y criminólogo rumano, famoso por sus investigaciones sobre los efectos del ahorcamiento en el ser humano.

Es posible que te preguntes qué finalidad tenía esta área dentro de la ciencia forense. Estamos a mediados del siglo XX, y la criminología, está avanzando en el conocimiento del «arte» del asesinato. ¿Cómo diferenciar por ejemplo un suicidio de un homicidio?

Teniendo en cuenta que el ahorcamiento es una de las formas más comunes que tiene el ser humano para quitarse la vida, es pues necesario contar con la máxima información posible para poder diferenciarlo de «esos ajustes de cuentas». Ahí donde segundas personas pueden, por ejemplo, proceder a ponernos una soga al cuello, y, seguidamente, alzarnos bien alto.

Todo esto le preocupaba al doctor Minovici. Tanto era así que para profundizar de modo correcto en el tema, nunca dudó en usarse a si mismo como sujeto experimental.

¿Sorprendido/a? Te explicamos más cosas a continuación.

Nicolae Minovici, un hombre de ciencia práctica y un buen forense

Los estudios sobre patología, psicología y criminología, no parecían tener límite para una mente como la del doctor Minovici. Dedicó una buena parte de su vida a encontrar una relación entre los tatuajes y el comportamiento criminal. Puede sorprenderte, lo sabemos, pero para un cerebro curioso y en estas primeras décadas del siglo XX, nunca estaba de más saber si existía algún tipo de correlación entre el tipo de tatuajes que solían lucir algunas personas, con actos delictivos.

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Siendo profesor de ciencia forense del «Colegio Estatal de Bucarest» quiso enfocar su trabajo en otra disciplina: la de la muerte por ahorcamiento. Una de las más comunes en su época y donde no existía ningún tipo de literatura forense al respecto.

Para hacer las investigaciones de la forma más adecuada posible, además de estudiar los cuerpos sin vida de personas que habían fallecido de este modo, el doctor Minovici diseñó una curiosa maquinaria mediante la cual, ahorcarse a sí mismo de la «forma más segura posible».

Se acostaba en una especie de camilla, ponía la cuerda alrededor de su cuello mientras sus ayudantes, tiraban del otro extremo de la cuerda. Su cara se hinchaba, poco a poco se quedaba sin respiración y la sangre se acumulaba en su rostro. Lo primero que notó fue cómo su visión se volvía borrosa.

Segundos después, aparecían unos pitidos en sus oídos y se le aceleraba el corazón. Nunca llegó a quedar inconsciente, porque el límite lo tenía marcado en seis segundos. «Seis segundos de preciso y controlado ahogamiento». Pasado ese tiempo, aparecía ya la pérdida del conocimiento.

Los experimentos siempre se realizaban con él mismo como sujeto de pruebas, de ese modo podía percibir en piel propia cada uno de los procesos. Probó diferentes tipos de ahorcamiento: mediante el salto de una silla, levantado desde el suelo en caso de que segundas personas procedieran a ahorcar a una víctima, con otros tipos de cuerdas, cintas, cordones de zapatos…

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No obstante, su trabajo no se limitó a esta área. También ahondó en el tema de las asfixias. Aplicaba determinadas presiones a la arteria carótida y la vena yugular durante un máximo de cinco segundos para ver los efectos: problemas de visión, sensación de calor en la cabeza, parestesias, hormigueos…

Es posible que te preguntes ahora si el doctor Nicolae Minovici fue uno más de esos científicos que acabaron falleciendo a causa de sus propios experimentos. La verdad es que no queda del todo claro, porque si bien es cierto que nunca sufrió más que frecuentes afonías debido a la asfixia, alguna que otra inflamación, y épocas en las que le costaba bastante tragar los alimentos e incluso bebidas, nunca padeció ningún accidente grave.

Al contrario dejó para la ciencia un interesante trabajo de anatomía forense sobre diversos tipos de ahorcamientos, titulado «Estudio sobre el ahorcamiento». Fue siempre un gran benefactor a la ciencia e incluso a su comunidad: inició diversas campañas para que se crearan hospitales benéficos para gente necesitada, e incluso financió con su propio dinero la primera ambulancia en los Balcanes.

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Ahora bien, Minovici murió en 1941 a causa de un enfermedad en sus cuerdas vocales. No queda claro si fue a causa de pasar casi media vida sufriendo asfixias y presiones en el cuello o si fue, simplemente, la casualidad.

No lo sabemos. Sea como sea, a él le debemos este curioso legado para la ciencia forense sobre los distintos tipos de «ahorcamientos». 

¿Qué te parece la historia de Nicolae Minovici? Si te ha gustado este artículo descubre también a la científica que confirmó la existencia del más allá.