No hace mucho te contamos en Supercurioso la maravillosa historia de la niña que recibía regalos de los cuervos. Estos fantásticos e inteligentes animales nos dejan siempre con la boca abierta y el corazón emocionado. Son hábiles escudriñadores, coleccionistas, forman grupos familiares muy estrechos y además…  ¡Se quedan con nuestra cara si les molestamos en algún aspecto!

¿Sorprendido? Entonces no te pierdas esta información con la que seguro, acabarás de conocerlos mucho mejor.

¡Cuida tus relaciones con los cuervos!

Si vives en un lugar frecuentado por estos inteligentes animales, seguro que tendrás más de una anécdota con ellos, y seguro también, que esta historia no te va extraña en absoluto. Estamos en el campus de la Universidad de Seattle, ahí donde es más que habitual ver a los cuervos envestidos en sus rutinas diarias, con sus juegos, con sus vigilancias, con sus tareas e investigaciones propias. Porque quién sabe, puede que hasta ellos mismos tengan sus propias teorías sobre nosotros, sobre la raza humana.

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Sea como sea, todo empezó en el momento en que un grupo de biólogos de la universidad, cogieron 7 cuervos para anillarlos y registrarlos. A esta tarea previa se le añadió además una idea posterior con la cual, buscaban obtener más datos sobre la psicología e inteligencia de los cuervos. Los mantuvieron un par de días en jaulas, y cada vez que se acercaban a ellos, lo hacían con unas máscaras cubriéndoles la cabeza. Eran unas máscaras de aspecto humano pero algo siniestras.

Pasados unos días, las dejaron en libertad. ¿Adivinas cómo continua la historia? En efecto. Los investigadores «humanos» frecuentaron después el jardín donde esos cuervos recién anillados, solían acercarse para buscar comida. Y cada vez que lo hacían, cada vez que paseaban con esas máscaras puestas los cuervos les graznaban y se acercaban a ellos en actitud muy amenazante levantando un gran griterío. No obstante, la prueba fue un poco más allá. Decidieron pedir a un grupo de voluntarios que se colocaran unas máscaras en la cabeza, diferentes a las que originalmente habían utilizado para anillar a los cuervos durante esos dos días.

Cuervo graznando

Y en efecto, solo atacaban a las personas en concreto que llevaban la máscara que ellos asociaban con algo negativo e incómodo. Con ese secuestro imperdonable al que les habían sometido. Ahora bien, ¿quieres saber algo más? Se descubrió también que los cuervos «conspiran» entre sí. En los ataques hacia esas personas que portaban la máscara odiada y detestada, se les unió muchos más cuervos, es decir, de algún modo, se transmitió esa información y la necesidad de ataque y defensa hacia lo que ellos consideraban un peligro: «Cuidado, ese horrible espécimen humano puede secuestrarnos». Increíble, ¿verdad?

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Así que ya sabes, siempre será mejor ser respetuosos con ellos, ofrecerles comida, y en especial nueces, que les encantan. Tal vez así, nos respondan con algún regalo, tal y como le ocurrió a la niña del artículo que te explicábamos al inicio. Y ahora dinos ¿Tienes tú alguna experiencia similar con los cuervos?