El aire que nos rodea parece ingrávido, pero realmente no es así. El aire está constituido por un increíble número de moléculas y estas, por pequeño que sea, tienen un peso. Dicen los científicos que el peso de la atmósfera que soporta nuestra cabeza es el equivalente al de un coche pequeño. Entonces, ¿por qué no morimos aplastados por el peso de la atmósfera? ¡Acompáñanos a descubrirlo!

No morimos aplastados por el peso de la atmósfera

Como hemos dicho, las moléculas de aire que componen la atmósfera, aunque son demasiado pequeñas para que las veamos, tienen cierto peso. Una a una tienen un peso prácticamente inexistente, pero juntas, al nivel del mar, provocan una presión sobre nuestro cuerpo equivalente a 10.000 kg. por metro cuadrado. Sobre unos 10 cm. cuadrados la presión es de 1.000 kg., es decir una tonelada. Sobre la parte superior de nuestra cabeza tenemos una presión atmosférica equivalente al peso de un automóvil pequeño…y, sin embargo, no morimos aplastados por el peso de la atmósfera.

¿Por qué no morimos aplastados por el peso de la atmósfera?

La respuesta a este fenómeno está en el equilibrio. La presión que hay en el aire del exterior, que forma la atmósfera, es la misma que la del aire que está en el interior de nuestros cuerpos y por lo tanto la fuerza va en todas direcciones equilibrando la presión sobre nuestros cuerpos  y consiguiendo que estos no colapsen bajo el peso de la atmósfera. El cuerpo humano, a lo largo de los tiempos, ha evolucionado de acuerdo con la presión que constantemente ejerce la atmósfera sobre él. Si fuera una cáscara vacía en lugar de tener músculos, huesos, órganos internos, sangre etc., estallaría como una lata bajo la presión de la atmósfera, pero las presiones interna y externa son similares y es por este equilibrio que no morimos aplastados por el peso de la atmósfera.

¿Por qué no morimos aplastados por el peso de la atmósfera?

La presión del aire en nuestros estómagos, oídos o pulmones es la misma que la del aire de fuera de nuestros cuerpos y esta es la garantía de que no nos aplaste. A este hecho hay que sumar que nuestros cuerpos son suficientemente flexibles para hacer frente al hecho de que en ocasiones las presiones interna y externa sean ligeramente diferentes. Eso es lo que ocurre cuando viajamos en avión y se crea una atmósfera artificial para que la presión en la cabina sea parecida a la que tenemos a nivel del mar. A pesar de este intento de presurizar la cabina del avión, la presión en esta no es realmente la misma que a nivel del mar. Si bebes de una botella de plástico durante un vuelo y vuelves a colocarle el tapón, es muy posible que al llegar a tierra la botella esté aplastada. Esto ocurre porque el aire de la botella está a la presión de la cabina que es inferior a la del nivel del suelo y al no poder soportarla se chafa. Nuestros cuerpos notan muchas veces en los oídos esta diferencia de presión en los aterrizajes y despegues. Se nos tapan los oídos e incluso sentimos un dolor en ocasiones intenso.

¿Por qué no morimos aplastados por el peso de la atmósfera?

Para igualar las presiones tenemos mecanismos como bostezar, chupar un caramelo, mascar chicle o sacar el aire mientras nos tapamos la nariz. ¿Lo has hecho alguna vez? ¿Tienes algún truco para combatir la diferencia de presión? ¡Compártelo con nosotros! Ahora que sabemos por qué no morimos aplastados por el peso de la atmósfera, quizá quieras saber: ¿Y si la Tierra fuera plana? Así sería nuestra vida.