¿Las plantas pueden ver, oír y sentir?, ¿acaso tienen sentidos como los de los animales? El ser humano se ha hecho estas preguntas desde hace siglos y ha dado respuestas desde campos tan diversos como la filosofía, la mitología, la literatura y desde otras disciplinas más próximas a las ciencias naturales, aunque observadas con recelo desde la botánica y la biología. Ahora nuevas evidencias desde la ciencia apuntan a una respuesta afirmativa.
¿Que si las plantas pueden ver…? Nuevas evidencias que te sorprenderán
Fue Francis Darwin, hijo del creador de la teoría evolutiva, Charles Darwin, el primero en plantear la posibilidad de que las plantas tuvieran órganos similares a los ojos, con los que las plantas podrían percibir su entorno. En 1907 el hijo del gran evolucionista postuló la hipótesis de que en las hojas de algunas plantas podrían existir ocelos, especie de ojos primitivos con el que las plantas podrían percibir su entorno.
Naturalmente, esto implicaría la existencia de un sistema nervioso en las plantas que pudiera procesar los datos proporcionados por estos órganos, algo que también afirmó Francis Darwin y que lo llevó a aseverar en 1908 que las plantas poseían inteligencia, para escándalo de la sociedad científica de entonces, y de la actual también, si consideramos lo que sucedió con el investigador Stefano Mancuso, de la Universidad de Florencia, cuando retomó esta teoría y propuso una disciplina llamada inicialmente neurobiología vegetal, que tras fuertes críticas de otros científicos se convirtió en “señalización y conducta vegetal”.
Aunque el tema de la inteligencia vegetal esté en discusión, nuevos estudios y descubrimientos apoyarían la hipótesis de la existencia de ojos primitivos en algunas plantas. El ya mencionado fisiólogo vegetal Stefano Mancuso y František Baluška, experto en biología celular vegetal de la Universidad de Bonn, publicaron un estudio en la revista Trends in Plant Science, en el que argumentan la posibilidad de que las plantas pueden ver, partiendo de un descubrimiento realizado en 2016 en torno a unas cianobacterias que utilizarían su capacidad para la fotosíntesis como un instrumento ocular.
La Synechocystis es un microorganismo unicelular que usaría toda su estructura celular como una especie de lente, aunque no se sabe muy bien para qué lo hace. Mancuso y Baluška afirman que si un organismo tan sencillo y primitivo posee esta capacidad, sería lógico asumir que plantas más complejas también podrían “ver”.
Baluška señala que las proteínas que permiten a las cianobacterias desarrollar esta actividad se han reportado también en otras especies, como la col y la arabidopsis, una hierba europea familia de la mostaza, cuyo genoma se secuenció por completo en el 2000.
Esta información podría verse respaldada por estudios sobre otra planta que se comporta como si pudiera ver, la Boquila trifoliolata, una enredadera o bejuco oriundo de Suramérica (Argentina y Chile), cuyas hojas se mimetizan en color y forma con la del árbol anfitrión. Para hacer esto la planta tendría que percibir de algún modo el aspecto exterior de la otra especie.
Estas evidencias deben ser ratificadas por más estudios que confirmen la existencia de ocelos, pero todo apunta a que así será, y que Francis Darwin estaba en lo cierto cuando habló por primera vez de una inteligencia vegetal, que quizás no nos esté observando con buenos ojos, dado nuestro comportamiento con el resto de los seres vivos.
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