Si has tenido la suerte de visitar ruinas y sitios arqueológicos romanos, habrás notado que en algunos aspectos los romanos se parecían mucho a nuestros actuales varones adolescentes permanentemente excitados de ayer y hoy, lo que explicaría la presencia de dibujos y esculturas de falos por todas partes.
Pero no era que quisieran convertir la antigüedad en un gigantesco urinario público, sino más bien se trataba de invocaciones desde distintos estratos sociales y culturales al dios Príapo, un antiguo dios griego de la fertilidad animal y vegetal.
El Príapo de Pompeya oculta un trastorno según los urólogos
La casa de los Vettii es una de las ruinas de Pompeya más famosa y mejor conservada de esta ciudad, destruida por una erupción del Vesubio en el siglo I de nuestra era; pertenecía a dos libertos (esclavos liberados de su condición), comerciantes de vino a los que les estaba yendo viento en popa antes de que el volcán interrumpiera sus vidas. En el vestíbulo de esta casa se encontraba una pintura del dios Príapo casi de tamaño natural, en el que éste coloca un enorme pene en una balanza.
Esta imagen recientemente fue abordada desde una disciplina bastante alejada de la Historia del Arte, por dos investigadores que a su vez son padre e hijo, Stefano Galassi y Francesco María Galassi, quienes publicaron en una revista de urología una aproximación a este fresco desde el punto de vista de la medicina. Los Galassi consideran que más allá de la divinidad, este fresco reproduce una patología: este Príapo de Pompeya sufre de fimosis, que ocurre cuando el prepucio es tan estrecho que no permite aflorar el glande, creando dificultades para orinar y para la actividad sexual.
Esta condición viene de nacimiento y puede solucionarse sin intervención médica, el orificio se abre y el prepucio se retrae dejando expuesto el glande. Esto pasa antes de los diez años de edad. Si esto no ocurre hay que acudir al médico, que actualmente utiliza ungüentos y cremas con cortisona y esteroides, y si no funciona se hace una intervención quirúrgica: una circuncisión o una prepucioplastia (pequeñas incisiones en la piel del prepucio para liberar el glande). La prepucioplastia, a diferencia de la circuncisión, deja el prepucio intacto.
Francesco Galassi cree que tal vez el pintor quiso reportar una evidencia objetiva de este defecto anatómico al tiempo que ofrecía un homenaje a este dios de la fertilidad. Otra arqueóloga, Jessica Hughes, profesora de estudios clásicos de la Universidad Abierta de Reino Unido, que estudia objetos votivos (ex votos) destinados a los dioses, dice que las ofrendas con forma de pene eran muy frecuentes en la cultura romana, lo que podría reflejar una alta incidencia de fimosis.
En torno a la pintura del Príapo de Pompeya y su vinculación con esta enfermedad expresó sin embargo algunas reservas:
“En este caso es más difícil para nosotros entender por qué el artista habría elegido representar una condición biológica que debió ser vista como una amenaza a la fertilidad y la salud”.
Quizás el fresco del Príapo de Pompeya cumplía más de una finalidad: servir de ofrenda, representar al dios y además decorar. ¿Qué piensas tú?
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