La era Edo trajo al Japón una época de paz y prosperidad aparentes. Sin embargo, este período que va desde el 24 de marzo de 1603 hasta el 3 de mayo de 1868, escondía una tremenda falta de libertad para los habitantes del país debido unas normas que regulaban en exceso cualquier momento de sus vidas. Además, escondía un ahogamiento económico ejercido por el estado que derivó en grandes hambrunas. Una de las soluciones para las familias campesinas era la venta de sus hijas para dedicarlas a la prostitución. Conoce la terrible vida de las prostitutas japonesas de la era Edo.
Las prostitutas japonesas de la era Edo
En las familias con pocos recursos económicos, en algunas etapas de la era Edo, después del nacimiento del primer hijo varón, se sacrificaban todos los chicos que nacieran. Sin embargo, se conservaban a la niñas para ser vendidas con posterioridad para dedicarlas al servicio doméstico o a la prostitución. La familia sacaba un beneficio y quedaba tranquila pensando que las condiciones de vida que tendría su hija serían mejores que las que ellos pudieran darles. Esta idea era un sueño que muy pocas veces se cumplía y las chicas se veían inmersas en situaciones que hoy calificaríamos de esclavitud sexual y abuso infantil.
Además de las niñas vendidas se daban frecuentemente casos de secuestro y posterior venta de niñas a casas de prostitución. Cuando llegaban a los burdeles eran llamadas «kamuro» y eran tuteladas por una prostituta experimentada que actuaba de «hermana mayor». Las Kamuro la ayudaban como sirvientas hasta que llegaban a la madurez sexual y entonces su virginidad era vendida al cliente que pagara más por ella.
Las normas de la era Edo alcanzaron también a la prostitución, que era una institución socialmente aceptada y al alcance de todas las clases sociales. Debía restringirse a unos barrios determinados en las grandes ciudades. Para garantizar el orden en esos barrios se rodeaban de muros altos rodeados por un foso.
A las mujeres de la ciudad se les prohibía entrar en esas zonas y a las prostitutas se les prohibía terminantemente salir del barrio. Si alguna lo hacía era castigada con extrema dureza, golpeadas y torturadas en muchos casos hasta la muerte. Se dictaron normas para ellas incluso en el vestir y el maquillaje y por ejemplo se les prohibía usar calcetines incluso en invierno, teniendo la obligación de llevar los pies pintados de blanco y con las uñas rojas. También se toleraba la práctica de la prostitución en barcos llamados «embarcaciones de recreo o diversión» que solían estar ancladas en los márgenes de los ríos. En estas mismas zonas del río podía encontrarse a las caminando por la orilla con una esterilla bajo el brazo para atender al cliente en el primer lugar que pudieran. Eran conocidas como «tsujigimi» o «señora de la esquina de la calle».
Uno de los barrios de prostitución más famosos durante la era EDO fue el «Yoshiwara» en el actual Tokio. Era un barrio de lujo al que acudían únicamente los samurais en noches especiales por sus elevadísimos precios. Para llegar se cruzaba un puente levadizo y se entraba en un mundo de casas extraordinariamente iluminadas y atractivas para llamar la atención de los clientes.
Muy pocas niñas llegaban a triunfar en esos barrios de lujo y lo normal es que acabaran en burdeles de bajo rango donde sus condiciones de trabajo eran horrorosas. Solían fallecer jóvenes ya que, aunque tenían centros de salud a los que podían acudir, solían contraer enfermedades venéreas que con frecuencia las conducían a la muerte. Los abortos llevados a cabo en pésimas condiciones por curanderos, también se cobraban muchas vidas entre estas pobres chicas y las que sobrevivían a todos estos horrores, incapaces de resistir la vida en esas condiciones, muchas veces recurrían al suicidio.
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La misma atrocidad. PERO NOO HAY QUE MAMAR DE AHUEVO, mames
pendejos