La sociedad de consumo en la que vivimos nos impulsa continuamente a comprar y a desechar prendas de ropa que realmente aún están en buen uso. Nuestra conciencia nos impele a intentar que esas prendas sean reutilizadas, ya que sabemos que, a pesar de que nos queden pequeñas, grandes o no estén de rabiosa actualidad, aún pueden servir. En la mayor parte de los casos la introducimos en bolsas y la dejamos en uno de los contenedores que hay en la mayoría de ciudades y pueblos. Sin embargo, ¿qué ocurre con la ropa que donamos? ¡Averígualo!

¿Qué ocurre con la ropa que donamos?

Tan solo en Europa, al año, se desechan más de 6 millones de toneladas de textiles. ¿Qué ocurre con ellos? Lo primero es saber que de esa ropa que hemos entregado, únicamente un 40%, aproximadamente, se salvará y será realmente reutilizada. Del resto, el 45% irá a parar a la fabricación de moquetas, aislantes, bayetas, tapicerías, acolchados y otros productos y el 15% que queda es inutilizable y se destruirá.

¿Qué ocurre con la ropa que donamos? ¡Averígualo!

Las empresas y ONG que recogen ropa separan la que puede ser revendida y la higienizan, poniéndola a la venta a unos precios que por lo general oscilan entre los 50 céntimos y 10 euros. De ese 40% que seguirá su vida como prendas de vestir, en España por ejemplo, únicamente Cáritas dona una parte a sus usuarios directamente y el resto lo vende a fin de conseguir fondos para otras obras sociales. El resto de empresas que recogen ropa pueden destinar sus ingresos tanto a solidaridad o reinserción laboral como a un simple reparto de beneficios entre los accionista.

Los ayuntamientos eligen a qué empresas u ONG ceden o venden licencias para instalar los contenedores para ropa. Si te importa saber a qué se destinará la ropa que donamos, es necesario saber quién es el propietario del contenedor. Unos ayuntamientos optan por dejarlo en manos de Cáritas, que ha demostrado su carácter eminentemente social, y otros prefieren dejarlo en manos de empresas privadas que pagan al consistorio por instalar sus contenedores y obtienen beneficios del reciclaje de todo ese material textil a título privado.

¿Qué ocurre con la ropa que donamos? ¡Averígualo!

Como las ganancias son cuantiosas, ya que la ropa se vende a un precio aproximado de 35 céntimos el kilo, son numerosas las mafias que «trabajan» en el sector. Unos vacían contenedores, otros recogen la ropa con credenciales fraudulentas e incluso llegan a instalar contenedores falsificados. La policía calcula que anualmente estas bandas, en una gran ciudad, pueden llegar a ganar más de 70.000 euros anuales. Hay que estar atento si realmente queremos que nuestra ropa se dedique a fines sociales, ya sea por donación directa o como una manera de recoger fondos para otras actividades solidarias.

¿Qué ocurre con la ropa que donamos? ¡Averígualo!

Otro problema añadido son los fardos de ropa que se envían a los países en vías de desarrollo y que muchos gobiernos como los de Ruanda, Kenia, Tanzania, Uganda o Burundi, están intentando prohibir. Lo que en un principio se vio como una manera de ayudar al desarrollo y al comercio se ha convertido en una plaga, ya que es mucho más económico comprar esta ropa usada que invertir en fábricas y empleos en esos países.

¿Sabías dónde iba a para la ropa que donamos? Si te ha interesado este post, quizá quieras saber si ahora también, como en la antigüedad, se utiliza ropa para fabricar papel, leyendo el post: El papel ¿realmente sabes cómo se hace?