Te hablamos en otro artículo sobre la historia de la prostitución, pero en esta oportunidad queremos hacerlo de la sagrada, la prostitución que se hacía en honor a una diosa y que requería de cierto “personal calificado” para ello… Si te interesa, sigue leyendo.

¿Qué sabes de la prostitución sagrada?

Sabemos de esta práctica gracias a los registros que de ella hiciera el historiador griego Heródoto, quien escandalizado decía que era una de las costumbres más vergonzosas de los babilonios, ya que cualquier mujer nativa debía tener relaciones sexuales con un desconocido al menos una vez en su vida en el templo de Ishtar, que es la diosa del panteón sumerio-arcádico, equiparada a la Astarté cananea (que él llamaba Afrodita) a cambio de una moneda que iba a parar a las arcas del citado templo.

La diosa Innana/Ishtar
La diosa Innana/Ishtar

Lo cierto es que muchos orientalistas dudan de estos testimonios por considerar que, probablemente, nunca vieron con sus propios ojos tales hechos y en todo caso plasmarían sus prejuicios ante sociedades desconocidas.

Es verdad que hubo sacerdotisas sagradas participando como prostitutas en rituales de fertilidad, pero opinan que en realidad se trató de malas interpretaciones lingüísticas y, sobre todo, incomprensión de lo que veían.

Estas sacerdotisas practicaban la prostitución sagrada, es decir, prostitución puntual y selectiva, cuya ganancia era destinada por completo al servicio del templo. Tenían horarios fijos de culto, y sólo copulaban con quienes habían pagado a la diosa, sin aceptar desviaciones de las posturas tradicionales.

Prostitución_Templo

Incluso, cada adolescente debía consagrar su primer acto sexual a la diosa, en un rito semejante al de las sacerdotisas.

Por supuesto que había prostitutas “laicas”, a las que llamaban harimtu en acadio (derivado del semítico “excluir”), y kar-kid en sumerio (una expresión similar a “la que hace la calle”) y en la Epopeya de Gilgamesh se hace referencia a Shamhatu, la “voluptuosa muchacha en flor” que fornicó con Enkidu. En el poema, shamhatu quiere decir “muchacha en flor”, y la traducción de “prostituta” se le dio y perpetuó en textos tardíos, dándosele la connotación equivocada de harimtu gracias, otra vez, a la incomprensión.

Las prostitutas sagradas acadias eran la naditu y la qadishtu –en sumerio lu-kur y nu-gig–, siendo éstas mujeres consagradas a una divinidad que por lo general era Ishtar; no podían parir, aunque sí casarse y adoptar niños, y en caso de tener esposo, no podían mantener con él relaciones íntimas normales: sólo podían practicar con él el coito anal.

Una naditu tenía grandes libertades en su sociedad, y hasta en el famoso Código de Hammurabi se establecía su libertad financiera, pudiendo ser propietaria de esclavos o bienes materiales y conceder préstamos, todas estas señales de estatus social.

Las evidencias de la naditu como prostituta surgen de fuentes tardías que no son fiables, y que con toda certeza atribuyeron esta identidad a términos mal traducidos, dando lugar entonces a numerosos malentendidos.

¿Qué sabes de la prostitución sagrada?
La diosa Astarté

La crítica actual asume que las palabras naditu y qadishtu deben traducirse como “consagrada” y “sagrada”, literalmente. Sin embargo, piensan que tal vez los malentendidos provienen del ritual hierogámico o boda sagrada, en donde el rey sumerio, durante la festividad religiosa del Año Nuevo, escenificaba relaciones sexuales con una sacerdotisa, él representando al dios Dumuzi y ella a la diosa Innana (o Ishtar, o Astarté…), como un símbolo de la unión divina que permitiría a la naturaleza renovarse y resucitar así la vida y la primavera.

¿Qué sabes de la prostitución sagrada?
El marido ritual de Innana

Por supuesto que un ritual de esta índole podría ser visto luego con muy malos ojos por otras culturas, como la hebrea o incluso la griega, que tenían una moral distinta y donde se consideraba la sexualidad femenina como objeto de represión.

Lógicamente, estas culturas diferentes quisieron distinguirse de aquellas “primitivas”, “paganas” y “demoníacas” reinterpretando los rituales mesopotámicos con una visión totalmente negativa, rechazando además a la mujer con poder religioso, como la naditu, pues esta figura desafiaba el patriarcado.

Lo que podemos constatar es que, ciertamente, las mujeres en estas sociedades eran más libres y el sexo, menos castigado. Si te ha interesado este artículo sobre la prostitución sagrada, te invitamos a que leas sobre el primer autor, que fue mujer, precisamente en Sumer.