A pesar de que haga un calor abrasador, algunas personas dormimos con sábana al sentir el irremediable impulso de cubrirnos, aunque sea mínimamente. Descubre por qué nos ocurre esto.
Por esto algunos dormimos con sábana sin importar el clima
En la actualidad, es muy común entre los humanos usar mantas para cubrirnos al dormir. No obstante, históricamente, el esfuerzo de tejer sábanas hacía que tuvieran un precio demasiado alto para la mayoría. De las sábanas de lino de Egipto alrededor del 3500 a.C. a las sábanas de lana durante el imperio romano hasta el algodón en la Europa medieval, las sábanas eran para los ricos. Muy poco podían permitírselas.
Llegado el período Moderno temprano en Europa, que siguió a la Edad Media, la producción había aumentado lo suficiente como para que más personas de la clase media pudieran comprar ropa de cama, aunque no fácilmente.
En lugar de mantas y sábanas, otras fuentes de calor eran comunes en la noche: por lo general varias personas compartiendo una cama, y a menudo con el ganado.
Carol Worthman y Melissa Melby de la Universidad de Emory, estudiaron los accesorios para dormir en diferentes partes del mundo. Examinaron a algunas personas que buscan alimento, como cazadores, y que no buscan alimento, residentes en climas cálidos cerca del ecuador, y descubrieron que solo los recolectores de alimentos nómadas duermen frecuentemente sin ropa de cama. Todos los demás usan algún tipo de cobertura, ya sea materia vegetal o tejido, incluso en el centro de África y Papúa Nueva Guinea, ambos climas tropicales.
Asimismo, existe una buena cantidad de investigaciones sobre el efecto calmante de las mantas pesadas. Los estudios indican que pueden frenar la ansiedad e incluso utilizarse en el tratamiento del autismo.
De acuerdo con la Dra. Alice Hoagland, directora de la clínica de insomnio del Unity Sleep Disorder Center en Rochester, Nueva York, el requisito de mantas tiene dos componentes: un componente de comportamiento y un componente fisiológico.
Aproximadamente entre 60 y 90 minutos antes de acostarse, el cuerpo comienza a perder temperatura central. Hay una explicación fisiológica para eso: cuando el cuerpo se calienta, nos sentimos más alerta. Y a la inversa, cuando el cuerpo se enfría, tendemos a sentir más sueño. Las temperaturas corporales internas más frías se correlacionan con un aumento en la melatonina, una hormona que induce somnolencia.
Sin embargo, la capacidad del cuerpo para regular su propio calor es mucho más complicada en la noche. Si se duerme durante ocho horas cada noche, en las primeras cuatro horas, más la hora más o menos antes de conciliar el sueño, la temperatura corporal disminuye un poco, de alrededor de 36.6 grados centígrados a alrededor de 35.5. Pero las segundas cuatro horas están marcadas por períodos de movimientos oculares rápidos (ciclo REM), un fenómeno en el que ocurren la mayoría de nuestros sueños, junto con una serie de cambios físicos. Uno de esos cambios físicos es la incapacidad de termorregularse.
Otra cosa extraña que ocurre en los períodos de sueño REM es que nuestros cuerpos reducen drásticamente sus niveles de serotonina, el neurotransmisor más asociado con sentimientos de calma, felicidad y bienestar.
Y curiosamente, las mantas se asocian con niveles más altos de serotonina. Varios estudios han indicado que dormir con una manta con peso puede desencadenar un aumento en la producción de serotonina en el cerebro. Por lo tanto, la manta podría cumplir con una necesidad que crean nuestros cerebros alterados en el ciclo REM.
Así que, si eres de los que duermen con sábana, ¡no estás loco! Simplemente estás obedeciendo a tu órgano más importante que te pide un poco de ayuda para producir serotonina y entrar en calor cuando lo necesita.
¿Perteneces al grupo de los que dormimos con sábana, sea la época del año que sea?
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