El 5 de julio de 1996, a las dos y media de la tarde, nació una oveja en Edimburgo, Escocia, que recibió el nombre de Dolly. Aparentemente un suceso ordinario que no tendría por qué llamar la atención o ser motivo de celebración, si no fuera porque estamos hablando de la oveja Dolly, la primera oveja surgida de una clonación exitosa.
¡Se cumplen 20 años de la oveja Dolly!
La “concepción” de Dolly comenzó cinco meses antes, en un pequeño laboratorio del Instituto Roslin, en las afueras de Edimburgo, y en su creación participaron tres madres y ningún padre, pues Dolly provenía de una célula adulta y sin uso de un espermatozoide.
También es cierto que esta oveja, perteneciente a una raza común escocesa, no surgió de buenas a primeras: antes de su nacimiento exitoso hubo 277 intentos, se manipularon 29 embriones y participaron hasta 13 “madres de alquiler”.
Y habría que agregar que además de Dolly hubo unas ovejas gemelas, Megan y Morag, desarrolladas a partir de células embrionarias un año antes.
Sin embargo, el mérito de Dolly consiste precisamente en que se utilizaron células de una oveja adulta. De la célula de una oveja se extrajo el ADN para implantarlo en la célula de otra oveja, previamente “limpia”: un óvulo, que luego se acomodó en una tercera oveja. El material genético se manipuló con impulsos eléctricos y el embrión de Dolly se creó sin necesidad de esperma, convirtiéndose así en el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.
Los responsables de este evento fueron el embriólogo Ian Wilmut y el biólogo Keith Campbell, quienes además hicieron seguimiento a Dolly hasta su muerte, seis años después. En ese tiempo se reprodujo en tres ocasiones (primero un cordero, luego mellizos y por último trillizos) y desarrolló una enfermedad pulmonar que obligó a sacrificarla.
Dolly vivió la mitad de lo que vive una oveja de su raza, y se cree que pudo deberse a que la célula utilizada era de una oveja de seis años, aunque Wilmut y Campbell creen que simplemente se debió a su mala salud.
La clonación de Dolly generó un debate ético y religioso que todavía no ha concluido en el mundo de la biología y la genética, donde el tema de la clonación humana sigue siendo tabú, aunque de vez en cuando algún científico se atreva a abordarlo.
La manipulación genética y la clonación podrían contribuir a curar enfermedades o producir órganos para trasplantes, pero 20 años después de la clonación de Dolly, cuyos restos disecados pueden visitarse en el Museo Real de Escocia, la discusión sobre si los humanos pueden “jugar a ser Dios” continúa.
Las técnicas desarrolladas por Wilmut y Campbell se utilizan para mejorar razas de ovinos y vacunos, pero sigue siendo muy costosa –alrededor de 10.000 euros por intervención– como para ser usada masivamente.
¿Qué piensas tú al respecto? Para ayudarte, puedes leer nuestro artículo Clonación humana, ¿debería permitirse?