¿Cuántas veces te has tapado la boca por decir una mala palabra en un momento inadecuado? Seguro que tu familia, como todas, te ha educado para no ser malhablado. Sin embargo, un estudio revela que las personas con estas características son más honestas que el resto. ¿Quieres saber por qué?

Para ser malhablado, tienes que hablar sin filtrar

En realidad, si lo piensas, el estudio viene a confirmar algo que siempre hemos intuido. Las palabras gruesas se usan para expresar unos estados de ánimo muy determinados. Por tanto, quienes tiende a usar otras más suaves, se debe a que intelectualizan la situación y adaptan su manera de hablar al contexto social y no a lo que sienten.

Esto es lo que confirma una investigación que se realizó en dos partes. En primer lugar, se entrevistó a 276 sujetos de distintos lugares de Estados Unidos. Las conversaciones giraron en torno a cómo manejan la culpa y su actitud en el juego.

Por otra parte, se recurrió a facebook, para analizar los estados de 75.000 usuarios. Los indicadores fueron el uso de las palabras para explicar sentimientos como la decepción. Dicho análisis es tan exhaustivo que una de las claves fue el uso de la tercera persona en situaciones negativas.

censura

En ambos casos, encontraron que aquella persona y usuario que destacaba por ser malhablado, era también el más respetuoso con sus sentimientos. No se escondía, detrás de eufemismos, ni buscaba estrategias para suavizar sus ideas. Se limitaba a decir lo que pensaba.

La honestidad también hay que saber manejarla

Teniendo en cuenta lo dicho, si este es tu caso y te preocupa, piensa que esta faceta te convierte en una persona en cuya palabra se puede creer, pero entonces, ¿por qué molesta tanto? Cuestiones culturales aparte, es cierto que la falta de filtro a veces constituye un obstáculo en las relaciones interpersonales.

Recuerda que ser honesto significa que dices tu verdad, lo cual no significa que sea la única. Así, al contarla de una manera tan directa, tu interlocutor puede recibirla como una ofensa o como una muestra de agresividad. Además, también es fácil que suceda que no se sienta comprendido, por lo que el mensaje que quieres transmitir caerá, como mínimo, en saco rojo.

Quizá el mejor consejo que se puede dar a alguien malhablado es que intente distinguir cuándo utilizar las llamadas palabrotas. En qué circunstancias y con quién. Si las personas con quienes nos comunicamos son muy susceptibles, lo ideal es aprender a controlar el impulso y variar la forma del discurso. En otras ocasiones, es bueno considerar que no siempre tenemos razón y, sobre todo, que charlar consiste en intercambiar impresiones y no un concurso de aciertos y desaciertos.

En cualquier caso, no tienes por qué renunciar a esta parte de ti, solo tienes que aprender a manejarla. Usa la empatía y observa a quien te rodea para averiguar quiénes son más permisivos con ello y quiénes se sienten incómodos cuando optas por no filtrar.

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