No por casualidad decimos que cuando nos enamoramos notamos mariposas en el estómago. Tampoco es casual que se nos haga un nudo en el estómago cuando estamos asustados o nerviosos. Esto es así porque las personas tenemos un segundo cerebro en el estómago. Igual que la psique está controlada por la mente, nuestro sistema digestivo toma sus propias decisiones porque tiene algunas terminaciones nerviosas iguales a las del cerebro. ¿Lo sabías?

Nuestro segundo cerebro

100 millones de neuronas residen en nuestro estómago, muchas más de las que posee la columna vertebral. Este es uno de los motivos por los que se dice que en el estómago tenemos un segundo cerebro. Entre el cerebro y el estómago se establece una estrecha relación a través de esta red de células y esta conexión se manifiesta de diferentes maneras.

Cuando llega la comida al estómago, este libera numerosas hormonas, como la coleocistoquinina (CCK). Esta reprime el apetito cuando detecta grasas o proteínas en los alimentos. La liberación de grelina u hormona del hambre, sin embargo, tiene el efecto contrario. Es decir, los niveles de grelina aumentan antes de las comidas y disminuyen después o, de lo contrario, siempre tendríamos hambre y nunca nos sentiríamos saciados. Algunas investigaciones, además, afirman que la grelina activa el hipocampo, una región cerebral que se relaciona con el aprendizaje y la memoria. Esta capacidad de producción y liberación de hormonas que tiene el estómago es semejante a la del cerebro superior.

Otra conexión entre cerebro y estómago se refleja en nuestro estado de ánimo. Las personas mostramos un comportamiento más agresivo cuando tenemos hambre y somos más positivos y felices cuando tenemos el estómago lleno. El miedo y el estrés, otros dos ejemplos, provocan malestares estomacales e, incluso, diarrea. ¿Y la gula? ¿Qué es? Las bacterias del intestino pueden ser muy caprichosas y manipuladoras. Muchas veces escogen sus propios nutrientes para prosperar y sus momentos del día. Esos atracones de chocolate entre comidas podrían no ser culpa tuya, sino de las bacterias. ¿No te lo habías planteado nunca así, verdad?

Existen numerosos estudios que afirman que podría modificarse la capacidad mental humana a través del estómago. Por consiguiente, algunas enfermedades neuronales podrían curarse con un cambio de dieta.

¿Qué conclusión podemos extraer de todo esto? ¡Cuida a tu estómago y a tu cerebro por igual! ¡Ambos son muy importantes para tu salud física y mental! ¿Nos pasamos a la dieta mediterránea ya?