La imaginación humana parece no tener límites a la hora de inventar instrumentos para torturar y humillar al prójimo. En Supercurioso hemos visto el Toro de Falaris o La Doncella de Hierro y, en esta ocasión, te traemos otro terrorífico “invento” para someter al que no cumplía con lo que se le exigía. Delincuentes, esclavos, mujeres que no se conformaban con permanecer calladas y en especial aquellas que consideraban brujas eran condenados a la humillante y terrorífica tortura llamada «scold bridle».
La humillante y terrorífica tortura llamada «scold bridle»
Para empezar, es necesario constatar que este instrumento no fue utilizado en los países hispanos que se sepa y sí, en cambio, se usó hasta mediados del siglo XIX en Escocia, Inglaterra, Alemania y América del norte. Consistía en una especie de jaula metálica que se ponía en la cabeza e impedía hablar. Solía contar con una pieza metálica que se introducía en la boca. Algunos de estos artilugios tenían forma de cabeza de animal o llevaban cascabeles para aumentar la humillación.
Las mujeres fueron las primeras víctimas de esta trampa. Era un castigo para mujeres problemáticas de clase social más humilde y especialmente para aquellas sospechosas de brujería. Solía colocarse a la condenada en un lugar público donde, además, se la golpeaba y se le hacía mofa.
En Escocia también se utilizó para castigar a delincuentes comunes o personas que habían cometido un delito de injurias. El tiempo que se debía permanecer con la brida puesta dependía de un juez local. En muchos casos, no solo no permitía hablar, sino que comer era también imposible.
Las mujeres del movimiento cuáquero sufrieron en numerosas ocasiones la pena de la «scold bridle» ya que, debido a sus creencias, no callaban lo que pensaban y aprovechaban todas las ocasiones para predicar su doctrina.
En el caso de los esclavos, la scold bridle era utilizada para impedir que se suicidaran. Los que, sometidos a los más duros trabajos habían perdido toda esperanza de escapar con vida, comían tierra hasta que se asfixiaban. La máscara, al tener sólo un pequeño orificio a la altura de la boca y otros menores para respirar, impedía el suicidio.
Los peores ejemplares eran los que en la pieza que aprisionaba la lengua, haciendo absolutamente imposible el hablar, tenían unos pinchos que se clavaban con cualquier movimiento de la lengua, añadiendo un sufrimiento adicional y otros que, a modo de mordaza, llevaban un pieza cortante que laceraba la lengua y la piel.
La crueldad humana, parece no tener límites. Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer 5 instrumentos de tortura escalofriantes.