En 1992 el huracán Andrew, entre otros destrozos en Florida, rompió un acuario en el que se encontraban seis peces traídos del océano Índico, que destacaban por su exótica figura y sus peligrosos atributos, y que ingresaron a las aguas del mar Caribe por la bahía de Biscayne.
Eran seis ejemplares de Pterois sp., popularmente conocido como pez león, que en menos de veinte años ocuparon todos los arrecifes del mar Caribe y que por estos días ya debe encontrarse en la costa norte de Brasil.
Un pez ponzoñoso
Este pez es un habitante frecuente de arrecifes y lagoons (las lagunas de los atolones) de las islas del océano Índico y del Pacífico occidental, es un depredador solitario que se alimenta principalmente de camarones y cangrejos. Su aspecto exótico se lo da una serie de espinas con puntas ponzoñosas que rodean y protegen su cuerpo, con un veneno sobre el que hay varias versiones.
Algunos buzos señalan que además del intenso dolor, el veneno del pez león puede producir fiebre, paro respiratorio y hasta la muerte. Otros pescadores, caribeños, señalan que sólo produce un dolor fuerte, y nada más si no eres alérgico.
Su comportamiento en el Caribe
Que el veneno haya variado en el caso de los nuevos habitantes de los arrecifes del Caribe no es de extrañar, porque no fue lo único que cambió en este pez. En el Caribe ha alcanzado el doble de su tamaño original y ya no son solitarios, se les ha observado moverse en pequeños cardúmenes.
¿Por qué son considerados una plaga? En primer lugar, no tienen un depredador en el Caribe que controle su población, y una hembra puede poner hasta ¡treinta mil huevos!
En su nuevo hogar cambiaron su dieta y comenzaron a comerse los pequeños peces que habitan entre los corales, y son unos devoradores insaciables.
Aparte de poner en peligro a otras especies piscícolas, se han convertido en una amenaza para el arrecife mismo, pues al comerse a las especies que se alimentan de algas éstas prosperan y desplazan o matan a los corales.
Una posible solución a pedir de boca
Ante su avance indetenible varios pescadores, operadores de turismo y biólogos han propuesto una solución apetitosa: comerse al pez león. Es un pez ponzoñoso, pero no tóxico, y los que han probado su carne afirman que una vez que te deshaces de las espinas es una de las carnes blancas más deliciosas que han probado.
En Colombia se han implementado festivales gastronómicos, y varios hoteles y restaurantes de la región lo han incluido en sus menús.
Esta solución, que el hombre se convierta en el depredador natural del pez león, se ha implementado en México, Colombia, Venezuela y algunas islas del Caribe, pero hacen falta otras opciones para detener el avance seguro de este pez que está conquistando todas las aguas tropicales del mundo.
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