Es imposible atravesar el Teatro Anatómico de la Universidad de Lisboa sin fijar la mirada en la cabeza de un despiadado asesino del siglo XIX, en perfecto estado de conservación, exhibida en la Facultad de Medicina.
Y no es que se trate de una muestra “extraordinaria”, puesto que es bastante común conservar extremidades, fetos y cadáveres completos para propósitos científicos. En realidad, lo que más llama la atención es la historia de quien alguna vez portó esta cabeza: Diogo Alves, a quien se le conoce como “el primer asesino en serie” de Portugal, un país repleto de curiosidades.
Una universidad en Portugal conserva la cabeza de un TERRIBLE asesino del siglo XIX. Esta es la razón:
¿Por qué conservan su cabeza? En teoría lo hicieron bajo fines investigativos, aunque nos atrevemos a decir que, la cabeza de Diogo Alves pudo haber sido recuperada luego de que fuera colgado por sus crímenes, además como “objeto trofeo” debido a su pavoroso prontuario.
Diogo Alves nació en Galicia, en 1810, y como tantos jovencitos de la época, se trasladó a Lisboa en búsqueda de trabajo. Empezó trabajando como peón en haciendas de familias acaudalas, pero pronto se cansó de la mala remuneración, así, desde ese momento, se convirtió en la pesadilla del Acueducto de las Aguas Libres, en la capital portuguesa, entre los años 1836 a 1839.
Este terrible asesino del siglo XIX solía cazar a sus víctimas cuando llegaba la noche, para que su presencia pasara inadvertida. Las esperaba con sigilo a un costado de la enorme construcción que se levanta a 65 metros de altura sobre el Valle de Alcántara. Eran humildes agricultores que viajaban para vender sus productos.
Alves, sin piedad, los sorprendía de una sola zancada, los despojaba de todas sus ganancias, luego los empujaba al vacío. Desde esa altura la muerte era segura, de modo que nadie pudo sobrevivir al ataque para atestiguar en su contra. Fueron 70 asesinatos en total, impunes durante años al ser referidos en un principio como una “misteriosa oleada de suicidios”, pero no hay crimen perfecto.
La ambición por conseguir cada vez más ganancias de sus movidas sucias, condujo a Alves hacia su captura y pena de muerte, en 1841. Las autoridades lo habrían atrapado en la casa de un médico mientras asesinaba a todos sus ocupantes.
En esta sucesión de hechos, tras su deceso, un grupo de frenólogos reclamó su cabeza para estudiar la forma del cráneo y fracciones, con el motivo de hallar la fuente de sus impulsos criminales. Y aunque la frenología no cuenta con validez científica en tiempos modernos, esta porción de quien catalogaron como “el primer asesino serial de Portugal”, perduró hasta ahora para que conociéramos el rostro de este cruel asesino del siglo XIX.
No obstante, Diogo Alves se ganó un título que no le correspondía. En realidad la fama como “el primer asesino serial” le fue robada a Luisa de Jesús, una mujer de Coímbra acusada de asesinar a 28 neonatos. Ella, al igual que Alves, fue condenada a morir en la horca, en 1772.
¿Conocías la historia de este homicida español? ¿Visitarías la Universidad de Lisboa para conocer el rostro de este despiadado asesino del siglo XIX? ¡Cuéntanos! y si te ha gustado el artículo, te invitamos a leer: Asesinos seriales: El monstruo de los andes
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