Si has paseado durante largo rato estrenando zapatillas, sufriste quemaduras o has realizado algo de trabajo pesado… no es extraño que hayas tenido alguna vez una ampolla. De ellas casi nadie se salva y aparecen como por arte de magia.El dolor te suele obligar a observar la zona en cuestión y, ¡sorpresa! Tienes una de estas burbujitas misteriosas que se inflan en un santiamén.
Son tan comunes que quizá por ello no nos hacemos demasiadas preguntas sobre estos globos llenos de «agua» que emergen en la superficie externa de la piel. O tal vez sí… en el transcurso de esas noches en vela en las que, en lugar de contar ovejas para dormir, nos hacemos preguntas raras como: ¿qué es el líquido de las ampollas? ¿Está bien si las reventamos?
Si nunca te lo has formulado, hoy sembramos en ti la duda, pero también la despejaremos…
¿Qué es el líquido de las ampollas? ¿Es bueno reventarlas?
Comencemos aclarando que a estas lesiones acuosas se les conoce como ampollas si el tamaño de la herida es mayor a 0,5 cm; y flictenas, si son menores a esa longitud. La formación de estas protuberancias es uno de tantos mecanismos de defensa con los que cuenta nuestro cuerpo para reponer la piel después de daños por fricción, quemaduras, alergias o infecciones virales.
Las ampollas o flictenas se forman cuando la capa superior de la piel (epidermis) se desprende de las inferiores (dermis), esto por los traumas antes descritos. En ese proceso, también se separan sacos de plasma (componente líquido contenido en la sangre) que liberan el fluido característico de este tipo de lesiones.
Unos pensarán que el líquido de las ampollas lo hace todo más difícil y doloroso, pero en realidad, éste, además de favorecer la restauración de la porción afectada, nos protege de infecciones cutáneas. Pues funciona como especie de campo protector para que la dermis no sufra más daños. Está compuesta por líquido linfático o linfa, que contiene glóbulos blancos, con gran carga de linfocitos, que combaten contra bacterias y agentes extraños que pudieran agravar el cuadro. También lo integra algunas células.
Ahora bien, dicho lo anterior, respondamos el dilema: ¿reventarlas o no reventarlas?. Algunos pensarán que es mejor hacerlas estallar para aliviar el malestar, sin embargo, los especialistas recomiendan dejarlas intactas cuanto sea posible. Especialmente aquellas personas que tienen problemas cardiacos o diabetes, quienes son más propensas a sufrir complicaciones.
Las heridas ampollosas se curan por sí solas. Cuando no las manipulamos, la piel eventualmente reabsorberá el líquido, la partícula superficial se adheriría a la dermis y de esta manera mantenemos al margen el riesgo de infecciones, ya que no nos desprenderíamos de esta capa, a la que podríamos definir como nuestra venda adhesiva natural.
Aunque las ampollas son muy sencillas de explotarse con simples roces o contacto con cualquier superficie, más si se encuentran ubicadas en las manos o pies. Por ello es aconsejable mantenerlas limpias y cubiertas con banditas para evitar “estallidos” involuntarios.
Pero hay situaciones en las que, cuando ejercen demasiada presión por ser de gran tamaño, es mejor liberar el líquido, usualmente son aquellas que aparecen en la planta del pie. Si es así, se utiliza una aguja, esterilizada con alcohol o peróxido de hidrógeno, para punzar la herida y extraer el plasma, sin retirar la cobertura. Luego de este proceso, se aplican cremas con antibióticos y se cubre con una venda. La misma medida se tomaría si la herida se desinfla accidentalmente.
Para evitar ampollas en los pies es recomendable:
- Sujetar bien los cordones de los zapatos para mantener el pie firme y así reducir la fricción entre la piel y el calzado.
- Usar calcetines delgados debajo de unos gruesos, si usas zapatos nuevos.
- O utiliza parches protectores para evitar los roces.
Generalmente, el líquido de las ampollas es blanquecino e incluso levemente sanguinolento. Hay casos en los que se aprecia de color verde, amarillento, con pus, olor o rojizo alrededor de la ampolla o flictena… es entonces cuando una visita al dermatólogo es parada obligatoria, ya que esto podría ser señal de una infección.
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