Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, dejó registros valiosísimos de sus terapias en extensos manuscritos que luego publicarían bajo el nombre de Obras completas. Los casos que estudió Freud que te presentamos en este post son algunos de los más conocidos, en los que el célebre médico austriaco cambió los nombres para proteger la identidad de sus pacientes, y plasmó sus observaciones. Obviamente no podremos ahondar por razones de espacio y por el tema mismo, pero te facilitaremos los enlaces si acaso quisieras investigar por tu cuenta.
4 casos realmente complejos y fascinantes que estudió Freud
1. La neurosis obsesiva del “Hombre de las ratas”
De entre los casos que estudió Freud, éste fue, sin duda, uno muy importante, ya que el comportamiento obsesivo de este paciente le permitió extraer lecciones extraordinarias sobre dicho padecimiento. Ernst Lanzer, que así se llamaba el “hombre de las ratas” (pincha aquí si quieres más información), tuvo un tratamiento exitoso con Freud. Su caso es el siguiente: el paciente sufre miedos injustificados respecto a su padre y a su novia, pero también impulsos suicidas acompañados de supersticiones absurdas. Como es lógico, y siguiendo su propio método, Freud busca el origen de esta patología en la sexualidad infantil, y allí descubre el inicio del trastorno obsesivo: desde muy temprana edad, Lanzer siente un deseo obsesivo de ver a una mujer desnuda, y al mismo tiempo un miedo irracional a que su padre muera, conjunto que provoca en él un ansia de autocastigo que satisface a través de acciones absurdas. Freud lo llamó “hombre de las ratas” porque durante su servicio militar se produjo el detonante de la crisis obsesiva; uno de sus superiores, del que Freud dedujo tendencias sádicas, le describió a Lanzer un tipo de tortura en el que se adaptaba a las nalgas del preso un recipiente, metiendo en él algunas ratas, que luego se introducirían por el ano en busca de alimentos. Eso le produjo la terrible idea de que a su padre y a su novia los torturaran de ese modo; Freud, a través de indagaciones en su infancia, encontró un desequilibrio entre los sentimientos de amor, miedo y odio –hostilidad reprimida– que se traducían en fantasías en las que su padre o su novia morían. El sentimiento de culpa era tan grande que sentía impulsos de suicidarse. Freud, gracias a este caso, pudo extraer ciertas enseñanzas sobre el comportamiento compulsivo; por ejemplo, el importante papel que juegan las supersticiones o las propias reglas del paciente; o la dualidad amor-odio, que suele paralizar la voluntad de la persona y la conduce a una disociación de la personalidad.
2. El “Hombre de los lobos”, Sergei Pankejeff
Este hombre sufrió un caso grave de depresión. A los 18 años contrajo gonorrea, y a partir de allí una seria neurosis representada por una parálisis intestinal (que le impedía la defecación normal) y trastorno obsesivo. Su vida estuvo marcada por la tragedia: su hermana se suicidaría en 1906, su padre en 1907, y luego su esposa en 1938. Al terminar la Primera Guerra Mundial, se instaló en Viena tras haber perdido todo.
Freud lo trató entre 1910 y 1914. Este aristócrata ruso tuvo un sueño de pequeño: en el sueño se despertaba y veía por su ventana un nogal con 6 o 7 grandes lobos blancos, observándolo. Eso era todo. A partir de allí, Freud le diagnosticó neurosis obsesiva, derivada de episodios de ansiedad a una edad muy temprana debidos a una muy estricta educación religiosa. Para Freud, este sueño era la llave de la curación de Pankejeff, pues la imagen de la ventana abierta y los lobos observando eran un signo de una fantasía sexual reprimida, en la que su padre era el depredador y él la presa. Freud sostenía que esta imagen podría provenir de que posiblemente Pankejeff hubiese visto a sus padres teniendo sexo, cuando tenía año y medio. Jung y Adler, discípulos suyos en aquel momento, discrepaban de esta explicación, pues decían que no había manera de comprobar, a través de los sueños, recuerdos reales de la primera infancia. En todo caso, para Freud estaba clarísimo que el sueño obedecía a deseos reprimidos del paciente, que incluían una tendencia homosexual; y el hecho de no poder defecar con normalidad acentuaba el diagnóstico freudiano. Para una mayor información de este caso, pincha aquí.
3. Dora
Su nombre real fue Ida Bauer. Éste fue uno de los casos que estudió Freud en el que el psiquiatra consideró haber fracasado. Fue diagnosticada por Josef Breuer de “pequeña histeria”, presentando diversos síntomas: disnea, tos nerviosa, migrañas, desasosiego, amagos teatrales de suicidio, insociabilidad y tedio vital…
El contexto familiar de Dora incluía a una madre con “psicosis del ama de casa” –una compulsión por la limpieza–, y a un padre que mantenía relaciones adúlteras con la esposa de un amigo. A los 14 años, Dora, que cuidaba de los hijos de esta pareja (los señores K), es abordada sexualmente por el hombre, y ella experimenta una profunda repulsión; el señor K intentó besarla en la boca y ella lo abofeteó. A través del psicoanálisis y el estudio de los sueños, Freud pudo determinar su diagnóstico de histeria. Ella sentía una fuerte atracción por su padre y por el señor K; la atracción por su padre había generado la tos. Al explicarle Freud que su patología provenía de su inconfesada atracción por su progenitor y por el otro, Dora negó rotundamente tal cosa, y abandonó la terapia, a los tres meses. Además, presentaba una complicada red de afectos, en los que también había una tendencia lesbiana hacia la amante de su padre –que era, a su vez, la esposa del señor K–. Freud admite su fracaso al no haber él mismo advertido antes el proceso de transferencia que se da entre los pacientes y el terapeuta, lo que hizo que Dora interrumpiese la terapia sin curarse, pero aporta pruebas definitivas del origen sexual del trastorno histérico. Para más información, pincha aquí.
4. Anna O.
Su verdadero nombre era Bertha Pappenheim, y fue tratada primero por el doctor Josef Breuer. Esta paciente mostraba una grave afección del lenguaje –parafasia–, en que perdía la capacidad de hablar en su idioma nativo (el alemán) y lo sustituía por otros, como el inglés o el francés, que no dominaba completamente. Con ella, Freud practicaría la “cura del habla”, es decir, cuando el paciente relata los hechos traumáticos, y así posteriormente lo adoptaría en su Teoría del Psicoanálisis. Fue internada en dos ocasiones en centros psiquiátricos, antes y después del tratamiento con Josef Breuer, y para Freud fue un dato significativo de la estrechísima relación que se desarrolló entre el médico y la paciente, que aceleró la interrupción de la terapia sin culminar en curación. Y arrojó luz sobre la definitiva influencia del terapeuta sobre el enfermo. A pesar de ello, se convirtió en una reconocida defensora de los derechos de la mujer y los niños en Alemania, así como en la primera asistente social. Su caso serviría para que Freud y Breuer escribieran sus Estudios sobre la histeria (que puedes encontrar en [easyazon_link identifier=»149216917X» locale=»ES» tag=»supercurioso07-21″]este enlace a Amazon[/easyazon_link]), además de ser uno de los primeros casos que estudió Freud, en 1880. Sin duda, las teorías de Sigmund Freud, que podrás entender mejor mediante la lectura de estas frases de su autoría, despiertan tanta polémica ahora como en su tiempo; de hecho, la creación de otras escuelas psicoanalíticas así lo demuestra. Sin embargo, son insoslayables los numerosos aportes de este médico tanto al psicoanálisis como al enfoque de la histeria, donde demostró que podía afectar a mujeres y hombres por igual. No te pierdas las Obras Completas de Sigmund Freud, encuéntralas en Amazon –> [easyazon_link identifier=»B072MFWZGR» locale=»ES» tag=»supercurioso07-21″]Sigmund Freud: Obras Completas [/easyazon_link] Si te ha interesado descubrir estos casos que estudió Freud, te recomendamos 4 libros para entender el mundo de los sueños y ¿Sueñas lo que reprimes e ignoras mientras estás despierto?