No siempre el resultado de un experimento o de un procedimiento científico es un nuevo descubrimiento o una pizarra llena de números y borrones, o un artículo en una prestigiosa revista; a veces algo puede salir mal y la conclusión es un grave accidente, o hasta la muerte, como en los cinco eventos que a continuación te contamos.

5 experimentos con consecuencias terribles

1. Una mordedura mortal

En septiembre de 1957 el herpetólogo del Museo Field de Chicago, Karl P. Schmidt, recibió una serpiente africana del zoológico de Lincoln Park para que la identificase. Se trataba de una boomslang (Dispholidus typus), una serpiente de árbol y uno de los ofidios más venenosos de África, como probó este ejemplar al morder el pulgar del científico.

Serpiente boomslang
Serpiente boomslang

A partir de aquí hay dos versiones: una dice que Schmidt no se preocupó al creer que se trataba de una mordedura inofensiva; la otra afirma que todavía no existía un antiofídico para esta especie y que el doctor, sabiéndose condenado, decidió documentar los efectos del veneno hasta su muerte.

El veneno de la boomslang produce náuseas y dolor de cabeza, pero su efecto más dramático y mortal lo causa una hemotoxina que anula la capacidad de la sangre para coagular produciendo hemorragias internas y externas. Y fue así como murió el doctor Karl P. Schmidt.

2. Relaciones peligrosas

Carl Scheele (1742-1786) fue un químico y boticario sueco descubridor de varias sustancias y elementos como el oxígeno, el cloro, el bario y el magnesio, entre otros. Era una mente brillante y quién sabe qué otros grandes descubrimientos hubiera hecho de no haber muerto a los 44 años.

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Su trabajo y la mala ventilación de su laboratorio fueron responsables de su muerte, sobre todo al adelantar un estudio sobre sustancias tóxicas, como el arsénico y el cianuro, que probó en sí mismo, con las consecuencias fatales que hoy en día todos conocemos.

3. Mujer radiactiva

La ganadora del Premio Nobel, Marie Curie (1867-1934), fue una gran investigadora de los elementos radioactivos y terminó enfermando y muriendo debido a su exposición continua a la radiación y a los rayos X.

El laboratorio de Pierre y Marie Curie, donde descubrió el radio
El laboratorio de Pierre y Marie Curie, donde descubrió el radio

Hasta fuera del laboratorio Curie cargaba en los bolsillos minerales radioactivos e incluso hoy en día no pueden revisarse sus papeles y objetos personales sin una protección adecuada.

4. Un accidente en un acelerador de partículas

El caso del físico ruso Anatoli Petrovich Bugorski no tuvo un resultado tan trágico como los anteriores. En 1978 Bugorski trabajaba y realizaba su doctorado en el mayor acelerador de partículas de la Unión Soviética, el Sincroton U-70, cuando hubo una falla de seguridad y su cara quedó expuesta a un haz de protones cientos de veces por encima de la dosis mínima considerada como mortal.

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A Bugorski se le hinchó el lado izquierdo de la cara y sufrió quemaduras en la carne, el hueso y hasta en el tejido cerebral; sin embargo, no sólo logró sobrevivir, sino que terminó su doctorado y llegó a ser coordinador de experimentos de física.

5. Gotas mortales

Karen Wetterhahnn (1948-1997) era profesora de química en el Darmouth College (New Hampshire, Estados Unidos), donde investigaba la exposición a metales tóxicos.

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Aunque trabajaba cumpliendo con todas las medidas de seguridad, los guantes que usaban entonces no la protegieron del contacto con un par de gotas de dimetilmercurio, un compuesto orgánico extremadamente tóxico que mató por envenenamiento a la investigadora en poco menos de un año.

A pesar de las mejoras en los protocolos de seguridad, la búsqueda del conocimiento ha dejado una larga lista de víctimas, de la que estas cinco son apenas una pequeña muestra. ¿Conoces algún otro caso? Pero para que veas que no todos los científicos mueren a causa de su trabajo, lee:

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