En tiempos modernos, para ser recluido en un centro psiquiátrico la condición principal es padecer trastornos mentales severos. Pero unos 100 años atrás abundaban los motivos para encerrar en manicomios a cualquier persona… sana o no.
Algunos de ellos eran más que descabellados ¡aquí te los contamos!
9 motivos delirantes por los que 100 años atrás estarías en un psiquiátrico
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Mujeres que vestían como hombres
¡Vaya que tiempo atrás las cosas eran notablemente diferentes! Hoy día es común ver personas vestidas prácticamente de todas las formas posibles: más tradicionalmente masculino o femenino, más extravagante, menos… Existen transexuales, travestis y tendencias de modas muy versátiles en las que las limitaciones de acuerdo al género son escasas.
Sin embargo, a comienzos de 1900, llevar vestimentas desligadas a tu sexo significaría un pase seguro a un psiquiátrico. Como muestra de ello, un periódico en 1916 reseñó que “la señorita Emma Miller fue enviada a un psiquiátrico. Usaba pantalones y trabajaba como un hombre”.
El machismo era una camisa de fuerza para las féminas de la época. Los estereotipos de la sociedad de antaño las condenaban a la dependencia masculina, limitándolas en variables aspectos, hasta para subsistir monetariamente. ¿Y si Miller se vestía como hombre solo para conseguir el trabajo? ¿Y si era viuda o soltera y no contaba con los fondos suficientes para sobrevivir? Cualquiera que haya sido su caso, incluso si era simplemente porque se sentía más cómoda, vestirse como hombre puso en entredicho su sanidad mental. Extremo ¿no te parece?
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Ser hijo de un alcohólico
La vida de quienes son hijos de padres alcohólicos es un auténtico reto, pero serlo 100 años atrás era más que una pesadilla.
En 1913 The Day Book, un periódico de Chicago publicó un artículo insólito titulado: “¿Debemos construir más psiquiátricos o parar de alimentar a niños epilépticos, idiotas y enfermos?”. Exponían que ser criado por alcohólicos era una de las causas de que nacieran «niños idiotas», ¿qué tan descabellado te parece esto? Espera, ¡se pone peor!
La publicación relataba además que a la corte de menores asistió una madre de seis hijos. Era una familia de escasos recursos, viviendo bajo el yugo de un esposo alcohólico. Por este motivo ella quería abandonarlo. Sin embargo, el dinero que él a veces llevaba a casa se lo impedía.
El juzgado decidió que encerraran a los chicos en un psiquiátrico para siempre, a pesar de que estuviesen en sano juicio. De esta manera, la madre podría seguir su camino sin que atender las necesidades de sus pequeños fuese un impedimento. Terrible.
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Ser pobre
Vivir encerrado en un psiquiátrico, para algunos, era una elección de vida o muerte. Estar ahí significaba escapar de la pobreza… del frío de las calles y del hambre. Por lo que sobre 1900 rondaron numerosas historias sobre personas que se valieron de sus astucias para ser diagnosticados como insanos mentales y así ganarse el hospedaje en instituciones de esa clase.
Por otra parte, también hubo quienes en contra de su voluntad fueron separados de sus familias, siendo recluidos en esos centros por ser no tener un hogar.
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Ser incapaz de trabajar por largas horas
En 1915 las jornadas laborales eran de unas 10 o más horas diarias, con un día descanso a la semana. No conformes con esto, los trabajadores reclamaron que fuesen reducidas a unas ocho horas.
Hasta que, con una amenaza muy al estilo de hace unos 100 años atrás, muchos de ellos desistieron de la idea. Un abogado de la Asociación de empleadores manifestó que, los trabajadores que no pudieran trabajar el número de horas requeridas por los empleadores, debían ser examinados por un psiquiatra. Y si de no ser capaces de hacer el trabajo, serían enviados al manicomio. ¿Qué tal?
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La epilepsia te enviaba al psiquiátrico
Aparentemente, en aquél período del tiempo podías solucionar casi cualquier eventualidad enviando a personas a un asilo. Tal era el caso con quienes sufrían de epilepsia, que solían ser recluidos en estos centros de atención mental si sus familiares consideraban que no podían hacerse cargo del enfermo. Muchos de ellos perduraban allí por siempre… olvidados en esas cuatro paredes.
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Acostarse con la persona equivocada
Otra de las situaciones de las que podías zafarte recluyendo a alguien en un manicomio era: rechazar a un amante.
En 1896 una jovencita con una especial atracción hacia los hombres mayores, se involucró con un individuo que la sobrepasaba en edad. Era además un sujeto distinguido. Quizá por ello no dudó en divulgar que se había acostado con él.
La muchacha deseaba casarse con el sujeto en cuestión. Sin embargo, él la acusó de demencia para librarse de ella y fue encerrada en un psiquiátrico. Así, sin más.
Aunque meses después la chica fue liberada luego de que hallaran que estaba embarazada. Los asilos no eran -ni son- un lugar seguro para alguien encinta, por lo mismo regresó a su hogar.
¿Siguió insistiendo después de todo con su propuesta matrimonial? Sobre el curso de su historia no se supo más.
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Exceso de estudio
Te sorprenderá saber que estudiar demasiado en 1915, además de volverte un poco más inteligente, te conducía directamente a un psiquiátrico. Especialmente si eras mujer.
El periódico The Day Book, difundió que dos hermanas fueron encerradas en un centro de salud mental tras pasar días enteros leyendo sobre planteamientos de la Ciencia Cristiana, una religión fundada en el siglo XIX por Mary Baker Eddy, que asegura curar enfermedades mediante la oración.
De acuerdo a la publicación, ambas perdieron la cabeza a raíz de esto.
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Lecturas matutinas
“Alice Ostwald fue encontrada leyendo una novela en una esquina a las 5:00 am y la enviaron a un psiquiátrico”, estás líneas fueron escritas en un periódico de Chicago en 1915. Y sí, suena absurdo ante nuestro juicio moderno.
En la época de los1900s no entendían que encontrar un libro verdaderamente bueno tiene el efecto de mantenerte despierto -a cualquier hora- hasta llegar al final de la historia. En la actualidad no hay tal cosa como un horario apropiado para leer sin que te tilden de chiflado. ¿Qué había de equivocado con leer en las mañanas? No lo sabemos y tal vez Ostwald tampoco.
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Conducir a alta velocidad
En 1922, específicamente en Detroit, los conductores que se desplazaban en sus coches a altas velocidades eran examinados por psiquiatras. Si no pasaban la prueba, suspendían sus licencias de conducir, sin derecho a solicitar una nueva.
Con estas medidas esperaban reducir el número de accidentes viales. Las autoridades locales consideraban que eran alarmantes, aún cuando los automóviles apenas lograban generar un algo de tráfico. Eran muy pocos.
La buena noticia es que lograron descender tales eventualidades a 3,301 menos. Y algunos de estos «pilotos de fórmula 1 frustrados» fueron enviados a la cárcel.
¿Qué te han parecido estos casos insólitos por los que podías visitar un psiquiátrico por tiempo indeterminado? Años atrás, la definición de locura era amplísima. Por lo que tal vez abundaban los asilos.
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