La era victoriana fue un período en el que la historia británica tuvo un especial apogeo y esplendor, marcado por la Revolución Industrial y la expansión de su imperio.
En rigor, se alude a la “época victoriana” al tiempo en que la reina Victoria reinó en Inglaterra, desde 1837 hasta su muerte, en 1901, pero los profundos cambios económicos, culturales, científicos, industriales y políticos que sufrió este país nos hace preguntarnos quién fue esta reina, que marcó tan definitivamente a una nación.
¿Por qué la reina Victoria de Inglaterra fue tan popular?
La reina Victoria fue hija y descendiente de una de las familias medievales más antiguas de Alemania, la de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, emparentada con el trono inglés. Su padre, el príncipe Eduardo –duque de Kent y de Strathearn, cuarto hijo del rey Jorge III–, contrajo matrimonio con la princesa alemana Victoria, siendo fruto único de unos padres bastante mayores.
Nació en 1819, y su padre murió poco antes de ella cumplir un año. El rey también murió en 1820, lo que facilitó una educación férrea por parte de su madre. A aquella niña no la dejaron relacionarse con la licenciosa corte inglesa, llena de escándalos; de hecho, el único idioma que hablaba era el alemán, ya que la línea sucesoral la colocaba en cuarto lugar, y no había razones para “esmerarse” en la educación de la princesita. Aunque después aprendió a hablar inglés, francés y latín.
Luego de la muerte de tres tíos paternos sin descendencia legítima, heredó el trono de Inglaterra a los 18 años, en 1838. Y en 1877, el Parlamento le dio el título de «emperatriz de la India».
¿Y cómo era aquel país? Primero que nada, su sistema político era la monarquía constitucional, donde los soberanos tenían en realidad pocos poderes políticos directos.
Cuando la reina Victoria ascendió al trono, Inglaterra era un país esencialmente agrario y rural; en esta época es cuando la sociedad se asienta tras el surgimiento de la Revolución Industrial. Claro que hubo revueltas y disturbios sociales, porque era una sociedad tremendamente injusta, donde las clases sociales estaban ferozmente demarcadas, y los pobres tenían pocas probabilidades de prosperar.
Pero fue el marco en donde surgieron los importantes movimientos obrero y sindical, así como extraordinarios descubrimientos e investigaciones (pensemos, a vuelo de pájaro, sólo en Charles Darwin), que permitieron al mundo cambiar paulatinamente su visión de la historia e, incluso, de la religión.
Aunque la Revolución Industrial nació en la segunda mitad del siglo XVIII, alargándose a lo largo del siglo XIX, significó una gran cantidad de transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que marcaron a la humanidad profundamente.
La Inglaterra agraria y rural pasó a ser una sociedad urbana, mecanizada e industrializada –con todas las ventajas y desventajas que eso ocasionó–. Eso generó una producción agrícola e industrial inédita, multiplicándose la renta per cápita como nunca antes había ocurrido.
Claro, recordemos que ganancia per cápita no tiene nada que ver con la distribución de la riqueza, y la mano de obra “manual” y la tracción animal se convirtieron en cosa del pasado, permitiendo el arribo de una clase media burguesa más fuerte, asociada a la industria en todos sus rubros, y un proletariado abundante, formado por los obreros de la industria y por los campesinos pobres.
La reina Victoria fue parte importante de este proceso, aunque sólo fuera por la cantidad de años que estuvo reinando (ha tenido el segundo reinado más largo de la historia británica, 63 años y algunos meses).
Su matrimonio con su primo Alberto de Sajonia fue una unión política, pero también romántica; se dice que ambos estaban profundamente enamorados, y eso fue favorable a una aceptación popular de la que no gozaron sus antecesores.
Si bien la sociedad inglesa mantenía una injustísima distribución de la riqueza, y la incipiente “capital del capitalismo” produjo una increíble cantidad de pobres, existía la ilusión de que el imperio británico era lo máximo, y pertenecer a él, aunque fuera en calidad de pobre, era fantástico. Puntualicemos: tratamos de explicar el porqué de la gran influencia que tuvo la reina Victoria en todos los ámbitos de la vida, y una de las razones pudo ser el extraordinario empuje de las ciencias y las industrias.
El explorador alemán Robert Schomburgk bautizó una flor acuática en honor a la reina inglesa como Victoria Regina –conocida hoy como Victoria Regia o Amazónica–, pues trabajaba en la Real Sociedad Geográfica de Londres cuando visitó Brasil y Venezuela entre 1838 y 1840. Éste es un detalle de la importancia de esta reina, y de la pasión que sentía el público inglés por los descubrimientos y las aventuras.
Después de la muerte de su esposo, en 1861, se retiró de la vida pública –aunque en privado mantuvo cierta influencia en el Parlamento–, y la sociedad le impuso el sobrenombre de “viuda de Windsor”, despertando en el pueblo una invencible simpatía hacia ella.
Si bien, al parecer, tenía accesos de mal genio y un carácter extremadamente fuerte, promovió una de las características más perceptibles de su época, el ideal de progreso, aunado a un espíritu religioso que trató de hermanar aquellos maravillosos descubrimientos científicos con la fe.
La moral victoriana es otra de las cosas que más saltan a la vista; a pesar de todo el empuje tecnológico, una férrea moral cristiana, anglicana, permeó la sociedad, creándose así un mundo hasta cierto punto “esquizofrénico” en donde la hipocresía social era la norma; basta con saber cómo eran las prostitutas en la época.
Pese a todo, fue una era de optimismo y prosperidad, signada por el imperialismo británico. No podemos olvidar que es en este tiempo cuando Inglaterra se consolida como líder indiscutido mundial a través de todas sus colonias, abarcando extensos territorios de África, Medio Oriente, Asia, Canadá, Australia y muchas islas alrededor del mundo. No por nada la llamaron «el faro de Occidente» –al que, por otro lado, se rebelarían tiempo después–.
Cultivó las relaciones internacionales (de hecho, ella y Alberto fueron los primeros reyes ingleses en visitar a reyes franceses desde 1520) y fue llamada también “la abuela de Europa”, ya que sus nueve hijos se casaron con familias poderosísimas europeas.
Un dato interesante: fue abuela del káiser Guillermo II (hijo de su hija Victoria), de Alejandra Fiódorovna Románova, última emperatriz de Rusia (hija de su hija Alicia), y de la reina de España Victoria Eugenia (hija de Beatriz), entre otros reyes y reinas. Dicen que los conflictos internacionales para ella eran simplemente asuntos de familia, ya que los gobernantes de la época eran primos, sus propios nietos.
Para bien o para mal, la reina Victoria impuso una sensibilidad que influyó no sólo en Gran Bretaña sino en gran parte del mundo, y su legado, aunque hoy se recuerda como terrible, pacato y de miras estrechas, tiñó irreversiblemente la historia occidental.
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