Quienes amamos el arte nos sorprendemos siempre ante las obras y curiosidades de Van Gogh, ese artista capaz de ver los colores y las formas de una manera completamente distinta. Pero ahora hay razones matemáticas para sorprenderse aún más: lo que Van Gogh captaba pudo ser algo más profundo de lo que se percibe a simple vista.
Lo que Van Gogh captaba y dejó perplejos a los científicos
En 2004, un grupo de científicos vio los remolinos de una nube lejana de gas y polvo alrededor de una estrella a través del telescopio espacial Hubble; lo que vieron les recordó una de las pinturas más famosas de Van Gogh, “Noche estrellada”, de 1889, y los animó a estudiar detalladamente la luminancia en los cuadros del pintor.
Las magníficas pinceladas del artista lograron reflejar intuitivamente una propiedad conocida como “luminancia”, que es una medida de la luminosidad relativa entre diferentes puntos. El ojo humano es más sensible a los cambios de la luminancia que a los cambios de color, lo que significa que responden más rápidamente a las variaciones en el brillo de los colores.
Estos científicos, españoles y mexicanos, bajo la dirección del físico José Luis Aragón, de la Universidad Autónoma de México en Querétaro, descubrieron en muchos de sus cuadros, un patrón de estructuras de fluidos turbulentos muy cercano a la ecuación de Andréi Kolmogórov, un matemático soviético que en 1940 –50 años después de que nuestro Vincent pintara su célebre “Noche estrellada”– explicó por primera vez la turbulencia.
El flujo turbulento, en mecánica de fluidos, es el movimiento de un fluido que se establece de forma caótica, las partículas se mueven desordenadamente y sus trayectorias forman pequeños remolinos regulares, sin coordinación, como el agua en un canal de pendiente muy grande; esta trayectoria de las partículas se puede predecir hasta cierta escala, pero a partir de allí se vuelve impredecible; la palabra exacta es caótica.
Aragón y su equipo digitalizaron las pinturas y midieron las variaciones del brillo entre dos píxeles, y se dieron cuenta de que en el período de mayor agitación psicótica sufrida por el pintor, éste pudo captar de forma notable esta turbulencia.
No en todos los cuadros, naturalmente, Van Gogh captaba este movimiento caótico; por ejemplo, en su “Autorretrato con pipa”, del cual él mismo dijo que lo había pintado “en absoluta calma”, no se advierten las mismas características.
Lo sorprendente del caso es que, en una de sus más fuertes crisis, Van Gogh captaba la turbulencia con una precisión matemática.
En las pinturas impresionistas se ve con mayor facilidad ese brillo dinámico y familiar, tan característico de esta corriente artística (como podemos apreciar, por ejemplo, en otro pintor impresionista, Claude Monet, y su hermosa pintura “Impresión, sol naciente”, de 1872). En lo que respecta a Van Gogh, tres de sus cuadros reflejan la luminancia con una escala similar a la de la teoría matemática de la turbulencia: el ya nombrado “Noche estrellada”, “Camino con ciprés y estrella” y “Campo de trigo con cuervos”.
De una manera notable, en estas pinturas Van Gogh captaba, en sus propios períodos de mayor “turbulencia psicótica”, los flujos turbulentos de la naturaleza, como si pudiese acceder a través de su vista a un arquetipo universal.
Hay un vídeo que te invitamos a ver, y que explica con mayor lujo de detalles esta sincronicidad particular entre Van Gogh, la naturaleza y su propio sufrimiento:
El genio humano es innegable, y las maravillas que guardamos dentro aún están por descubrir. Lee también Más secretos ocultos en cuadros famosos.