Comprobar que un delito ha sido cometido bajo efectos de un trastorno del sueño ha de ser una de las tareas más desafiantes para el departamento de investigación policial. Pero matar mientras duermes, por inaudito que parezca, es posible.
Por suerte, los registros de crímenes de este tipo son muy raros, aunque no por ello el asunto deja de preocuparnos. Las historias de las que te hablaremos a continuación sobre sonámbulos homicidas son lo suficientemente perturbadoras como para que el tema nos deje atónitos.
Sonámbulos homicidas. Matar mientras duermes puede ocurrir
Para entender un poco este fenómeno de los sonámbulos homicidas, por qué no comenzar explicando cuándo se produce el sonambulismo, ese estado anormal que conduce a quien lo experimenta a realizar tareas de manera inconsciente mientras aún se encuentra dormido.
Durante el descanso es normal que atravesemos varias fases del sueño. Es en el primer tercio de la noche, en la fase 3 del sueño No REM, cuando más posibilidades existen de que se manifieste esta parasomnia, peligrosa, si no se toman precauciones.
Que se presente exactamente en esta etapa cobra mucho sentido, pues durante el sueño No REM el cuerpo permanece más activo, moviéndose de un lado a otro. En cambio el cerebro no es especialmente dinámico en esta fase, de ahí a que las personas sonámbulas deambulen sin ser capaces de recordar claramente lo que han hecho durante este trance, como les ha sucedido a los sonámbulos homicidas de los que te hablamos más adelante.
Lo más curioso de esto es que no se sabe a ciencia cierta qué lo produce, pero contemplan a la ansiedad, el estrés, el alcoholismo, problemas para conciliar el sueño, e incluso la genética o el uso de ciertos tratamientos, como factores influyentes en el desarrollo de esta parasomnia que afecta a 4% de los adultos
“Soy culpable en mis sueños, pero inocente en mis sentidos”
Con estas palabras Simon Fraser se enfrentó al tribunal para dar su versión de la horrible noche que para él, en un principio, se suponía era un mal sueño. Fraser se encontraba dormido junto a su esposa cuando le asaltó la pesadilla que arruinaría su vida por completo. Soñaba con que una bestia salvaje aterrizaba en la cuna de su bebé para asesinarle. Fraser se levantó de la cama exaltado, y rápidamente atacó a lo que pensaba era la criatura maligna.
Lo desgarrador de esta historia es que, una vez consciente, observó que sus manos chorreaban sangre. El desconcierto y la desesperación se apoderaron de él. Había aplastado la cabecita de su niño contra la pared, confundiéndole con la bestia que había visto en sus sueños y de la que intentaba salvarlo. Una desgracia.
Fraser fue acusado de homicidio por el incidente, pero en vista de que su familia brindó testimonios sobre el historial de sonambulismo de su pariente (había atacado a su padre y a su hermana en el pasado, hasta llegó a lastimarse a sí mismo mientras dormía), decidieron realizar una serie de estudios médicos con los que comprobaron que Fraser no había asesinado a su hijo intencionadamente. Era un sonámbulo homicida, y como tal, fue absuelto del delito. Razonablemente la liberación de los cargos se dio con la condición de que Fraser durmiera en una habitación separada a la de su mujer. Ésta debía estar asegurada con llave a fin de evitar repetir los hechos.
Joan Kiger de 15 años cuenta con una vivencia parecida a la de Fraser. Joan, en uno de sus sueños, escuchó un fuerte tiroteo. Preocupada por su familia, se dirigió a buscar dos armas que su padre guardaba en un gabinete para a atacar a los pistoleros que más tarde describiría como ‘sombras’. Les disparó uno a uno.
Por desgracia estas sombras se trataban de su padre Carl y su hermanito de seis años, a quienes asesinó de varios disparos. A su madre, la única sobreviviente del ataque sonámbulo de Joan, llegó a impactarle el muslo. Por estos sucesos fue condenada a pena de muerte y posteriormente quedó liberada de esta condena tras probarse que padecía de sonambulismo.
Despertar y caer en la cuenta de que has cometido un acto espantoso, incomprensible, motivado por un fenómeno con núcleo en el cerebro del cual todavía nadie ha podido explicar con exactitud, es sin duda una situación difícil de asimilar. Joseph Mitchell por poco acaba con su vida apuñalándose en el cuello y el torso después de enterarse que había atacado a sus hijos.
Eran tiempos turbulentos para Joseph. Perdió el empleo, las deudas crecían y las preocupaciones no le dejaban dormir. Lo hacía a duras penas un par de horas cada noche, entonces comenzó a sufrir de sonambulismo. En uno de sus episodios se dirigió a la habitación de su hijo de cuatro años, tomó su cuello y lo asfixio hasta matarlo. Luego fue por Lexi de 13 años para sofocarla también, aunque a ella la dejó inconsciente por unos instantes. Cuando fue tras Devon, otro de sus hijos, el chico despertó y gritó fuertemente, provocando que Lexi recobrara sus sentidos. Ambos se unieron para luchar contra su padre.
Después de varios minutos de batallar para aplacarlo, los hermanos lograron calmar a Joseph y buscaron a su madre que llamó a las autoridades. A los pocos minutos la policía llegó a la residencia y Joseph corrió alterado hasta su oficina, aseguró la puerta y allí intentó suicidarse. Al día siguiente se encontró esposado en la habitación de un hospital recuperándose de las heridas autoinfligidas sin poder recordar absolutamente nada de aquel trágico día.
¿Conocías sobre el fenómeno de sonámbulos homicidas? es un trastorno tan complejo que los científicos se mantienen masajeándose las sienes al no conseguir respuestas satisfactorias luego de décadas de estudios. Pero así es el cerebro humano, un órgano lleno de misterios.