Stefan Zweig solicita a Freud que vea a Dalí; un Antonio Machado completamente amartelado abre su corazón con unas cuantas palabras a su futura esposa; Dostoyevsky cuenta a su hermano que no se desmoronará el infierno blanco… En este artículo repasamos repasaremos algunas cartas escritas por grandes personalidades de la historia, que nos permiten conocerlos un poco mejor. Aunque las cartas hoy en día se usan sólo para temas formales, antiguamente también servían para abrir el corazón y revelar las inquietudes e intereses de cada uno. ¡Conoce a algunas celebridades a través de las epístolas que enviaron!
Franz Kafka a Felice Bauer
Se hace difícil seleccionar una de las cartas que el escritor checo le envío a esta mujer a principios del siglo XX, fueron demasiadas y todas con un gran contenido. Exponía en ellas su miedo a mantener una relación física con ella y sus ganas de hacerlo a la vez. Mientras las lees parece que nadie puede amar a una mujer hasta el punto que Kafka amó a Felice.
Destacaré una en la que el autor deja en claro que ama con locura a la joven, aún cuando pide “abandonar todo”, es decir, dejar de comunicarse debido a que sabía que su personalidad tóxica terminaría destruyéndola. El gran Franz acaba la carta de esta manera:
“Siempre estaré prisionero de mí mismo, eso es lo que soy y con ello debo intentar seguir viviendo.”
Profundamente sincero e impactante.
Dostoyevski a su hermano.
Fiódor Dostoyevski escribe a su hermano días antes de marcharse a Siberia a cumplir con cinco años de trabajos forzados, en 1948. El escritor formaba parte del Círculo Petrashevski , fue perseguido, arrestado y encarcelado por conspirar contra el Zar Nicolás I y estuvo muy cerca de ser fusilado, pero a último momento cambiaron su pena de muerte por la mencionada anteriormente.
Conmueve leer como narra a su hermano el lado positivo de su situación, aunque claramente no había ninguno. No obstante, podemos llegar a entender que el haber estado a punto de ser ejecutado contra un paredón lo hizo ver el mundo de otro modo, o tal vez sólo quería tranquilizar al receptor de la carta.
“Todavía tengo mi corazón, y mi sangre…Aún puedo amar, sufrir, compadecer y recordar…¡Y también esto es la vida!…Esté donde esté, hermano mío. ¡Podré ver el sol!
Antonio Machado a su futura esposa, Leonor Izquierdo
Las frases de Antonio Machado son memorables. El poeta andaluz no pudo con su ser a principios del siglo XX, una manceba que había sido testigo de trece abriles hasta aquel entonces, le cautivó, lo atrajo ferozmente, por lo que Juan de Mairena, es decir, Machado, contrajo matrimonio con esta adolescente cuando ella cumplió los quince años.
El rapsoda español escribió a la niña una carta de amor un tiempo antes de casarse. Entre tantas palabras y versos bellos, destaco el siguiente fragmento:
“Estoy lleno de ti, diosa mía. Me tienes abrasado en un fuego del que tú eres inocente…y en ese fuego quiero consumirme”
Van Gogh a su hermano
Existen muchas curiosidades de Van Gogh, pero la más llamativa es que en pleno verano europeo de 1880, el pintor holandés confiesa a su hermano, en una carta, sentir no ser del todo “normal”, por decirlo de algún modo. Se describe como un hombre pasional, poco paciente, incluso pregunta a su sangre si debía considerase como peligroso, aunque inmediatamente se responde él mismo que no.
En la misma misiva Vincent se deja ver como creyente y responsabiliza a Dios por la belleza del mundo. Separo un fragmento del mensaje que describe al pintor de modo claro, y conciso.
“Yo soy un hombre de pasiones, capaz e inclinado a hacer ciertas cosas más o menos insensatas, de las cuales suelo arrepentirme más o menos.”
Palabras que demuestran las dudas y tormentos que, parece, asaltaban a menudo al artista.
Stefan Zweig pide a Sigmund Freud que vea a Salvador Dalí
En la última carta que repasaremos en este artículo, se juntan tres emblemas del siglo pasado. Zweig es un gran escritor vienés, hoy en día, quizás se oye más su nombre por estar basada en sus escritos la película premiada “El gran hotel Budapest”, pero lo que nos trae aquí es que pocos años antes de quitarse la vida, el escritor envió una epístola al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. En pocas palabras, el bueno de Stefan estaba fascinado con los cuadros de Dalí, y éste a su vez moría de ganas de conocer al psicoanalista, ya que para crear muchas de sus obras se inspiró en sus ensayos.
Cuenta el catalán que después de una pequeña discusión en la que él mismo exponía su terquedad, Freud acabó diciendo a Zweig: “Nunca he visto un prototipo de español más claramente. Es un fanático”, refiriéndose a Salvador.
De esta bella y curiosa carta destaco el siguiente fragmento para finalizar el artículo:
“No tengo dudas en que debería ver, aunque sea una vez, a este pintor, al que yo siempre he considerado un privilegio conocer y apreciar. No creo, por demás que haya un artista actual más influido por obras suyas que él, y será para mí un honor presentarle al más grande de sus adeptos.”
¿Qué te han parecido estas cartas? ¿Crees que has profundizado un poco más en la personalidad de estos grandes de la historia?
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