Diez años fue el tiempo exacto que necesitó un magistral grupo de científicos de las Universidades de Wake Forest y Carolina del Sur para poder implantar por primera vez en la historia una memoria de tipo artificial en un cerebro vivo. Lograron hacer realidad un suceso que en los años 80 solamente se podía observar en películas de ficción del estilo de Johnny Mnemonic. Supercurioso te informa los detalles más importantes de este genial descubrimiento.

Un hito digno de ciencia ficción

Parece ciencia ficción pero es totalmente real. Algo que hemos disfrutado varias veces en la pantalla del cine ahora es realidad a través de un selectivo proceso de cirugía. Hacemos referencia a la implantación de forma directa de conocimientos en el cerebro, o sea la posibilidad de transformar nuestra «materia gris» en un verdadero disco duro para guardar todo tipo de información. Claro que eliminar todo el mecanismo de aprendizaje de un día para otro podría generar consecuencias sociales impensables, no obstante se trata de una presunción, ya que por el momento esto sólo se ha probado en roedores.

¿Cómo funciona?

El funcionamiento no es nada sencillo a primera vista, se coloca un chip que es el encargado de registrar las ondas del cerebro que llegan hasta el hipocampo (región cerebral encargada de la memoria de largo plazo). Dicho chip mide la estimulación que llega a las zonas conocidas como CA1 y CA3, que son las que controlan los procesos de memorización y aprendizaje de conocimientos nuevos.

El equipo de científicos liderado por el Dr. Theodore Berger, pudo enseñar a una rata a presionar determinada palanca para lograr agua. Hecho esto, el equipo médico anestesió con fármacos específicos la zona CA1 e hizo que el chip ejecutara al proceso inverso, o sea, dirigir al hipocampo las ondas del cerebro grabadas en el transcurso del aprendizaje. Fue así que a pesar de tener esa región del cerebro anestesiada, la rata fue capaz de recordar todo lo aprendido gracias a la información contenida en el chip.

cerebro

El futuro

El Dr. Theodore Berger estima que si contamos con la posibilidad de decodificar conocimientos complejos con el objetivo de traducirlos a sus correspondientes ondas del cerebro sería teóricamente probable implantar nuevos conocimientos cerebrales. El fiel estilo Matrix puede ser una realidad además de ingresar al campo de nuevas investigaciones relacionadas con enfermedades vinculadas a la memoria, como es el caso del Alzheimer.