Una traición es mucho más que el hecho de que alguien que amamos, nos engañe con otra persona. Es la ruptura de un pacto, de un compromiso que dos personas habían establecido de forma implícita, sin necesidad de acuerdos, contratos o firmas.

Ahora bien, cabe señalar también que hay muchos tipos de traiciones, y no estamos hablando únicamente de una infidelidad. Suele decirse que hay otro tipo igual de dolorosa y humillante, como puede ser la traición emocional.

Son personas que pueden llegar a mentirnos durante mucho tiempo, jugando con nuestras emociones y sentimientos sin llegar a traicionarnos con terceras personas. Sin embargo, el amor que dicen ofrecernos, no es sincero.

¿De qué modo deberíamos reaccionar ante este tipo de situaciones? Hay una cosa que está clara. No todos somos iguales, y no todos encontramos alivio con las mismas estrategias. Es más, hay parejas, por ejemplo, que aceptan incluso que sus cónyuges tengan relaciones paralelas, no obstante, también en estos casos existe algún tipo de límite emocional que debe respetarse para no hacer daño al otro.

¿Cómo gestionar entonces ese dolor ocasionado por cualquier tipo de traición? Hablemos hoy sobre ello.

No lo dejes pasar, entiende qué supone en ti dicha traición

Puede que te sorprenda, pero hay personas que prefieren dejarlo pasar, desviar la mirada y hacer como «si nada hubiera ocurrido». ¿La razón? Prefieren guardar silencio, disimular y que nada cambie. No desean perder esa relación aún en el caso de haber sido traicionados.

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No es lo adecuado. Quien calla, esconde, y quien esconde disimula algo que no ha gestionado, que no se ha detenido a analizar para saber qué le supone personalmente. ¿Me siento humillado/a? ¿Me siento infravalorado/a ante el hecho de dicha infidelidad? ¿Siento ira, de qué modo he de canalizarla?

No es saludable esconder o disimular emociones tan intensas. Nos destruyen poco a poco. Hay que hablarlo cara a cara, poner en evidencia la situación y no bajar los rostros.

¿Dejarlo todo o perdonar?

Tal y como hemos señalado al inicio, no hay una estrategia infalible para todas las personas por igual. El perdonar o dejarlo todo depende de la situación, del hecho en sí y de nuestra propia personalidad. Ahora bien, hay algo que está claro: tras una traición ya nada es igual.

Hay situaciones que en cierto modo, pueden llegar a comprenderse. Imagina que hemos estado muy centrados en nuestro trabajo, priorizando nuestros asuntos hasta tal punto de que llevamos meses sin tener en cuenta a nuestras parejas. Hasta que ocurre algo, un desliz, sea cual sea. ¿Cómo reaccionar? Es, sin duda, algo muy personal.

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Hay quien valora la situación y entiende lo ocurrido, es más, en ocasiones hay parejas en las cuales, este tipo de cosas sirven para revivir la relación, para darse cuenta de «lo que estaban descuidando». Otros sin embargo no lo aceptan y ven una doble traición: la física, y la personal por no haber entendido su obligación profesional. Por no haber ofrecido apoyo.

Hay casos y casos. Luego, por ejemplo, están otras situaciones en que por ejemplo, hemos llegado a ofrecer el perdón no una, sino dos, tres y seis veces. Y vuelve a ocurrir. En estos casos merece que nos detengamos un momento a pensar, y tal vez, en la necesidad de «dejar ir» algo que solo nos ofrece infelicidad y una lenta destrucción.

Procura que todo sea privado: tu decisión es sólo tuya

Quien debe decidir si continuar adelante o dejar la relación, eres tú. Nadie debe decidirlo por ti, no te dejes llevar por los comentarios de terceras personas. Es posible que algunos familiares nos digan aquello de «estas cosas pasan, hay que aguantar», o puede que tus amistades te recomienden que hagas las maletas cuanto antes y borres a esa persona de tu mente.

Actúa con calma, pensando en tu integridad y tu equilibrio interno sin necesidad de atender el ruido externo. Actos como este nos hacen madurar, y como tal requiere valentía para superar las consecuencias. Si decides perdonar, sabes que quien se debe esforzar en mantener a flote la relación es tu pareja, demostrándote esa complicidad y confianza perdida. Tú deberás sanarte por dentro, porque este tipo de cosas no suelen olvidarse, pueden superarse pero dejan huella.

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Si lejos de perdonar, tu opción es la de avanzar cortando ese vínculo afectivo, necesitas mucha entereza y esfuerzos personales para volver a ilusionarte, para cerrar esa etapa evitando ante todo guardar rencores u odios. A menudo, las emociones negativas nos hacen prisioneros, así que lo mejor es cerrarte esa puerta y permitirte abrir otras nuevas.

En conclusión, lo que decidas depende solo de ti. La vida afectiva es un aprendizaje continuo que vale la pena experimentar con equilibrio, pasión e inteligencia emocional.