Lo sabemos. Al leer el título de este artículo más de uno se habrá puesto a revisar todas las profecías apocalípticas con la idea de encontrar alguna referencia sobre «dichas semillas» en cuestión. En realidad, es algo más sencillo, pero en cierto modo, no exento de cierta inquietud.

Es posible que recuerdes nuestro artículo publicado en Supercurioso titulado La bóveda del fin del mundo. En él te hablábamos de un singular proyecto: disponer de un banco mundial de semillas de todas las especies vegetales conocidas para, en caso de fatalidad, desequilibrio o catástrofe, poder recuperarse de nuevo.

El proyecto estaba financiado por diversas entidades y nombres famosos como el de Bill Gates. A día de hoy, este búnquer situado en Svalbard, Noruega, y llamado también el arca de Noé del fin del mundo, acaba de abrirse.

Te invitamos a descubrir la razón.

Tiempos de cambios, tiempos de necesidad

Es imposible desviar la mirada ante la actual realidad que todos estamos viviendo. Graves desigualdades sociales, élites políticas satinadas de corrupción, conflictos bélicos que nadie atiende, migraciones masivas…

Son tiempos de cambios, tiempos de necesidad. De hecho, organizaciones humanitarias declaran que las necesidades que se viven ahora con todos los conflictos que se extienden en nuestro mapa mundial, se acerca casi al vivido en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Hay más población, más demanda social, más necesidades… Y últimamente, los problemas que se viven en Oriente está recrudeciendo aún más nuestra realidad.

Son muchos los países de esta franja del planeta que viven ya una creciente hambruna, y por ello, se ha solicitado reabrir la bóveda del fin del mundo para solicitar una serie de semillas.

No tenemos más que ver el conflicto civil que vive Siria. La gravedad del asunto excede ya al número de víctimas, hablamos de millones de refugiados que demandan cobijo y una segunda oportunidad con la cual, recordar qué era eso llamado vida, tranquilidad y estabilidad. A día de hoy, ISIS está tomando el control de la zona, provocando auténticos éxodos y destruyendo además el patrimonio histórico del país.

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Es posible que a simple vista, no encontremos demasiada relación con la bóveda de semillas de Noruega. Ha sido el Centro Internacional para Investigación Agrícola en Zonas Áridas de Beirut quien ha puesto sobre la mesa de Naciones Unidas un grave problema:

  • Van a llegar plagas y van a llegar sequías. La gente que queda está condenada a la hambruna.
  • Los investigadores agrícolas solicitan que les aporten parte de esas semillas de la región que ellos mismos ofrecieron al proyecto, puesto que a día de hoy la situación es ya insostenible.
  • Los científicos no piden nada fuera de lo común, de hecho sólo demandan semillas de trigo, cebada y en especial semillas de gramínea. ¿La razón? Las gramíneas son muy resistentes a las sequías y fortalecen el suelo.

Hay quien pensaba incluso que el fin del mundo llegaría antes de que hiciéramos uso de esta reserva natural. No obstante, los hechos actuales nos están demostrando lo contrario.

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En la actualidad, se está necesitando ya del uso de esta diversidad de semillas para recuperar muchas zonas naturales en proceso de desertificación debido al cambio climático o a problemas sociales. Parece que el futuro que tenemos por delante, va necesitar la ayuda constante de este tipo de proyectos ideados para situaciones extremas.

Esperamos, no obstante, no llegar a estos extremos y que los actuales conflictos, lleguen a su fin para que nuestro planeta, y sus humildes habitantes, disfrutemos de un necesitado equilibrio y respeto mutuo.