Aunque sepas bien cuáles son los 7 pecados capitales, quizá te sorprenda saber que cada uno de ellos está ineludiblemente acompañado por un demonio. De manera concisa, con los pecados capitales, la Iglesia Católica hizo una clasificación de diferentes vicios, para que los creyentes tuvieran una idea clara de lo que es la moral de su religión. De igual manera, dentro de la tradición cristiana, se pensó que era necesario crear a los demonios de los 7 pecados capitales, para así ponerle un rostro al mal. Por otra parte, también se crearon las 7 virtudes, que se oponen y logran vencer a los pecados capitales.
Antes de hablar sobre los 7 demonios capitales, debes saber que su asignación no se debe a la gravedad de su falta, sino a que son la cabeza (cápita) de una serie de pecados que derivan de ellos. Ahora sí, sin más preámbulo, acompáñanos en Supercurioso a conocer la historia de Peter Binsfel, quien, en el siglo XVI, asoció un demonio para cada pecado capital. ¿Quieres conocerlos? ¡Empezamos! 🙂
Los demonios de los 7 pecados capitales
El pecado, en su forma original, constituye un desviamiento de la conducta humana «correcta». De allí, surge la importancia de los ya conocidos pecados capitales que, en palabras de John Bossy, son: «la expresión de una ética social y comunitaria con la cual la Iglesia Católica trató, en su momento, de contener la violencia en la sociedad medieval«. En esto influyen mucho los demonios de los 7 pecados capitales. ¿Por qué? Bueno, sucede que dentro del ámbito iconológico de las imágenes, la representación de virtudes, o en este caso vicios, son la herramienta interpretativa de las fuentes literarias.
Todo se remonta a Peter Binsfel, quien fue un teólogo alemán del siglo XVI, especialmente activo como cazador de brujas. En una de sus obras, escrita en el año 1859, recopiló información de varios autores anteriores y determinó cuáles debían ser los demonios de los 7 pecados capitales. Básicamente, los demonios debían ser la personificación del mal y los que inducían a los hombres a seguir sus malos instintos. Consideraba que, además de los demonios asignados a cada pecado, existían muchos más que podían influir en los actos de las personas. Creía que los servidores del maligno eran numerosísimos.
1. Asomodeo, el demonio de la lujuria
La lujuria, como sabes, es un pecado capital porque produce pensamientos excesivos de tipo sexual, o deseos incontrolables de actos sexuales. Por ello, determinaron que de los demonios de los 7 pecados capitales, el de la lujuria debía ser Asomodeo. Se dice que él se enamoró profundamente de Sara, hija de Raquel. Por lo que, cada vez que ella se casaba, Asomodeo asesinaba al marido en la noche de bodas.
Así sucede hasta que un joven prometido, llamado Tobías, le pide al arcángel Rafael, uno de los 7 arcángeles, que le cuente cómo deshacerse de Asomodeo. El arcángel le respondió que al quemar el corazón o el hígado de un pez, ante un hombre o mujer atacados por un demonio o espíritu maligno, los ataques cesan para siempre. Así lo hizo y desde ese momento, se sabe que Asomodeo huyó a Egipto; dejando en paz a Sara y Tobías, sin que nadie conozca su paradero, pero sí su profundo deseo carnal.
2. Belfegor, el demonio de la pereza
La habilidad de Belfegor, y por lo cual es considerado uno de los 7 demonios capitales, radica en su astucia para seducir a las personas para que elijan la forma más sencilla de obtener beneficios y riquezas. Además, es uno de los 7 príncipes del infierno. Pero, lo más curioso de todo es que la imagen de Belfegor es el de una mujer de absoluta belleza o la de un hombre fuerte y musculoso con una gran barba. No obstante, existe otra descripción física de Belfegor. Algunos escritos lo identifican como un demonio con aspecto atlético, con cuernos de carnero y que, cuando tiene un aspecto humano, cambia sus pies de patas de lobo por unas muy largas.
3. Belcebú, el demonio de la gula
De los 7 demonios de los pecados capitales, el de la gula es el único que intentó enfrentar a satanás, aunque no lo logró. Belcebú deriva etimológicamente de Ba’al Svuv, que significa el señor de las moscas. Nombre que, al parecer, utilizaban los hebreos para burlarse de las ofrendas cárnicas de los idólatras que se pudrían y se llenaban de moscas. Belcebú en su físico toma diferentes formas. En algunos casos, es descrito como un personaje gigante, de rostro gordo y coronado con una cinta de fuego, peludo y con alas de murciélago. En otros, en cambio, lo describen como un hombre de tres cabezas (un hombre, un gato y una rana) y con largas patas de araña. Otros historiadores creen que realmente su nombre es: «señor de la gran morada».
4. Amon, el demonio de la ira
Se dice que Amon es uno de los demonios principales, aquel con la capacidad de comandar 40 legiones de demonios. También se sabe que no hay una alusión directa con la biblia y que no está muy claro el por qué de su relación con la ira. A este demonio, se le relaciona con el conocimiento del pasado y el futuro. Es el único de los 7 demonios capitales que ha sido inspirado por uno de los dioses del Antiguo Egipto. Se dice también, que Amon es un hombre con rostro de lobo y cola de serpiente que arroja fuego por la boca, a él se le atribuyen los actos del homicidio, asalto, discriminación y genocidio.
5. Leviatán, el demonio de la envidia
Leviatán es otro de los demonios de los 7 pecados capitales. Particularmente se asocia con Satán o el Diablo. La Biblia dice que es una bestia marina que fue creada por Dios, y algunos llegan a tener la teoría de que es la reencarnación de la «serpiente» del paraíso, que vemos en la historia de Adán y Eva. El término Leviatán ha sido utilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo. Y, como dato curioso, se dice que Santo Tomás de Aquino fue quien propuso al Leviatán como representación fidedigna del pecado de la envidia.
6. Mammón, el demonio de la avaricia
Ahora, para el pecado capital de la avaricia, el demonio asignado se llama Mammón. De hecho, la palabra hebrea mammón puede traducirse como dinero, tesoro o riqueza, por lo que no es de extrañar su relación con la envidia. La principal referencia al demonio Mammón la encontramos en la Biblia, específicamente en Mateo, 6, 24. En este pasaje se lee: «no podéis servir a Dios y a Mammón». Mientras que, en otras traducciones se lee: «no podéis servir a Dios y al dinero». Además de esto, se dice que Mammón es hijo de Lucifer y, de la misma manera, gran príncipe de los Infiernos.
7. Lucifer, el demonio de la soberbia
Para cerrar nuestra lista sobre los demonios de los 7 pecados capitales, está el «portador de la luz». Todos conocemos quién es Lucifer y la historia de cómo fue expulsado del cielo. También se le conoce como el ángel caído, pues estaba dotado de gran belleza y sabiduría, pero, por su tremenda soberbia, fue arrojado a los infiernos, convirtiéndose en Satanás. Lucifer es aquel que comete el primer y único pecado original: querer ser igual a Dios. De esta manera, se dice que es el encargado de la vanidad, de la prepotencia, de la soberbia y de creerse superior a todo y todos.
Bueno, hasta aquí ha llegado nuestro artículo sobre los demonios de los 7 Pecados Capitales. ¿Los conocías? ¿Sabías que cada pecado tenía un demonio asignado? No dudes en dejarnos un comentario al respecto. Además, cuéntanos; ¿cuál te ha sorprendido más? ¡Te leemos! 🙂 Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer el artículo sobre los símbolos de los pecados capitales, para profundizar en el tema. ¡Te encantará!