Esta es una de esas historias que nos gusta descubrir cada día. Nos habla de esperanza, de futuro y de esa humanidad que sabe construir un proyecto en común por el bien de los suyos. En este caso, de las niñas.

Como ya sabes, la figura de la mujer cae en muchos países en ese velo de silencio donde a menudo, es relegada e incluso rechazada. Es el caso de la India. El hecho de que llegue al mundo a un niña no es algo muy bien recibido. En una sociedad fuertemente patriarcal y patrilineal, son los hombres quienes traen el sustento al hogar, ellos quienes simbolizan la seguridad y la prosperidad. Mientras que las jóvenes, suponen poco más que una carga, un gasto para la familia. Ellas a quienes se les ha de ofrecer una buena dote para que consigan un matrimonio aceptable el día de mañana.

Bien es cierto que esta costumbre intentó eliminarse, pero se sigue practicando. Una tradición, un atavismo social focalizado en la figura de la mujer que muy a menudo, da lugar a numerosos feticidios femeninos para liberar a las familias de una carga económica que no pueden asumir. Lamentable, sin duda, pero real.

No obstante, lo que se está llevando a cabo en Piplantri, una localidad del estado indio de Rajastán, nos llena de esperanza. ¿Quieres saber de qué se trata?

Piplantri. Por cada niña, un bosque

Cuando un niño viene al mundo, toda la comunidad lo festeja con danzas y cantos. Los varones siempre son bienvenidos. Pero desde hace unos años, el nacimiento de una niña también es motivo de alegría, pero se celebra de otro modo. De un modo menos místico y más terrenal, por así decirlo.

Cada vez que nace una niña, deben plantarse 111 árboles en su honor. Y la familia, como la propia niña a medida que crezca, deberán hacerse cargo del cuidado de ellos. Con respeto, dedicación y exquisito cuidado, deberán cultivar esos árboles y los frutos que de ellos se obtengan. ¿La razón? Ellos serán el sustento de la muchacha. Cuando la joven llegue a la mayoría de edad, ese árbol llegará a tener un buen valor, unas 50.000 rupias.

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Piplantri es una zona muy árida de la India. Debido a la explotación de las canteras de mármol la deforestación ha destrozado todo su entorno, todo su ecosistema. Piplantri es poco más que un desierto lleno de desechos mineros donde no crecía nada. Con estos 6 años poniendo en práctica este increíble proyecto, se ha conseguido reactivar la presencia de agua y sales minerales necesarias en el suelo, la llegada del monzón ya no causa tantos estragos, y lo que es aún más esperanzador: hace 6 años las personas debían cavar 200 metros para encontrar agua, ahora, la encuentran a sólo 3 metros.

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Pero aún hay más, el sarpancha -el alcalde de la localidad- es quien ha promovido este proyecto, facilitando además que a cada niña que venga al mundo se le otorgue una determinada cantidad de dinero recogida entre todos los vecinos para el bienestar y futuro de las mismas. Los datos que últimamente se reciben sobre la proporción de natural de sexos en la India empieza a ser alarmante, lo cual demuestra claramente la práctica del aborto selectivo de niñas. Pero el proyecto llevado a cabo en Piplantri es, sin duda, un aliento de esperanza. Aquí ya no se llevan a cabo abortos y la proporción entre hombres y mujeres ya está «casi» equilibrada.

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A día de hoy tienen plantados algo más de 285.000 árboles, creando un nuevo tipo de industria a base de cremas naturales, aceites y plantas de aloe vera, que está trayendo prosperidad a las mujeres y a la comunidad.  Una revolución «verde» que cuida del medio ambiente y que da esperanza a un buen número de jóvenes que esperan tener un futuro mejor.

Ojalá que la idea se extienda a más lugares de la India. ¿Estás de acuerdo?

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