Todos sabemos la historia de Jesse Owens, el atleta de color, nieto de esclavos que en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 ganó cuatro medallas de oro ante un Adolf Hitler que vio la cita olímpica como el escenario perfecto para ensalzar al nazismo y la superioridad aria. Pero Owens no fue el único estadounidense en ridiculizar a Hitler, el equipo de remo también humilló a la Alemania nazi. Por aquella época, el remo era el deporte rey de los Juegos Olímpicos junto al atletismo, por lo que la derrota alemana fue aún más sonada.

Un equipo amateur

Pese a que el sistema deportivo universitario estadounidense ya era una realidad, un grupo de trabajadores del estado de Washington, agricultores, leñadores o pescadores furtivos de salmones, se impuso a los universitarios y se convirtió en el representante de EEUU en Berlín. Un éxito olímpico les permitiría abandonar la vida monótona en sus gélidos pueblos del noroeste del país y alcanzar la gloria. Tras un duro entrenamiento, antes de embarcar llegó el primer imprevisto: Bobby Morch, su timonel, descubrió que era judío. Aún así, subió al barco.

Una vez en Berlín, los remeros estadounidenses se dedicaron a parear por el bulevar Unter den Linden mientras comían bratwursts, compraban cámaras Kodak y trataban de ligar con las alemanas como cualquier turista más. Eso sí, dos detalles los diferenciaban del resto de turistas: las plumas indias con las que entrenaban y el “Heil Roosvelt” con el que saludaban cada vez que oían un “Heil Hitler”. Y así fueron avanzando fases hasta llegar a la final.

14-8-1936, 18:00

A esa hora estaba prevista la salida de la final a 8 con timonel, donde además de EEUU participaban la Alemania nazi, la Italia fascista de Musolini o los universitarios británicos, otro país con una gran tradición en el remo. El clima, una tarde lluviosa y oscura, no acompañaba; Don Hume, uno de los remeros, tenía fiebre y por si fuera poco el Comité Olímpico Alemán le asignó a EE.UU. el peor carril, mientras que los representantes alemanes se quedaron la mejor, donde deberían haber estado los estadounidenses.

El equipo estadounidense no se enteró de la salida, y empezaron a remar con una palada y media de desventaja sobre Alemania. El escenario ideal para alemanes e italianos, que marchaban en cabeza con cinco segundos de ventaja frente a EEUU. Con Hitler y Goebbels en la grada y el público volcado con el equipo alemán, los EEUU capitaneados por el judío Morch se pusieron en cabeza a 200 metros. Tras el esfuerzo, alemanes e italianos los alcanzaron y llegaron a la línea de meta tan igualados que casi nadie sabía quién era el ganador.

Cuando la megafonía anunció la victoria estadounidense, Hitler, Goebbels y el resto de jerarcas nazis se fueron del lago donde se disputaba el remo. Una historia mucho menos conocida que la de Jesse Owens pero que fue otro importante golpe a la propaganda olímpica nazi.

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