Nadie duda de la fuerza de la «palabra», del poder que tiene para crear y también para destruir. Todos nos hemos sentido poderosos alguna vez utilizando las palabras, ya sea para alentar, sanar espiritualmente, animar… o por el contrario para provocar dolor, humillar o castigar. El poder del «verbo» es infinito y por eso son los encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda. Vamos a conocer más entorno a esos conceptos que se basan en la fuerza de la palabra.

Encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda

El encantamiento es «un conjuro o hechizo creado con palabras» y la maldición es la expresión oral de un deseo maligno apuntando a una o varias personas. En ambos casos la palabra es el vehículo a través del cual se consigue lo que se quiere.

Encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda
El Jardín encantado de Messer Ansaldo por Marie Spartali Stillman

El encantamiento es normalmente pronunciado por un «mago» que dice unas palabras para cambiar el natural devenir de las cosas o el comportamiento de los seres. Suele contener la repetición de alguna de sus partes varias veces. La maldición puede ser dicha por cualquiera, pero en muchos casos se atribuyen poderes especiales a algunos colectivos, cosa que ocurre en España con el pueblo gitano.

El encantamiento frecuentemente tiene lugar durante un ritual y en muchos casos se invoca la ayuda o intervención de un ser espiritual o una deidad, aunque si el mago es suficientemente poderoso lanza el encantamiento en imperativo. La maldición puede ser dicha en cualquier momento, expresa un deseo y se dice normalmente en subjuntivo «que te parta un rayo». También pueden maldecirse objetos para que actúen contra alguien o solicitarse la intervención de algún espíritu maligno o difunto.

Encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda
Página de un libro de encantamientos S.XIX

El término «encantamiento» viene del latín «incantamentum»  que a su vez proviene de «Incantare» in (en) cantare (canto); es decir «en el canto». Quizá porque los encantamientos suelen recitarse con una cadencia cercana a la musicalidad. Maldición proviene también del latín y sus raíces son evidentes, de «maledictio» male (mal) dic (decir) más el sufijo -tio.

El encantamiento tiene también un sentido de engaño; como que la magia no es real, aquellos que realizan encantamientos producen «ilusiones» y embaucan a la gente, provocando que crean en transformaciones que no existen. Las maldiciones al poder ser dichas por cualquiera tienen un gran poder. Eran utilizadas por griegos y romanos que solían escribirlas en tablillas. En ellas se describía la maldición y el motivo de ésta. A pesar de que todos podían maldecir, existían unos sacerdotes especializados en lanzar maldiciones.

Encantamientos y maldiciones, dos caras de la misma moneda
Maldición escrita en hoja de plomo, siglo IV a. C.

Os dejamos con uno de los encantamientos más conocidos: Abracadabra. Se discute si proviene del arameo (avrah kahdabra) o del hebreo (Aberah KeDabar) y su significado sería: «iré creando conforme hable».

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