Todos nosotros podemos pasar malas épocas, malos momentos donde sentirnos deprimidos, apagados de la vida, de las emociones y de ese rumor existencial donde las ilusiones y las ganas por deleitarnos de las cosas nos definen y acompañan.

Algo que también debemos tener en cuenta es que «estar deprimido» no es tener una depresión. No si dicho estado no se alarga en el tiempo y nos impide seguir con nuestro ritmo habitual.

Ahora bien, hemos de distinguir, eso sí, determinados tipos de personalidad que interiorizan de tal modo dicho estado, «el estar deprimidos», no como consecuencia a un hecho puntual: haber perdido el trabajo, ser rechazado por la pareja, etc.. Sino por una falta de estrategias a la hora de afrontar esas dificultades diarias más simples: la frustración cotidiana que siempre trae la vida.

Hay personas para las cuales, estar deprimidas es la reacción habitual al día a día. Tiene que ver sobre todo con la insatisfacción, y a la vez, con la carencia de adecuadas capacidades para hacer frente a dicha sensación. Es lo que en psiquiatría se conoce como «códigos Z».

Te hablamos sobre ellos en Supercurioso.

¿Estas casi siempre deprimido? Quizás seas un código Z Quizás seas un código Z

Te pondremos un sencillo ejemplo de lo que los psiquiatras consideran un código Z. El señor Martínez lleva una vida normal y feliz, tiene trabajo y una familia. Ahora bien, en los últimos días se siente sobrepasado por su actividad laboral, teme ser despedido y el temor, la angustia, hace que acuda de forma frecuente a la consulta de atención primaria: se siente deprimido.

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Pasan los meses y el señor Martínez vuelve a solicitar ayuda médica: percibe que no es apoyado por su mujer, y que sus hijos adolescentes ya no le hacen caso y priorizan otras cosas. Vuelven a pasar los meses y una vez, más, acude a su médico: no sabe qué le pasa, tiene mareos, dolor de cabeza y siente que su vida ha perdido el rumbo.

Analizando con más calma el caso del señor Martínez, los psiquiatras deducen que no tiene ninguna enfermedad psicológica ni física. El señor Martínez encaja en lo que se considera un código Z, por estas razones:

  • El malestar es puramente emocional, no es tampoco una depresión encubierta, son crisis puntuales ante las que la persona, carece de adecuadas estrategias para resolverlas.
  • Suelen ser personas «intolerantes al sufrimiento». En nuestro caso, vemos que el señor Martinez teme ser despedido del trabajo, y ésta angustia es la que le hace ir a la consulta de atención primaria: «se siente sobrepasado». En lugar de ahondar en su situación en la empresa y de buscar nuevos caminos u opciones, se queda estancado. Más tarde, en vez de hacer frente a los problemas que tiene en casa con su mujer y sus hijos, opta también por pedir ayuda médica. «Externaliza sus problemas», en lugar de afrontarlos.
  • La vida no siempre es fácil, nos arrastra con múltiples problemas diarios. Y en estos casos, los código Z son perfiles que no aceptan esas disonancias cotidianas, esas pérdidas de seguridad, esas frustraciones al ver que las cosas no suceden como uno espera…
  • Según los propios psiquiatras la mayoría de problemas en las personas «código Z», tienen su origen en dimensiones emocionales. En sus parejas. No pueden afrontar un rechazo, no saben establecer una relación sin que exista ese miedo a ser abandonados, o esa sensación de que sus necesidades afectivas nunca se cubren de forma satisfactoria. Siempre les falta algo, siempre falla algo… Y de ahí, sus tristezas.

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Ahora bien, el auténtico problema en estos casos está en cómo ofrecer ayuda a dichos pacientes. Muchos profesionales acaban recetando las famosas «píldoras de la felicidad», es decir, ansiolíticos, antidepresivos… ¿Es esta la solución? No siempre. El dolor de la vida no se va con un fármaco, no al menos en todos los casos, no en todas las personas.

El sufrimiento, la sensación de tristeza debe afrontarse desde dentro, aprendiendo nuevas estrategias, asumiendo que la vida no siempre es fácil, que el amor a veces duele y que por encima de todo, debemos saber amarnos a nosotros mismos, y recordar que para ser feliz también hay que ser valiente.

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Así pues, si piensas que eres un código Z, cultiva tu ilusión cotidiana, quiérete un poco más y busca ayuda profesional si lo necesitas. Vivir es una aventura que vale la pena, aunque a veces, tenga sus días de oscuridad.

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