La historia de la humanidad está llena de curiosidades y la medicina, que forma parte de ella es un vivero de anécdotas interesantes. Los médicos de todos los tiempos se han esforzado por mejorar sus técnicas y sus remedios para curar a los pacientes que les llegaban solicitando su ayuda. En ocasiones utilizaron sistemas muy ingeniosos para conseguirlo, como las hormigas bengalíes para suturas y otras curiosidades médicas que queremos explicarte.

Curiosidades médicas

Hormigas bengalíes para suturas

La naturaleza ofrece en ocasiones remedios naturales casi perfectos. Los cirujanos indios de la antigüedad no tenían agujas e hilo como los actuales y habían comprobado que para reparar determinadas heridas, especialmente las abdominales, era muy difícil utilizar el primitivo instrumental de que disponían ya que perforaba más los órganos dañados, dificultaban la cicatrización y causaban infecciones.

Hormigas bengalíes para suturas y otras curiosidades médicas

Estos galenos decidieron utilizar hormigas bengalíes para las suturas. Estos animales muerden todo aquello con lo que entran en contacto actuando como unas abrazaderas, muy similares a las grapas modernas. Aplicaban las hormigas sobre los colgajos de la herida y estas mordían uniendo los dos lados; en ese momento el cirujano separaba el cuerpo de la cabeza que quedaba agarrada como si fuera una grapa. No causaban infecciones y el propio cuerpo las expulsaba cuando ya no las necesitaba.

Rinoplastias 500 años a.C.

Estos mismos cirujanos indios, 500 años a.C. ya realizaban las  operaciones de estética que hoy llamamos rinoplastias. El motivo era que a diferencia de los guerreros griegos y romanos, los indios no utilizaban casco, por lo que al carecer de protección era frecuente que tanto las orejas como la nariz quedasen cortadas en la batalla. A estos casos hay que añadir que uno de los castigos por saltarse la ley era la pérdida del apéndice nasal.

Los médicos con tantos «clientes» idearon un sistema para crear una nueva nariz siguiendo unos procedimientos que recuerdan de alguna manera a la rinoplastia actual. Formaban unos colgajos con piel de la frente del paciente que doblaban hacia los agujeros nasales creando la forma de una nariz e insertaban unos tubitos huecos en las aberturas nasales para mantener los conductos abiertos mientras cicatrizaba el nuevo apéndice.

La primera cesárea en el año 1500

La primera cesárea de la historia en la que sobrevivieron madre e hijo fue practicada a Elizabeth Alespachin sobre el año 1500 por su marido Jacob Nufer. Este hombre del pueblo suizo de Turgovia era de profesión castrador de cerdos y posiblemente estaba muy familiarizado con la anatomía de estos animales. Las comadronas de la época únicamente procedían a hacer la cesárea cuando la madre había muerto.

Hormigas bengalíes para suturas y otras curiosidades médicas

Cuando Elizabeth, madre primeriza, llevaba ya varios días de parto y estaba casi sin fuerzas y al borde de la muerte, su esposo pidió permiso para practicarle la cesárea. Le fue concedido y sobrevivieron tanto la madre como el hijo.

Jugo de Hígado para la ceguera en el antiguo Egipto

Los egipcios utilizaban jugo de hígado para tratar tanto la ceguera nocturna como otras enfermedades que afectaban a los ojos. Este remedio, que parece una absurdidad, se basaba en un principio activo que hoy también se utiliza en muchos tratamientos oculares: el retinol. El retinol es una de las formas de la vitamina A y el hígado lo contiene en gran cantidad.

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