En Supercurioso nos encanta repasar los fenómenos misteriosos, por ejemplo las casas embrujadas . En esta ocasión queremos hablarte de la ouija y de las historias que surgen alrededor de ella.

¿Qué es la ouija y cuando se empieza a «jugar» con ella?

La ouija es una tabla -generalmente de madera- con letras y números inscritos a través de la cuál, dicen, se puede contactar con los espíritus de los fallecidos.

El momento en que se empezó a usar no está demasiado claro, sin embargo, sí se sabe que fue a partir de la moda espiritista que inundó Occidente a finales del XIX que ganó fama.

Jugar a la ouija: 3 aterradoras historias

1. J-A-K-E

Cindy, una chica de 13 años, decidió probar usar la tabla de ouija con sus hermanas, buscando un poco de emoción. Jugaron de noche y en secreto, ya que sus padres eran muy muy religiosos y sabían que no lo aprobarían. Tras jugar con sus hermanas, algo le sucedió a Cindy: no podía dejar de pensar en usar la ouija e hizo una lista de preguntas que hacerle.

Cindy aprovechó una hora que estaba sola en casa, mientras sus hermanas aún permanecían en el instituto y contactó con los espíritus nuevamente. Intentó comunicarse, pero, al principio, parecía no haber nadie. Tras un rato, la plancha empezó a moverse y deletreó: «H-O-L-A». Cindy, muy nerviosa, respondió: «Hola, ¿quién eres?». El espíritu respondió: «Jake«. Cindy se quedó sin respiración, Jake era un compañero de su clase que murió cuando tenía 9 años. Cindy le preguntó si era realmente su Jake y el espíritu le respondió que, efectivamente, era él.

chica ouija

Cindy siguió hablando con Jake durante dos semanas más, pero tras este periodo, las conversaciones -hasta entonces inocentes- se volvieron más oscuras y agresivas. Poco a poco, empezó a tener la sensación de que Jake quizá no era realmente Jake. Finalmente, el espíritu reconoció ser un demonio y amenazó a Cindy con matarla si le contaba a alguien más que mantenían conversaciones. Ese mismo día, las hermanas de Cindy la encontraron enroscada en un rincón de la casa, llorando desconsoladamente. No podían hacer nada por ella, estaba fuera de sí. Cindy tuvo que pasar una semana entera en un psiquiátrico para recuperarse de los daños emocionales que aquella «presencia» le infligió durante sus conversaciones, especialmente en la última de ellas.

2. Nunca acuses de cobarde a un espíritu

Unos amigos decidieron jugar a la ouija, a pesar de que la dueña de la casa donde se encontraban y del tablero estaba en contra. Empezaron a jugar y preguntaron: «¿Hay alguien ahí?». Nadie respondió. Uno de los chicos, molesto, escribió en el tablero: «Si estás ahí  y no estás respondiendo es que eres un cobarde«. Luego dejaron de jugar porque nadie contestaba. Sin embargo, el juego no había terminado para aquel chico que llamó cobarde a quien estuviera al otro lado.

ouija

Varios días más tarde, el chico se despertó inquieto, en medio de la noche. Intentó volver a dormir, pero no pudo. De pronto, oyó como de la planta de abajo llegaba una voz que decía: «Coge al chico». Era una voz susurrante y rota, como si le costase hablar. El chico dio por sentado que se lo había imaginado y volvió a acostarse. De pronto «¡COGE AL CHICO!», sonó mucho más fuerte y cerca. El chico se levantó de un salto, asustado. Entonces la puerta de la entrada sonó. No había nadie abajo, ni tenían vecinos. Fuera lo que fuera había entrado en casa, despertado al chico y se había marchado.

3.»Te veo a través de la ventana»

Un chico de 12-13 años estaba pasando la noche en casa de un amigo. Su amigo y su hermana decidieron jugar a la ouija y así lo hicieron. Empezaron a mover la plancha, deletreando palabras sin sentido, por diversión. De pronto, se deletreó: «Puedo veros a través de la ventana» y luego, «Puedo ver a través de sus ojos».

gato negro

Sólo había una ventana en la habitación, una muy pequeña. Miraron a través de ella y no vieron nada, así que decidieron preguntar un poco más. «Estoy bajo el coche«, respondió el tablero. Miraron de nuevo por la ventana y vieron que debajo de un coche había un gato negro que bufaba y les miraba. Los chicos salieron de la casa corriendo. Justo entonces hubo un fallo eléctrico y todas las luces se apagaron. Nunca volvieron a jugar a la ouija.

Y tú, ¿crees en la ouija? ¿Has jugado alguna vez y has tenido alguna experiencia? Cuéntanoslo.

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