¿Es posible que muchas santas hayan sido anoréxicas? En Supercurioso, como siempre, abrimos espacio para los hechos interesantes e insólitos.

Catalina de Siena

Siendo una de las últimas descendientes de una familia con 25 hijos y sobreviviente de un parto de mellizas el 25 de marzo de 1347, Catalina Benincasa se sintió desde niña destinada a servir a Dios, dando diversas señales de ello, como su temprano deseo de hacerse eremita (retirarse a un desierto para dedicarse a la oración) y como la de una completa ausencia de apetito. La futura santa Catalina de Siena llevó una vida de oración, martirio y privaciones voluntarias la mayor parte de sus 33 años de vida, murió en 1380, aunque también realizó una obra que no sólo la llevó a ser canonizada, sino también a convertirse en una de las primeras mujeres en ser declarada Doctora de la Iglesia por el papa Paulo VI.

santa catalina

Pero lo que nos interesa destacar en este artículo es que uno de los signos de vocación y profunda religiosidad también pudo ser un síntoma de una enfermedad muy frecuente en estos tiempos modernos: la anorexia.

La enfermedad

La anorexia es un trastorno en los hábitos alimenticios caracterizado por la falta de apetito y por una conducta que puede llevar a pérdida de peso y a estados graves de inanición. Es considerada una enfermedad nerviosa y en el siglo pasado se convirtió, junto con la bulimia, en una afección típica –que no exclusiva– de adolescentes y jóvenes pertenecientes a naciones y clases sociales privilegiadas, donde la comida jamás es un problema.

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Naturalmente, eso no impide que en las clases con menos recursos también se encuentren mujeres anoréxicas, aunque no es lo usual.

Santas anoréxicas

La vinculación de este trastorno con algunas conductas religiosas no es una novedad, en 1992 el profesor e historiador Rudolph Bell publicó un estudio titulado Santa anorexia, en el que detectó este mal en las vidas de al menos 261 santas y beatas, desde 1200 hasta nuestros días.

Volviendo a santa Catalina, ella se alimentaba apenas con hierbas crudas y algo de pan, y en los casos en que era obligada a comer más vomitaba lo ingerido. En aquellos días, la ausencia de apetito o el rechazo a la comida no eran vistos como una posible patología, sino como un modo de martirizar el cuerpo, rechazar los placeres de este mundo y aproximarse a la divinidad.

Al aproximarse a la muerte por inanición estas futuras beatas y santas se sentían más cerca de los sectores más pobres y humildes de la sociedad, y también se sentían más próximas a la imagen del Jesús sufriente en la cruz.

Exorcismos y anorexias

Los avances en el campo de la psicología y la medicina psiquiátrica durante el siglo pasado obligaron a la iglesia católica a reformular sus criterios sobre las posesiones demoníacas y sobre cuándo debía realizarse un exorcismo, aunque no sin oposición de los sectores más conservadores de la iglesia.

En este sentido, tal vez deba también reconsiderar sus parámetros en torno al ayuno excesivo como signo de santidad.

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