El ser humano tiene una naturaleza peculiar. Por más ciencia y comprobaciones empíricas que rodeen su universo, siempre tiene la tendencia a buscar y tratar de explicar esos fenómenos que parecen escapar de toda razón. En este sentido, son muchos los lugares embrujados del mundo que parecen estar teñidos de un hálito de misterio y maldiciones, ante los cuales no sabemos bien cómo reaccionar. La historia de una casa maldita, conocida como la maldición de la mansión Winchester, es una de las más interesantes para ilustrar esta premisa. Seguro que alguna vez habrás escuchado hablar de ella…
Una sofisticada y antigua construcción que, según nos recomiendan, «no debes entrar solo bajo ningún concepto» ¿La razón? No, no es que debas temer a los fantasmas, sino que su principal misterio reside en que se trata de una construcción tan compleja, extraña y caótica, que corres el riesgo de perderte y no encontrar jamás la salida.
La razón de esta locura arquitectónica se debe a la mala fe de un grupo de médiums, unas personas que se aprovecharon de la viuda de William Wirt Winchester; Sarah Lockwood Winchester. Sin saberlo, fueron ellos con sus malas artes quienes originaron los fenómenos verdaderamente extraños en esta mansión. Ellos quienes trajeron la calamidad a una mujer que se sentía sola y abandonada. Pero empecemos la historia en su orden correcto, por sus inicios… Te advertimos: si te impresionas con facilidad y le tienes miedo a los fenómenos paranormales… quizás este no sea el artículo para ti…
La historia de la mansión Winchester
La región de San José, en California, es el lugar en el que se emplaza esta potente mansión protagonista de una de las leyendas urbanas más misteriosas sobre lugares embrujados. La historia de la mansión Winchester empieza con la fama de su propietario, el señor William Wirt Winchester. Este hombre fue el tesorero de la Compañía de Armas de Repetición de Winchester, cargo que ocupó hasta su muerte en 1881. Fue también el heredero del famoso rifle que tantos desastres humanos provocó durante el pasado. Fue él junto a su esposa quienes alzaron su elegante mansión en San José, a finales del siglo XIX.
Pero la fatalidad llegó muy pronto a la familia. La maldición de la casa Winchester se hizo sentir pronto, con un crudo castigo a los habitantes de aquel hogar. La única hija de ambos murió tempranamente en tristes circunstancias, algo que llevó a Sarah Winchester a una larga depresión. Y, como si esto fuera poco, al cabo de unos años falleció también su esposo, víctima de una depresión que no pudo superar tras la muerte de la hija que tenían en común.
Demasiado horror, demasiado dolor en tan poco tiempo… Sarah Winchester no sabía qué hacer y recurrió a la última opción que debía haber elegido: llamar a unos médiums. ¿Y qué fue lo que le dijeron dichos expertos?
Obviamente que la tragedia se debía a un mal de ojo, a una oscura maldición asociada a la familia Winchester y a su marido en concreto. El peso de todas las muertes durante la Conquista del Oeste, pesaban, según los médiums, sobre ese sanguinario apellido que había diseñado la famosa arma. Entonces, como un manto, la historia de la mansión Winchester para la posteridad ya parecía estar marcada.
La maldición de la casa Winchester
La maldición de la casa Winchester no fue más que una buena oportunidad que un grupo de estafadores de la fe encontraron para trastornar aún más el débil ánimo de la pobre Sara Winchester. Ella era aún una mujer muy joven cuando ocurrieron las tragedias de la muerte de su hija y su marido. Pero, a partir de entonces, su vida se tiñó de aún más desesperación y tinieblas, puesto que hasta que falleció vivió con la angustia de escapar día tras día de esa terrible maldición. Y para evitarla, debía seguir las órdenes que le pautaban los médiums.
¿Y qué fue lo que le “recomendaron” para sanear la historia de la mansión Winchester? Pues que hiciera obras en la mansión. Que la hiciera más grande, con más salas, más habitaciones, más corredores, más recovecos, puertas falsas, pasillos que no daban a ningún sitio… Sarah Winchester contaba con una herencia de 20 millones de dólares y unos beneficios netos de 1.000 dólares al día.
Estábamos en 1881 y los médiums se enriquecieron notablemente con ella gracias a estos consejos sin sentido, a una premisa que se basaba simplemente en mantener una obra en la casa las 24 horas del día de forma interrumpida. Fueron, pues, 38 años de construcción continua, levantando así un auténtico rompecabezas arquitectónico sin principio ni fin, para evitar que los fantasmas la molestasen, para huir de una maldición asociada a los rifles Winchester.
La casa llegó a tener hasta siete plantas de altura, aunque el terremoto de 1906 dejó la remodelación en cuatro pisos. Había puertas que no llevaban a ninguna parte, escaleras que subían y tras una puerta volvían a descender o que daban directamente al techo…un caos que podía llevar a la locura a cualquiera. Una casa que acabó disponiendo de 7 pisos, de 160 cuartos, 40 habitaciones, 6 cocinas, 13 baños, 47 chimeneas e increíbles salas inútiles. Además, tenía elementos decorativos sin sentido, casi todos asociados al número 13, el número favorito de Sarah Winchester.
A raíz a estas construcciones, que marcaron la historia de la mansión Winchester, se enriquecieron casi diez familias a lo largo de cuatro décadas, gracias al maquiavélico plan de unos falsos médiums.
Lo más asombroso de todo esto es que cuando Sarah falleció a los 83 años, fue su sobrina quien pudo gestionar finalmente el patrimonio familiar. Pero cuando puso a subasta esa desconcertante mansión, solo obtuvo 135.000 dólares. Una auténtica miseria. Desde entonces, la casa es un centro de peregrinación continua. Se dice que la pobre señora Winchester sigue allí, desolada, llorando la pérdida de su marido y de su hija, lamentando además haber sido engañada durante tantos, tantísimos años…
La pérdida de la cordura
La historia de la mansión Winchester está marcada por una tragedia familiar, que dejó a una mujer sumida en la soledad y en la desesperación. De lo que poco se habla es de que todo aquello pudo terminar por convertir a Sara Winchester en una persona completamente trastornada. Víctima tanto de los estafadores de momento como de su propia y lastimada mente.
Se cuenta que la mujer realizaba sesiones de espiritismo en una tétrica torre de la casa, a la que llamaba «El sombrero de la bruja». Luego de aquellos encuentros, a la mañana siguiente amanecía con nuevas instrucciones y planos de construcción para el capataz.
Otro dato curioso sobre la maldición de la casa Winchester y los detalles de su construcción, es que las escaleras se diseñaron con escalones casi planos y de estructura claustrofóbica, hechos así para recorrer más espacio a menos altura debido a la artritis paralizante que padecía Sarah Winchester.
Y tú, ¿Conocías la historia de la mansión Winchester? ¿Te animarías a recorrerla con tus propios pies? ¿O preferirías verla de lejos? Déjanos todas tus opiniones en un comentario. ¡Estaremos encantados de leerte!