¿Qué pasa cuando comenzamos a cuestionar todo lo que nos rodea? Una de las probabilidades es que nos volvamos más conscientes de cuán compleja puede ser la realidad, en cuanto cruzamos la barrera de lo que se percibe a simple vista y de lo que va más allá de la lógica. Las contradicciones y los enigmas están por todas partes, desafiando por completo al sentido común cada vez que nos damos la tarea de encontrarlos.

Precisamente, descubrir este tipo de incógnitas imposibles de resolver, era algo que a los antiguos filósofos griegos les resultaba fascinante. Con ello formulaban dilemas enmarañados, como la Paradoja del Cocodrilo que leerás a continuación. Te lo advertimos: parece simple, pero nadie ha podido resolverla desde la Antigua Grecia. ¿Te atreves a descifrarla?

La Paradoja del Cocodrilo, sin solución

El creador de la Paradoja del Cocodrilo que ha hecho del cerebro de quienes han intentado resolverla, un menudo desastre, fue el filósofo griego Eubulides de Mileto. También creador de la famosa paradoja del mentiroso, que plantea esta singularidad: Un hombre afirma que está mintiendo. ¿Lo que dice es verdadero o falso?”.

¿Engorroso? Espera a leer la paradoja del cocodrilo, que por mucho que fuera posible hallarle una, dos, tres o más respuestas, con fundamentos aparentemente lógicos y convincentes, te retamos a que compruebes por ti mismo consultando en la web, para verificar si tu versión es la que responde mejor al enigma.

La Paradoja del Cocodrilo, irresoluble desde la Antigua Grecia

Pero si de algo estamos seguros, es que lo único que puede confirmarse será que no tiene solución, al ser una enorme contrariedad. Y no se trata de un ‘problema imposible’ por el hecho de que un cocodrilo sea capaz de hablar, para dejarlo claro.

El asunto va así: un cocodrilo captura a un niño. Su padre, con el alma en vilo, intenta negociar con el animal salvaje.

El cocodrilo siendo de lo más razonable le promete al padre del pequeño que el niño será devuelto si el padre es capaz de predecir lo que hará a continuación, es decir, si planea regresárselo o no. El padre le contesta que no lo devolverá.

¿Ahora qué ocurre? El cocodrilo no sabe qué hacer porque si el padre está en lo correcto, su intención por supuesto es quedárselo. Pero si el cocodrilo no lo devuelve, estaría rompiendo su promesa. Es a este punto dónde se vuelve complicado el juego mental de Eubulides. Pues, si el cocodrilo decidiera entregar al muchacho, la predicción del padre se volvería, en teoría, incorrecta ¿cierto?. Entonces, ¿qué debe hacer el cocodrilo?

¿Ya notaste por qué se afirma que la Paradoja del Cocodrilo pertenece a ese conglomerado de dilemas irresolubles? ¡Cuéntanos qué opinas!

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