Una de las frases de Spinetta dice: «Tengo que aprender a volar entre tanta gente de pie». Tal vez, esto mismo fue lo que pensó Larry Walters, un hombre estadounidense que, inundado por su gran sueño de volar, lo realizó pero de una manera muy especial… En Supercurioso creemos que volar fue, es y será ese gran sueño que las personas han tenido instalado desde siempre en su cerebro. Y es que no hay nada como imaginar que se puede levantar el cuerpo del suelo y conquistar la inmensidad del cielo, con la misma soltura que los pájaros y con la misma fortaleza que un avión.

Es por ello que, dentro de esta estela de sueños imposibles, la figura de Larry Walters sea, precisamente, una de las más curiosas que nadie recuerde jamás. Su peripecia se halla dentro del anecdotario de la aeronáutica como algo tan inusual como fantástico y que merece sin duda recordar. ¿Quieres conocer más? ¡Continúa leyendo! 🙂

Larry Walters, un vuelo muy inusuallarry walters

Larry Walters nació en 1949 en la ciudad de Los Ángeles. Él quería ser piloto, nada deseaba más en su vida que surcar los cielos, llevando entre sus manos el mando de un avión, pero la vida lo llevó a conducir un camión durante toda su vida. Además, tenía un problema muy común… era corto de vista, por lo que su sueño de ser piloto no pudo ser. Sin embargo, los sueños, en ocasiones, tienen la fuerza de una legión entera y Larry sabía que su fantasía no podía ser cortada de tal modo. Así que, ¿os imagináis qué hizo este joven norteamericano? ¡Construir su propia máquina voladora!

Casi como si fuera uno de los inventos de Leonardo Da Vinci, Larry Walters diseñó un artilugio innovador. Comenzó a investigar de una forma eficiente, pero barata de volar. Hasta que al fin un día, después de tanto pensar, pasó por su mente una gran idea: utilizar globos meteorológicos inflados con helio. Estos estarían amarrados, nada más y nada menos, que a su propia silla de jardín; así podría elevarse tanto como quisiera y dirigir su vuelo.

Despegue y aterrizajelarry walters

El despegue fue el 2 de julio de 1982, tras muchos meses de planeación y construcción de la ‘máquina’ voladora. Larry Walters contó con la ayuda de sus amigos, quienes organizaron una reunión antes de su partida. Además, juntos prepararon una bolsa con víveres: cerveza, sándwiches, snacks y… ¡Un rifle!. ¿Te puedes imaginar para qué era el arma? Efectivamente, para ir reventando los globos y conseguir así el descenso de su sofisticada máquina voladora.

Antes de contarte cómo fue el viaje de Larry Walters, debes saber que esta no era la primera vez que pensaba en utilizar los globos meteorológicos para volar. Cuando era tan solo un niño lo imaginó, justo después de ver como estos colgaban del techo en una tienda de artículos militares. Y veinte años después, en julio de 1982, lo consiguió. Su intención era volar al rededor de 9 horas sobre las casas de su vecindario. Ahora sí, ¡Veamos cómo resultó la travesía!

Larry Walters, junto con su novia, Carol Van Deusen, compró 45 globos meteorológicos de 250 centímetros de longitud, varios tanques de helio y un paracaídas de emergencia. Cuando estaba preparado, sus amigos cortaron la cuerda que ataba la silla a la tierra y, nada más cortar el cable que lo anclaba, Larry Walters comenzó a subir y a subir, en un ascenso casi imparable. Incluso llegó a, nada más y nada menos, que a los 5 mil metros (él pensaba que llegaría hasta los 15 metros). Desde ese mismo momento, Larry presintió que todo iría mal. Asustado, Larry, empezó a disparar a los globos, hasta que un golpe de viento lo hizo perder sus gafas. La cosa no iba nada bien…

Viajando ya sin control y llevado por un viento helado, empezó a acercarse sin querer a los dos aeropuertos más cercanos. No tardó en ser visto por el piloto de un avión, quien se quedó sin aliento al tener que comunicar lo que estaba viendo: «Tengo ante mí un hombre amarrado a una silla, volando con unos globos y llevando un rifle en la mano». Poco a poco, fue alejándose del aeropuerto hasta llegar a Long Beach, fue en ese momento cuando Larry Walters dio aviso a las autoridades sobre su situación: «La dificultad es, esto fue un lanzamiento de globos no autorizado, y, uh, sé que estoy en un espacio aéreo federal. Estoy seguro de que mi equipo de tierra ha alterado a la autoridad apropiada. Pero, eh, solo quiero llamarlos y decirles que estoy bien«.

Después de 45 minutos desesperados de vuelo, Larry Walters logró engancharse a unos cables eléctricos, lo que permitió detener el vuelo de su ‘silla voladora’. Sin embargo, este improvisado enganche tuvo una consecuencia muy grave: terminó por cortar la luz de todo un vecindario durante horas. Finalmente, logró tocar tierra sano y salvo, levantando tanta expectación como desconcierto, tanto, que las autoridades ni siquiera sabían de qué acusarlo… Aunque lo hicieron, claro está; a Larry Walters le cayeron 1500 dólares de multa por violaciones en virtud del Reglamento Federal de Aviación de Estados Unidos.

Justo después de su aterrizaje, Larry Walters le narró a una periodista que estaba registrando el suceso lo siguiente: «Era algo que tenía que hacer. Tuve este sueño durante veinte años y, si no lo hubiera hecho, creo que hubiera terminado en un hospital psiquiátrico». Después de esta fabulosa y singular aventura, Larry se dedicó a dar charlas motivacionales, aunque su vida no pareció encajar demasiado bien en este mundo donde uno ha de mantenerse con los pies sujetos en el suelo. Tal vez era un hombre henchido de demasiados sueños, porque, lamentablemente, este héroe que llegó a volar con la misma soltura que Ícaro, se quitó la vida el 6 de octubre de 1993 en un parque nacional de Los Ángeles, disparándose en el corazón.

Cuéntanos, ¿crees que la historia de Carl, en la película Up, se basó en Larry Walters? ¡Te leemos! Y, por si quieres conocer más sobre historias extrañas, no te pierdas algunas historias sobre abducciones reales.