Como sabrás, los hechizos han existido desde que el mundo es mundo, como quien dice. Provienen de la magia, del pensamiento mágico, y obedecen al deseo de que otras personas hagan, piensen o quieran lo que nosotros queremos.

Hace más de 100 años encontraron en un vertedero de basura, en Egipto, unos papiros extraordinarios a los que llamaron “papiros de Oxirrinco” por haber sido éste el lugar del hallazgo. Encontraron importantes obras literarias en griego y en latín, así como cartas y miles de otros documentos.

Los hechizos del antiguo Egipto para manipular a las personas
Fragmento de un papiro con textos homéricos

Recientemente un grupo de arqueólogos descifraron dos papiros en los que se toparon con unos textos bastante distintos: hechizos del antiguo Egipto para lograr el amor, el poder o el sexo.

Los hechizos del antiguo Egipto para manipular a las personas

Estos hechizos del antiguo Egipto están escritos en griego, y datan de por lo menos el siglo III d.C. No es de extrañar el idioma, pues el griego se utilizaba ampliamente en la nación de los faraones por aquellos tiempos. Su autor es desconocido, y el contenido de los misteriosos papiros no puede ser más sorprendente.

En los textos se invoca a dioses y demonios con la esperanza de alcanzar amor y poder, los dos elementos básicos que constituyen lo que el ser humano cree que es la felicidad. Los investigadores hallaron varias fórmulas mágicas para manipular a los demás; pero no sólo eso, también se dieron cuenta de que estos hechizos del antiguo Egipto tenían “espacios en blanco”, como para colocar el nombre de la persona a quien se quisiese seducir o encantar.

Es decir, que cualquiera podía utilizar los hechizos, sólo bastaba con escribir un nombre. Eran hechizos “genéricos”, si pudiésemos usar tal palabra. Claro que los sortilegios o encantos no eran sólo para enamorar, servían también para lanzar maldiciones y dañar a personas: ponías su nombre y después debías seguir las instrucciones.

Los hechizos del antiguo Egipto para manipular a las personas
Uno de los papiros con los hechizos

Uno de estos hechizos era para “quemar el corazón de una mujer” hasta caer rendida ante quien hubiese hecho el ensalmo; a continuación seguía una serie de reglas: “quema una ofrenda en la casa de baños, y luego escríbelo con la sangre de Tifón y pégalo a la bóveda seca del baño. Yo conjuro a la tierra y a las aguas, por el demonio que habita en ti y por la fortuna de este baño, que a medida que las llamas avanzan, ella arda igualmente y venga hasta mí”.

Otro de los hechizos del antiguo Egipto que descifraron los investigadores fue para inducir la atracción. El hechizo dice: “Toma un huevo de paloma y escribe sobre él los siguientes signos mágicos… deja que me ame todo el tiempo”. Los arqueólogos piensan que la cáscara del huevo de paloma pudo ser utilizada con fines afrodisíacos.

En cuanto a otro tipo de encantamientos, los expertos se encontraron con uno cuya finalidad era obligar a un hombre a cumplir las órdenes de quien lanzaba el hechizo, a través de palabras mágicas grabadas en una pequeña placa de cobre. Esta placa debería coserse a los vestidos de este hombre disimuladamente, de modo que éste no supiera ni se diera cuenta de que era objeto de tales maquinaciones.

Los textos antiguos contenían también recetas médicas para curar furúnculos, lepra, pólipos, anginas y herpes zóster (o culebrilla). Afirman que muchas de ellas eran estercoráceas, es decir, que se basaban en los excrementos de criaturas aladas: “Para quienes sufren de mala suerte de anginas, el tratamiento debe incluir excrementos de águila machacados con vino y beberlos”.

Los resultados de esta investigación arqueológica serán publicados en “Los papiros de Oxirrinco”, que forma parte de la Egypt Exploration Society’s Graeco-Roman Memoirs. Gran parte de los papiros son propiedad de esta Sociedad, y la Universidad de Oxford, en Inglaterra, ha sido durante mucho tiempo su albergue.

Sin duda, algo interesantísimo que valdrá la pena leer, y otra manifestación del deseo humano de influir en el destino, propio y ajeno.

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