Aunque recurrentemente aparecen en películas y programas de televisión, es mucho lo que se malinterpreta sobre las visitas conyugales a las que tienen derecho algunos prisioneros. El origen de las visitas conyugales en prisión son mucho más oscuros de lo que imaginamos, se remontan del siglo pasado y la práctica ha cambiado mucho desde entonces.

Lo que debes saber sobre el origen de las visitas conyugales en prisión

Actualmente las visitas conyugales se llaman visitas familiares extendidas. La frase «visita conyugal» entró en desuso para enfatizar la inclusión del programa de todos los miembros de la familia, en lugar de solo el cónyuge del preso, pero los orígenes de estas prácticas son mucho más oscuros que lo que la definición popular de la misma, difundida por los medios, nos hace pensar.

Como muchas otras prácticas que aún se realizan hoy, el origen de las visitas conyugales  está en la esclavitud. Aunque resulte difícil de creer ante la encarnación actual de la visita conyugal, ésta tiene raíces en el racismo.

Después de la Guerra Civil en el sur de Estados Unidos, hubo un gran agujero financiero dejado por la esclavitud. La mano de obra de los esclavos ya no estaba disponible y entonces algo llamado trabajo de prisión la reemplazó.

Los estados del sur comenzaron a prestar especial atención a delitos que se consideraban triviales o que tenían más probabilidades de resultar en el arresto de hombres negros. Los oficiales se enfocaron entonces en patrullar buscando personas pudieran arrestar por delitos como: apostar, robar un cerdo o «ser un vagabundo», que no requerían mucha o ninguna evidencia.

Así es como en 1904, el estado de Mississippi construyó la Penitenciaría Parchman, donde se albergaron miles de convictos (el 90% de los cuales eran negros) y que se convertiría en el lugar donde sucedió la primera visita conyugal.

¿Conoces el origen de las visitas conyugales en prisión?

En un intento de reclutar su ayuda en el manejo de prisioneros, el guardián de la prisión comenzó a premiar a los presos que colaboraron con ellos con visitas de prostitutas con las que podían tener relaciones sexuales.

Esto cambió en la década de 1950, cuando las visitas conyugales comenzaron a llamarse «visitas familiares». Parchman dejó de llevar prostitutas y solo permitió que los presos con esposas o novias participaran. La prisión comenzó a enfocarse más en la familia, incluso proporcionando juguetes para los niños de los presos.

A pesar de la prominencia de las visitas conyugales en la cultura popular, muy pocos estados en los Estados Unidos lo permiten. En 1993, había 17 estados que tenían alguna forma de visita conyugal, con una duración y requisitos que variaban de estado a estado. Para 2014, este número se había reducido a solo seis estados.

La imagen de visitas conyugales que se ha proyectado en los medios omite el hecho de que no se trata realmente de sexo. Las visitas conyugales pueden incluir familiares directos como padres, hermanos o hijos; otros familiares, como tías, tíos o primos; e incluso a personas que no son parientes, como líderes religiosos, amigos, empleadores y funcionarios de la embajada para presos extranjeros.

Los defensores de esta práctica argumentan dos cosas. Primero, dados los requisitos estrictos para recibir tal visita, los presos tienen un incentivo para comportarse bien  mientras están entre rejas. Cualquier comportamiento violento o incumplimiento de las reglas los descalificará del programa. El segundo argumento es que tales visitas ayudan a las familias a mantener un vínculo estrecho, lo que beneficia a los niños de padres encarcelados. También ayuda con la rehabilitación de los presos cuando se van, ya que regresarán a un entorno más amoroso y estable.

¿Qué te parece el origen de las visitas conyugales en prisión?

Imágenes: Wikimedia Commons/ Falkenpost