La Mona Lisa, la pintura más famosa del mundo, fue robada del Museo del Louvre en 1911. El autor fue al parecer un carpintero que anteriormente había sido pintor, de origen italiano, apellidado Peruggia y que durante unos meses había trabajado en el museo. ¿Cómo lo hizo? ¿Actuó solo? ¿Queria vender la obra a un coleccionista? Acompáñanos a conocer cómo el carpintero Peruggia consiguió robar la Gioconda.
Cómo Peruggia consiguió robar la Gioconda
El lunes 21 de agosto de 1911 la Gioconda desapareció del Salón Carré del Museo del Louvre en el que estaba expuesta. Los conservadores del lugar tardaron más de 24 horas en darse cuenta de que la pintura había sido sustraída. ¿Tan fácil fue robar la Gioconda? Al parecer sí.
Los lunes el museo, como muchos en el mundo, permanecía cerrado al público pero no a los empleados que efectuaban diversas labores en él y fue esa circunstancia la que aprovechó el ladrón. Vicenzo Peruggia se escondió el domingo por la tarde, al cerrar el museo, en uno de los muchos cuartos «secretos» que esconde el Palacio del Louvre, próximo al Salón Carré. A primera hora de la mañana del lunes, el director del museo pasó por delante de la Mona Lisa y la obra estaba en su lugar. Al parecer, al poco rato, Peruggia salió de su escondite y descolgó la pintura de la pared, a pesar de que en conjunto con el marco, el cristal protector y el peso de las propias tablas en las que está pintada pesaba más de 90 kilos, desmontó las protecciones y cogiendo únicamente la pintura envuelta, se la puso bajo la bata de empleado del museo que llevaba puesta.
Tenía la copia de una llave para acceder a la zona por la que quería llegar a la puerta del museo luego de robar la Gioconda, pero no le funcionó. Oyó pasos que venían de lejos y se le ocurrió desmontar el pomo de la puerta. Casualmente era un operario y con total sangre fría. Peruggia lo abordó comentándole que no se abría la puerta porque faltaba el pomo. El empleado desmontó la cerradura y franqueó el paso al ladrón al que tomó por otro de los muchos empleados. Aprovechando que el guardia de la puerta había abandonado momentáneamente su puesto, salió por la entrada principal. Una vez en el exterior arrojó el pomo en un desagüe de la calle donde más tarde lo encontró la policía. Hasta el martes, los conservadores del museo no se dieron cuenta de que habían sustraído el cuadro ya que unos pensaban que lo tenían los fotógrafos y otros que lo estaban restaurando.
Más de 2 años después, Peruggia viajó a Florencia donde fue detenido cuando intentaba, supuestamente, devolver a la nación Italiana un cuadro que, según su opinión, había robado Napoleón a su país. En un primer momento confesó cómo consiguió robar la Gioconda escondiéndose en el cuartito secreto del Louvre, aunque más tarde cambió la versión y dijo que simplemente entró en el museo vestido de empleado, lo descolgó y se lo llevó. En 1914, tras una gira triunfal por Italia, la Gioconda fue repuesta a su lugar en el Louvre.
En 1914, Karl Decker, periodista estadounidense, estaba destinado en Casablanca cuando topó con un antiguo conocido, un supuesto hombre de negocios apodado «Marqués de Valfiero». Éste le explicó la que al parecer era la verdadera historia del robo de la Mona Lisa. Vicenzo Peruggia no había sido más que un títere en una gran estafa y en el robo había sido ayudado por otros dos hombres. Nunca se había querido vender la Gioconda. Simplemente se había sustraído para que todo el mundo supiera que la habían robado y vender copias a coleccionistas de todo el mundo que, al tratarse de una obra robada, no podían comentar que estaba en su poder. Se habían vendido 5 falsificaciones diciendo que eran la auténtica. Cuando apareció el original, los estafadores dijeron a los ilusos compradores que el Louvre exhibía una copia para no reconocer que jamás habían recuperado la auténtica obra de Leonardo da Vinci.
Esta es la historia de cómo Vicenzo Peruggia consiguió robar la Gioconda. ¿Qué te ha parecido? ¿Crees que realmente pudo ser así? Como curiosidad añadiremos que el «hueco» que quedó en la pared del Salón Carré fue visitado, en los días siguientes al robo, por miles de personas.