Las curiosidades del cuerpo humano son simplemente fascinantes. Basta con recordar la exactitud con la que nuestros sentidos perciben los estímulos exteriores o la magia de la gestación y del nacimiento, para admirarnos con la forma en la que vivimos, pensamos y nos mantenemos. La evolución del ser humano, aunque ampliamente estudiada, alberga aún misterios que le son esquivos a los científicos. Ya en Supercurioso te hablamos una vez sobre los datos curiosos de Charles Darwin, el creador de la teoría de la evolución, y también de los vestigios que quedan en el ser humano de esta evolución. Por este motivo, en esta ocasión, hemos querido hacer foco en otra de esas raras peculiaridades del cuerpo, que parecen no tener utilidad. Se trata del raro tubérculo auricular. Acompáñanos a conocer de qué se trata el tubérculo de Darwin.
¿Qué es el tubérculo auricular?
Es mucho lo que se ha investigado en torno a la evolución del hombre y cómo pasamos de los primates a seres más evolucionados. Y en efecto, a medida que avanzaba la evolución, siguiendo las leyes de la selección natural, hacia el «Homo sapiens», hemos ido dejando atrás todo aquello que ya no nos era útil, de ahí que existan varias partes del cuerpo que ya no sirven. A pesar de que la anterior premisa es cierta, conservamos ciertos vestigios de lo que fuimos, entre ellos la piel de gallina, las muelas del juicio o en algunos casos un rudimento de cola. El tubérculo de Darwin es uno de esos atavismos.
El tubérculo de Darwin, también conocido como tubérculo auricular, es un pequeño engrosamiento cartilaginoso que aparece en el borde de las orejas de algunas personas, concretamente en la intersección entre lo que sería la parte media y la parte alta del pabellón auditivo. Se le llama así porque Darwin fue el primero en describirlo, en «El origen del hombre», como un vestigio evolutivo que implicaba un antepasado común a todos los primates.
Muchos mamíferos lo tienen y entre los humanos varía de unas regiones a otras del globo. En España lo ostenta un 10’4% de los adultos y mientras que en la India, por ejemplo, lo tienen el 40% del mismo segmento de población. En Suecia se hizo el estudio entre los niños y lo poseen el 58%. Se cree que procede de la forma puntiaguda que tienen las orejas de la mayoría de mamíferos y que les sirve para dirigir y captar mejor los sonidos. Como el ser humano ya no lo necesita, ha ido desapareciendo.
¿Cómo se manifiesta el tubérculo de Darwin?
El tubérculo auricular, o tubérculo de Darwin, aparece en el ser humano en la propia gestación. De hecho, entre las cinco y seis semanas de la vida del feto, ya empieza a hacerse visible en el borde de la oreja. Está considerado como una malformación congénita simple, que no implica grandes afecciones a la estética del paciente y ninguna a sus capacidades de desarrollo auditivo.
El tubérculo de Darwin puede tenerse en las dos orejas, que es lo más común, o en una sola de ellas. No está claro si el hecho de tenerlo es solo genético o puede intervenir también algún tipo de alteración al desarrollarse el feto. Según los estudios, en general, suelen tenerlo más los hombres que las mujeres y en la gente anciana, especialmente en los hombres, se engrosa y es mucho más visible.
Otros órganos vestigiales
El tubérculo de Darwin está catalogado como uno de esos órganos vestigiales de los que el hombre en su evolución aún no ha logrado desprenderse del todo. Pues, la vestigialidad se refiere a la retención, durante el proceso de la evolución, de atributos o de estructuras genéticamente determinados, que han perdido su función ancestral u original en el mantenimiento de la especie.
En el ser humano, el tubérculo auricular es solo uno de ellos, por suerte de los más inofensivos. Como ya no tienen ningún aporte en la vida diaria de los seres humanos, los órganos vestigiales han ido desapareciendo. Pero como la evolución es lenta, es probable que nos lleve un par de años o incluso varios milenios, apartarlos del todo de la raza humana.
Solo una pequeña parte de la población cuenta con el tubérculo de Darwin, pues la tendencia natural es a desaparecer por selección natural. Pero este no es el único órgano vestigial que existe. De hecho, hay otros varios, que parece que tardarán muchos milenios más en desaparecer. ¿Quieres conocer algunos de ellos? Pues, los senos paranasales, las falanges del dedo pequeño del pie e incluso el propio coxis. También otros raros ejemplos como el apéndice (ya sabrás por qué sacarlo a través de una operación no representa mayores complicaciones. E incluso el pezón masculino también se suma como un órgano vestigial. ¡Alucinante! ¿Verdad?
Y tú, ¿Habías escuchado alguna vez hablar sobre el tubérculo auricular? ¿Conoces de alguien entre tus amigos o familiares que tenga en tubérculo de Darwin en una o sus dos orejas? ¿O quizás tu mismo tienes este curioso rasgo? Si es así, anímate a dejarnos todas tus opiniones en un comentario, ¡Estaremos encantados de leerte!
Y si eres, como nosotros, un declarado fanático de la investigación sobre la raza humana y la forma en la que hemos evolucionado a lo largo de los milenios, te dejamos con esta interesante selección de las mejores frases de Charles Darwin. Te aportarán un montón de lecciones.