Hablar de Hildegarda de Bingen no es fácil, teniendo en cuenta que fue una mujer a todas luces de su época –siglo XII–, pero también una de las más extraordinarias de la historia. Acompáñanos a descubrir qué hizo esta abadesa tan singular, cuya obra, polifacética, aún sigue vigente.

Hildegarda: una monja que describió el orgasmo en el siglo XII

Hildegarda fue la décima y última hija de una familia alemana, noble y acomodada. Según la tradición medieval religiosa, se ofrecía a Dios el diezmo, y ella como hija número diez fue entregada y consagrada a la actividad religiosa desde el momento mismo en que nació. Corría el año 1098.

Su familia la entregó a la condesa Jutta de Spanheim para que la instruyera en la lectura de las Sagradas Escrituras, el latín, el rezo del salterio (o salmos) y en el canto gregoriano. Varios años vivieron ambas en el castillo de Spanheim, y al cumplir Hildegarda 14 años se enclaustraron en el monasterio de Disibodenberg, que era masculino pero contaba con una celda anexa para un pequeño grupo de monjas de clausura.

En poco tiempo, aquella celda se había convertido en un monasterio gracias a la cantidad de chicas que ingresaron. En 1114, nuestra Hildegarda abrazó la vida monástica bajo la orden benedictina, y bajo la dirección de Jutta. Al morir ésta en 1136, Hildegarda fue elegida abadesa, contando apenas 38 años.

Desde pequeña, desde los 3 años, sufrió visiones que tendría a lo largo de toda su vida, y éste es el rasgo por el que más se la conoce; de hecho, los epítetos de “sibila del Rin” o “profetisa teutónica”, dejan muy en claro la consideración que llegó a tener en la sociedad de su época. Fue debido a estas visiones que comenzó a escribir, pues escuchó una voz que le ordenaba poner por escrito “todo cuanto viera y oyera”. Sucedió en 1141, cuando tenía 43 años.

Hildegarda, una monja que describió el orgasmo en el siglo XII
Miniatura. Ilustración del «Scivias». Hildegarda está recibiendo una visión

Era una mujer con una gran firmeza, que llegó a ser consejera de reyes y eclesiásticos –algo muy poco común en el siglo XII europeo–, y con una voluntad férrea, que conseguía aquello que se proponía.

Por ejemplo, cuando una de sus monjas se suicidó por un embarazo, Hildegarda se impuso y demandó dividir el monasterio, y propuso fundar uno sólo para mujeres, inspirada en una de sus visiones; a pesar del rechazo de muchos (e incluso de algunas de las monjas), logró fundar el monasterio de Rupertsberg, más cerca del Rin, con alrededor de 20 monjas; y no sólo ése, también el de Eibingen, que visitaba dos veces a la semana. Fue abadesa de ambos.

Hildegarda, una monja que describió el orgasmo en el siglo XII
Ilustración del «Scivias»: «La maternidad que procede del Espíritu y del Agua»

El ser monja, y de clausura, no le impidió escribir sobre muchos temas, incluido el de la sexualidad, con una gran claridad y sin tapujos. Fíjate que además insistía en que el placer sexual era cosa de dos, y que la mujer lo sentía (una afirmación escandalosa en su momento, en que se creía que el gusto por el sexo era una clara señal de inclinaciones moralmente cuestionables). Transcribimos su descripción del orgasmo femenino:

“Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen. Y cuando el semen ha caído en su lugar, este fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se contrae la riñonada de la mujer y se cierran todos los miembros que durante la menstruación están listos para abrirse…”

Aquí podemos advertir varias ideas novedosísimas, por ejemplo, la de que el placer está en el cerebro, y la de que el placer femenino estimula el masculino. Considerando que era monja, y que vivió en el siglo XII, no es para menos la sorpresa. Y sobre todo que no fuera callada o apartada.

Sus visiones fueron reconocidas por la iglesia como intervención del Espíritu Santo; amparada en ellas, habló largamente de sexo en su libro de medicina, Causa et curae. Porque es que Hildegarda, además de escritora, fue compositora, filósofa, teóloga, mística, pintora y científica, cuyos aportes aún hoy alimentan ciertas medicinas alternativas que se basan en la botánica. Así, pues, en sus escritos científicos, Causa et curae y la Physica, que es su complemento, esboza su propio intento de entender el cosmos y la realidad física, desde el punto de vista fisiológico. Por eso, el sexo es tratado aquí como una manifestación física humana, sin ningún juicio de valor moral o ético.

Inclusive, ella describe el acto sexual como algo lleno de belleza y totalmente natural, que sirve para unir al hombre y a la mujer. Para enfatizar este aspecto, dice que la unión consensuada y el amor mutuo ayudan a procrear niños felices, sanos e inteligentes…

Esta capacidad suya de “ver” cosas, sugeridas por la divinidad, formó parte importante de su vida, junto a una salud bastante quebrantada a pesar de que vivió hasta los 81 años. Oliver Sacks, el conocido psiquiatra, sugiere que Hildegarda sufría de intensas migrañas, que le hacían ver esa “intensa y viva luz” que ella describía.

Entre su abultada obra se encuentra su Scivias (1151) (“Conoce los caminos del Señor”), que es la primera recopilación de sus visiones, y luego están Causa et curae y Physica, ambos de la misma época, que recogen su profundo conocimiento de herbología, medicina y tratamientos médicos, basados en las propiedades de plantas y animales.

Hildegarda, una monja que describió el orgasmo en el siglo XII
Ilustración del «Scivias», Visión VI: «La jerarquía angelical»

Escribió entre 1158 y 1163 Liber vite meritorium (“Libro de los méritos de la vida”), obra de carácter moral donde cataloga los principales 35 vicios espirituales y sus virtudes opuestas. En 1163, comenzó Liber divinorum operum, donde describe 10 visiones y forma una cosmología estructurada del universo, en correspondencia con el cuerpo humano. También escribió numerosos libros de doctrina religiosa y moral.

 

Hildegarda, una monja que describió el orgasmo en el siglo XII
Ilustración del «Scivias», Visión II: «La Trinidad en su Íntegra Unidad»

Hildegarda combinó su vida monástica y de clausura con los viajes de predicación, que en total fueron 4, para llevar la palabra de Dios a la gente y denunciar también los niveles de corrupción de la iglesia. Es autora de la “Lingua Ignota”, la primera lengua artificial de la historia, y considerada el antecedente del esperanto.

https://www.youtube.com/watch?v=2fRN7Czrs8Q
Alfabeto inventado por Hildegarda para su «lingua ignota»

Su fama fue tal que hasta el mismo emperador Federico I Barbarroja la invitó a entrevistarse con él. Escribió numerosísimas cartas a personajes célebres del momento, como Leonor de Aquitania y su marido el rey Enrique II, o Bernardo de Claraval, monje cisterciense de gran influencia.

También compuso música litúrgica para la comunidad de sus monasterios; en total, compuso 78 obras musicales. Murió a la avanzada edad de 81 años, en 1179, y pasó a la posteridad como una de las mujeres más influyentes de su época.

Vista parcial de las notaciones musicales del canto "O vis eternitatis"
Vista parcial de las notaciones musicales del canto «O vis eternitatis»

En 2012, el papa Benedicto XVI la nombró doctora de la iglesia por su inmensa obra y sus numerosos aportes a la doctrina cristiana, al tiempo que le otorgó una «canonización equivalente» que la hizo santa. Existen al menos dos películas, “Una hermosa mente”, ganadora del Oscar en 2001, y “Visión: la historia de Hildegard von Bingen”, de la alemana Margarethe von Trotta, cuyos diálogos son frases textuales de sus escritos, y cuya banda sonora es la música de Hildegarda. Colocamos una pequeña pieza, «Ave generosa»:

Si quieres saber más de esta mujer extraordinaria que fue fiel a sí misma, puedes pinchar aquí y aquí. Te dejamos el tráiler de la película Visión, y si te interesa verla completa, éste es el enlace. Está subtitulado al español.

Y si quieres saber de otras mujeres excepcionales e increíbles, lee Hypatia de Alejandría: sabiduría y tragedia, Agnódice, la primera ginecóloga de la historia y Olympe de Gouges, la mujer que defendió nuestros derechos y fue decapitada.