¿Alguna vez te has preguntado cómo quedaría la Tierra después de una guerra nuclear? En general, lo que vemos es un terreno inhóspito, donde la vida se vuelve imposible. Pues bien, aun así, nos quedaría una esperanza: la llamada bóveda del Fin del Mundo.

La bóveda del Fin del Mundo, diseñada para protegernos

Se trata de un lugar escondido a 400 pies dentro de una montaña de una isla remota entre Noruega y el Polo Norte. Esta contiene una gran variedad de semillas procedentes de todo el mundo, aptas para el cultivo. Su utilidad ya se ha demostrado. Se han usado en la Guerra Civil de Siria, como material de ayuda humanitaria.

Foto: John McConnico
Foto: John McConnico

Obviamente, no se trata de una reserva natural, sino que Noruega  la diseñó 2008 para proteger dichos alimentos con las mínimas temperaturas, habida cuenta de las amenazas que nos acechan. Entre ellas, está la mencionada guerra nuclear, pero también el desastre medioambiental. Sería, en conclusión, una reserva para implementar una repoblación de la Tierra, en caso de que desaparezca todo.

Como decíamos, la historia y la sinrazón humana han obligado a su apertura. La barbarie de la Guerra Civil siria ha dejado la zona sin capacidad para producir alimentos. Por esta razón, que se ha recurrido a la bóveda del Fin del Mundo para intentar paliar este problema.

Cómo es por dentro

Este poderoso búnker se desarrolló para que las semillas permanecieran congeladas durante 200 años, en caso de no tener energía. Para ello, se dividió en tres cámaras subterráneas. Cada una de ellas es capaz de almacenar un millón y medio de muestras diferentes. Están dispuestas al final de un túnel de unos 100 metros de longitud. El final de los mismos se conectan con el exterior y solo este punto se ve desde el exterior.

La bóveda del Fin del Mundo

Las semillas se almacenan en estanterías, perfectamente ordenadas. Todo ello para facilitar el acceso, en caso de que se necesite acceder a ellas.

Foto: David Keyton / The Crop Trust
Foto: David Keyton / The Crop Trust

Pero antes de llegar a ellas, hay que adentrarse en el túnel y pasar por la zona de control «el cerebro de la Bóveda del Fin del Mundo». Aquí están los técnicos clasificando, ordenando y catalogando las semillas.

¿Habías imaginado que algo así podría existir? Desde luego es uno de esos milagros que solo la creatividad del ser humano podría originar. Por tanto, constituye en sí misma la esperanza de que podemos concentrar nuestros esfuerzos en empresas mucho más positivas y constructivas que la guerra, las armas y el odio.

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