Seguro que has dicho alguna vez que estabas hecho una furia o que alguien estaba como una furia. Todos sabemos perfectamente lo que queremos decir con estas expresiones: que alguien está muy colérico y enojado. Pero, ¿de donde viene esta expresión y el adjetivo del mismo significado? Acompáñanos a conocer a las Furias o Erinias, las vengadoras de los dioses y varios mitos e historias entorno a estas figuras mitológicas.
Las Furias o Erinias
Las furias para los romanos y Erinias en Grecia eran criaturas anteriores a los dioses olímpicos y por eso no se sometían a sus órdenes. Eran odiadas tanto por ellos como por los mortales y representaban la venganza. Tanto para griegos como romanos estas personificaciónes tomaba forma femenina y las consideraban ctónicas, es decir, que pertenecían a la esfera del inframundo, el reino de Hades, ya que vivían en él. Su cometido era castigar en la Tierra, mientras estuvieran vivos, a todos aquellos que hubieran cometido crímenes. Cuando estaban en el inframundo moraban en el tártaro y allí pasaban el rato torturando a los condenados por toda la eternidad.
Su aspecto externo era aterrador. Se las solía representar con serpientes enrolladas en el cabello, sangre en los ojos en vez de lágrimas, cuerpos negros como el carbón, alas de murciélago e incluso en ocasiones con la cabeza de un can. En sus manos solían llevar antorchas y látigos tachonados de bronce.
Otra de las características de las furias o erinias era que no tenían piedad. No les importaban ni los rezos ni los sacrificios, su único fin era la venganza y debían terminar su tarea. La única manera de poner fin a su empeño era que alguien purificase de sus crímenes al culpable. No atendían a ningún tipo de explicación ni circunstancia atenuante y los principales crímenes que solían castigar tenían que ver con el perjurio, el saltarse los ritos de la hospitalidad y especialmente los asesinatos o crímenes dentro de la propia familia. La manera de vengarse de las furias era perseguir al asesino implacablemente hasta hacerle enloquecer. Esta actitud coincide con el nombre latino de la erinias: furias que viene de «furor» en el sentido de locura.
Las tres furias
Aunque algunos autores clásicos hablaron de más, en general se considera que las furias eran tres hermanas. Sus nombres eran Alecto, Megera y Tisífone y cada una de ellas tenía un cometido diferente.
- Alecto es la furia que se encarga de los delitos que van contra la moral como pueden ser la ira, la cólera o la soberbia.
- Megera es conocida como «la celosa» y es la más peligrosa de las furias. Su cometido es castigar y vengar los delitos cometidos contra el matrimonio y especialmente la infidelidad.
- Tisífone es la tercera de las hermanas y su cometido son los delitos de sangre. Castiga los asesinatos y homicidios y se ensaña especialmente con los culpables de parricidio, fratricidio, filicidio.
Mitos de las Furias
Existen numerosos mitos en los que las furias o erinias participan como personajes secundarios. Hemos escogido tres en los que tienen un papel principal.
El nacimiento de las Erinias o Furias
Urano y Gea eran los padres de numerosos titanes, los ancestros de la mayoría de dioses griegos. Un día Urano decidió que, ante el peligro de ser derrocado por sus hijos, impediría que los engendrados a partir de ese momento nacieran y los mantenía en el seno de su madre sin permitirles ver la luz. Gea lo consideró un ultraje y pidió ayuda a sus hijos mayores. Únicamente Cronos respondió. Le talló una hoz de pedernal y se la dio. Cronos esperó a que su padre yaciera con su madre y con la hoz lo castró. Cogió lo genitales y los arrojó lejos. De la sangre que brotó de ellos y que Gea recogió, nacieron entre otros seres mitológicos las erinias o furias. También de este mismo acto nació Afrodita cuando los genitales produjeron espuma al caer al mar.
Tisífone y Citerón
Cuenta un antiguo mito griego que una de las hermanas furias, la conocida como Tisífone, se enamoró del rey de Platea llamado Citerón. El aspecto de la furia era terrible y Citerón la despreció en varias ocasiones. Finalmente, Tisífone, harta y furiosa por sus desaires se arrancó una de las serpientes de su cabeza y se la lanzó. Citerón murió debido a la mordedura de la serpiente.
Las furias o erinias, la tragedia de Orestes y su conversión en «las benévolas»
Orestes había matado a su madre Clitemnestra por ser la causante de la muerte de su padre Agamenón y las furias, vengadoras y castigadoras de este tipo de actos lo perseguían sin descanso para hacerlo enloquecer.
Apolo, que era el que había incitado a Orestes a buscar al asesino de su padre y matarlo, intercedió por él, intentando que vieran las circunstancias atenuantes, pero las furias eran implacables y no cedieron. Finalmente fueron convencidas para aceptar el veredicto que dictase el tribunal de Atenas. Atenea equilibró el fallo y dictaminó que fuera absuelto del crimen, pero con la condición de que encontrase una estatua consagrada de Artemisa conocida como «la Táuride». Los mitos reflejan que las furias como eran odiadas por todos, dioses y humanos, acataron el veredicto de Atenea para ser aceptadas. A partir de ese momento se las llamó también «Euménides» que significa «benévolas».
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