La historia es un laberinto en la que suelen suscitarse las relaciones más sorprendentes y curiosas entre sucesos alejados en el tiempo y en el espacio.
Este tejido de hechos a veces evidencia que en la Edad Media no eran tan cerrados, y los que nos gobiernan actualmente tampoco son tan abiertos.
La Carta Magna y la Carta de Derechos
Desde marzo de 2015 se realiza una exposición en la British Library (la Biblioteca Británica de Londres) con diferentes documentos originales de la Carta Magna, firmada el 15 de junio de 1215 y que cumple ochocientos años, en compañía de documentos emparentados con ella y que han cruzado por primera vez el Atlántico para acompañarla en esta celebración: la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (el documento escrito a mano por Thomas Jefferson) y la Carta de Derechos.
La Carta Magna fue un documento suscrito por los nobles y el rey Juan I de Inglaterra, en la que se limitaban los poderes del monarca, se separaba a la iglesia del estado y se defendían las propiedades y derechos de los nobles de acciones arbitrarias por parte del rey.
La Carta de Derechos fue redactada en 1789 –coincidiendo con la Revolución Francesa– por James Madison y aprobada por la mayoría de los estados en 1791.
Y contiene las diez enmiendas fundamentales a la Constitución estadounidense, varias de ellas herederas directas de los principios contenidos en la Carta Magna de 1215, como lo es la Cuarta Enmienda, que protege a los ciudadanos “contra registros e incautaciones irrazonables” y garantiza la inviolabilidad de sus propiedades y papeles.
El 11 de septiembre y la Ley Patriota
La ley sólo es papel si no se aplica, y una posible historia de la evolución de los Estados Unidos podría hacerse describiendo los avances y retrocesos de las principales enmiendas, como la Primera, que garantiza la libertad de expresión y la separación de la iglesia del estado; la Cuarta, que ya mencionamos; o las Quinta y Sexta, sobre la aplicación de la justicia.
En 2001 no sólo las torres gemelas del World Trade Center fueron derribadas por el ataque de Al Qaeda en Nueva York, también la Cuarta Enmienda sufrió un duro golpe un mes después de los atentados, al aprobarse en el Congreso de los Estados Unidos la USA Patriot Act, conocida mundialmente como Ley Patriota, y que entre otras cosas permitía espiar masivamente a ciudadanos dentro y fuera del territorio estadounidense.
En 2005 esta ley fue ratificada y hace poco volvió a aprobarse con muy pocas modificaciones y esperanzas de un pronto retorno de los valores y derechos de la Cuarta Enmienda, a pesar de algunos cambios en esa dirección, en buena parte gracias a un hombre llamado Edward Snowden.
¿Héroe o traidor? Una historia inconclusa
En 2013 Edward Snowden, un excontratista de la NSA (la Agencia de Seguridad Nacional), difundió a través de importantes periódicos como el británico The Guardian y el Washintgton Post, documentos secretos de la NSA que revelaban programas de vigilancia masiva que iban más allá del ámbito estadounidense y antiterrorista.
Pocos meses después, ante la amenaza de ir a prisión y ser juzgado por traición, Snowden pasó de China, donde se encontraba para el momento de las denuncias, a Rusia, donde recibió asilo.
Es una historia conocida, que ya tiene en su haber varios libros, un documental ganador de un Oscar (Citizen Four) y un largometraje de Oliver Stone a estrenarse en diciembre de 2015, aunque se trata de una historia que sigue dando que hablar.
En mayo de 2015 un tribunal federal de los Estados Unidos declaró ilegal uno de los programas de espionaje telefónico de la NSA puesto en evidencia por Snowden, y hace poco la Cámara de Representantes aprobó –con el apoyo del presidente Obama– restricciones a los programas de vigilancia de las agencias gubernamentales.
Sin embargo, los cargos criminales y las acusaciones de espionaje y traición continúan en pie, y Edward Snowden debe permanecer en el exilio, irónicamente, defendiendo la Cuarta Enmienda desde uno de los países y gobiernos que no se ha distinguido precisamente por su defensa de las libertades ciudadanas. Otra ironía de la historia.
Si te gustó el artículo, lee también sobre el misterio de las naves de Nydam.