En otro artículo de Supercurioso te hablamos de la secta islámica de los Assassins (de donde deriva el término asesino), fundada entre los siglos XI y el XII por Hasan-i Sabbah, conocido también con el apodo de “el viejo de la montaña”, que se hizo fuerte en una región de la actual Irán y desde donde dirigió ataques y atentados a otros grupos musulmanes en el poder, hasta que fueron destruidos por los mongoles, en 1256.
Su historia se difundió en el occidente cristiano mucho después, en gran medida gracias a un best seller anterior a la invención de la imprenta: El libro de las Maravillas, también conocido como Libro de Marco Polo, sobre el que ya hablamos en un artículo previo.
En la edición de esta obra propiedad de Cristóbal Colón, y que se conserva en la Biblioteca Colombina en Sevilla, la historia del “viejo de la montaña” es narrada en los capítulos XXVIII y XXIX de la Primera Parte: “Del tirano que se llamaba el Viejo de las Montañas y sus asesinos”.
Composición y características del libro
Esta obra de Marco Polo está dividida en cuatro partes o libros: en la primera narra de manera sucinta el primer viaje de su padre y su tío, la llegada hasta China (que Marco Polo llamaba Catay), el encuentro con el emperador mongol, Kublai Kan (en la edición de Colón, Cublai Kan), y el regreso a Venecia; sigue con el segundo viaje, esta vez con Marco Polo junto a su tío y su padre, el paso por Armenia, Persia y Asia Central, casi toda bajo dominio mongol.
El segundo libro describe China y la corte del emperador, que era descendiente de Gengis Kan (llamado Chinchis por Marco Polo); en el tercer libro habla de Japón (Ciampagu), la India y Sri Lanka; y en el último describe regiones como Siberia y Rusia (los rutenos) y cuenta sobre las guerras ocurridas entre las distintas tribus tártaras (como llamaba Marco Polo a los mongoles).
Los libros son una mezcla de información práctica para mercaderes, narración de leyendas y costumbres de cada pueblo, combinada con descripciones del paisaje y comentarios de Marco Polo, que tiende a mantenerse invisible a lo largo del relato.
Setecientos años después, el libro sigue siendo singularmente ameno e interesante, al incluir en él historias más próximas a la literatura fantástica que a información histórica y geográfica, como el de la montaña en Persia que se movió gracias a la fe y la oración de un grupo de cristianos amenazados por los sarracenos; o el de un pueblo lujurioso en el que los hombres gustaban de entregar a sus esposas, hijas y hermanas como un gesto de cortesía hacia los viajeros y visitantes (el autor lo comenta escandalizado, y después cuenta que se quedaron un año allí…).
Marco Polo describe con admiración y respeto los hábitos de los tártaros, su valor y habilidad con los caballos. También, en el Libro Segundo, menciona el curioso uso de unos papeles validados por el Kan, que podían intercambiarse por productos del reino (es decir, el uso de papel moneda).
También nos habla, en el penúltimo capítulo del tercer libro, de un lugar del mundo, al norte de China, donde la oscuridad es permanente –“De la región de las Tinieblas”– donde los tártaros sólo incursionan usando yeguas que tengan todavía potros; una vez que obtienen el botín deseado sueltan las riendas y las yeguas regresan al lugar, fuera de esta sombría comarca, donde dejaron amarrados los potros. Así evitan perderse.
El veneciano aparentemente era muy observador y un gran contador de historias que al Kan le encantaba escuchar, tanto así que se le hizo muy difícil dejarlo regresar a Europa.
Te invitamos a sumergirte en este libro, que con certeza no te decepcionará. Quizás tengamos suerte y podamos reconocer a través de los siglos y las traducciones la voz encantatoria del veneciano, contándole al Kan sobre las maravillas del mundo.
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