De entrada debemos advertir que vamos a movernos por un tema muy cercano a las teorías conspirativas y paranoicas, aunque también tenga elementos comprobados y otros potencialmente creíbles.
Desde hace décadas se ha hablado en círculos informales y a veces poco confiables del uso por parte de las grandes potencias de elementos meteorológicos como posibles armas de guerra, pero en años recientes los rumores que se han pronunciado sobre este tema se han hecho preocupantemente fiables.
La manipulación del clima, una vieja historia
El clima como factor a considerar en una confrontación bélica siempre ha desempeñado un rol importante, bastaría recordar el papel jugado por la tormenta que diezmó la Armada Invencible en 1588, favoreciendo a Inglaterra, o el invierno ruso y su papel en la derrota del ejército napoleónico en el siglo XIX y el alemán en el XX. Pero una cosa es contar con el clima y otra es usarlo.
Fue después de la Segunda Guerra Mundial que países como la Unión Soviética y Estados Unidos comenzaron a estudiar diversas técnicas para manipular algo tan básico como la posibilidad de hacer llover o alejar las nubes, usando diversos químicos.
En los años siguientes el conocimiento adquirido sobre la reacción de las nubes a determinados químicos se usó sobre todo en el campo agrícola: las nubes son “sembradas”, “bombardeadas” u “ordeñadas” para provocar lluvias, especialmente cuando hay sequías muy prolongadas.
Por su parte, los rusos desarrollaron técnicas para conseguir el efecto contrario, para impedir lluvias en días especiales para el gobierno.
El primer uso militar de esta técnica fue el de Estados Unidos en Vietnam, donde prolongaron la presencia de las lluvias monzónicas para dificultar el desplazamiento de armas y tropas por la ruta Ho Chi Minh.
Esta operación fue denominada Proyecto Popeye y llevó a la ONU en 1978 a prohibir el uso bélico de estas técnicas.
¿Paranoia? Probablemente
Algunos estadounidenses creen que los rusos han logrado desarrollar armas o herramientas capaces de provocar huracanes y que al menos un par de veces las han utilizado contra Estados Unidos. Uno de ellos es el meteorólogo Scott Stevens ha afirmado reiteradas veces que el Krenlim estuvo al menos detrás de dos huracanes con nombres rusos: Katrina e Iván.
Hay que destacar también que muchos meteorólogos estadounidenses no han dejado de reírse de esta teoría.
Conspiraciones verdaderas
Es posible que otras afirmaciones hechas en los años noventa del siglo pasado y a principios de 2015 sí tengan base real, como la del desarrollo de armas para generar tormentas magnéticas similares a las de las auroras boreales, para así afectar las comunicaciones del adversario, y un interés preocupante de agencias gubernamentales como la CIA, por tecnologías que permitan manipular el clima de un país.
La última información se conoce gracias a una denuncia del científico Alan Robock presentada ante la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, realizada en febrero de 2015.
¿Evolución o autodestrucción?
Carl Sagan junto a otros científicos creía que una fase superior de la civilización, antes de comenzar a colonizar el espacio, sería la del control de todos los fenómenos climáticos. Esperemos alcanzar esa etapa antes que otros usen el clima para destruirnos a todos.
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