El cine y la televisión, a través del género de la ciencia ficción, se han encargado de darnos diversas versiones de cómo podría ser un mundo post apocalíptico, desde los panoramas más desoladores hasta visiones casi paradisíacas de una civilización sin nada del aparato tecnológico actual, y más cercano a la naturaleza. Aquí te invitamos a pasearte por un panorama más o menos realista de lo que podría pasar después de una catástrofe global que acabase con nuestra civilización.
¿Cómo sería un mundo post apocalíptico? De días a años después de la crisis
El mundo post apocalíptico que podría tocarnos enfrentar va a depender mucho del tipo de catástrofe o evento que conduzca a nuestra destrucción. Un ejemplo: el resultado de un enfrentamiento con armas nucleares sería un planeta en el que los seres humanos tendríamos muy pocas posibilidades de algo parecido a un futuro a mediano o largo plazo. La radiación y los efectos del invierno nuclear nos conducirían a la degradación y a la extinción total como especie, junto con casi todos los seres vivos del planeta, y pasarán varios milenios, quizás cientos de milenios, antes de que nuevas especies superiores de vida se hagan cargo de un planeta libre de los efectos de la radioactividad.
Otro sería el panorama de un mundo post apocalíptico en el caso de una pandemia: una epidemia que, gracias a la red mundial de comunicaciones actual, se esparciera a gran velocidad y exterminase a la mayor parte de la humanidad, pero dejando algunos sobrevivientes esparcidos por el planeta.
Los primeros días, si nos encontramos entre los sobrevivientes, seríamos testigos del colapso de los servicios en las grandes ciudades: agua, electricidad, telefonía e internet. La estrategia lógica de supervivencia sería organizarse en grupos o tribus y recolectar agua embotellada y alimentos enlatados. Es probable que las ciudades, llenas de cadáveres en descomposición, dejen de ser lugares ideales para sobrevivir y la solución sea irse a un lugar en el campo en el que haya agua limpia y suelos fértiles para cultivar.
En esta fase una de las grandes dificultades a superar se encuentra en el hecho de que la mayoría de los humanos actuales no saben producir sus alimentos, acostumbrados como están a adquirirlos en supermercados u otra clase de centros de abastecimientos. Mientras duren los alimentos enlatados habría que empezar un rápido proceso de aprendizaje de los elementos básicos para desarrollar la agricultura, la ganadería y actividades como la caza y la pesca, suponiendo que el desastre haya dejado tal posibilidad.
Un factor clave en esta etapa será la producción de fertilizantes orgánicos y la búsqueda de controles naturales de plagas, para reemplazar el eventual agotamiento de los agroquímicos que hayan sobrevivido a la catástrofe.
Es posible que al principio te puedas proveer de herramientas y combustibles en las ciudades abandonadas, pero eventualmente, cuando hayan pasado algunos meses, tendrás que empezar a realizar actividades artesanales y de herrería, y producir combustible para activar la maquinaria agrícola y el transporte que haya sobrevivido.
Es probable que puedas solucionar el suministro a pequeña escala de electricidad a través de paneles solares, o reactivando las redes eléctricas alimentadas por centrales hidroeléctricas o parques eólicos; pero la dificultad sería mayor en el caso de vehículos y maquinaria activada por combustibles fósiles. No es una barrera infranqueable: muchos equipos funcionan hoy en día con biocombustibles, como los alcoholes producidos a partir de la caña de azúcar, o del maíz.
Otro aspecto a considerar en los siguientes años será el acceso a agua potable. En general podría potabilizarse usando cloro industrial en una proporción que la limpie sin que se convierta en veneno; y al acabarse el cloro podría recurrirse a sistemas de filtración con carbón.
A pesar de lo que nos dicen numerosos films y series de televisión, un mundo post apocalíptico no tendría por qué ser un retorno a la edad de piedra, o a la edad media. Como señala el profesor Lewis Dartnell, escritor e investigador de la Universidad de Westminster, el ser humano cuenta con una herramienta clave para volver a construir una civilización tecnológica: el método científico, una técnica mental para acceder a conocimientos prácticos y de comprensión de nuestro entorno.
Sólo esperemos, en caso de ser abatidos por una catástrofe y vernos enfrentados a un mundo post apocalíptico, que seamos capaces de levantar una civilización más amable con el planeta, y con nosotros mismos. Por eso te recomendamos la lectura de algunos artículos: Albertville, la ciudad cuya electricidad se genera con queso, El periódico que se transforma en plantas, Árboles urbanos contra la contaminación y Salvar al mundo puede ser una cuestión personal.