El trastorno por estrés postraumático es un término que se puso de moda a raíz de la guerra de Vietnam, cuando veteranos norteamericanos volvieron a su país mostrando claros síntomas de este trastorno.
El de este hombre es el rostro del Trastorno por Estrés Postraumático. ¿Te atreves a conocer su historia?
El rostro que ilustra la portada de nuestro post de hoy es de un joven soldado durante la ofensiva de Somme, en la batalla de Flers-Courcelette, en la I Guerra Mundial en septiembre de 1916. Si te fijas bien, no es una sonrisa, es más bien una mueca que acompaña una mirada estremecedora. “Los ojos de la locura”, así fue bautizada esta fotografía.
Como recordarás, la I Guerra Mundial fue terrible en más de un sentido. Fue una guerra especialmente sangrienta, en donde por primera vez comenzaron a probarse nuevas armas: los tanques de guerra y los gases venenosos, artillería de alto calibre y aviones de combate, entre otras cosas que se nos escapan. Junto a esto, el uso masivo de ametralladoras y el hecho de que se convirtiera en una “guerra de trincheras” volvió este conflicto bélico en una de las peores guerras del siglo XX.
Estas circunstancias hicieron mella en los soldados, que se enfrentaron a cosas inenarrables, incomprensibles para quien no haya visto la muerte y la destrucción con sus propios ojos. Los mismos soldados nombraron ese estado trastornado, de locura temporal, de cobardía –según algunos– que los obligaba a desertar: era la “neurosis de guerra” o “neurosis de combate”. Los síntomas incluían fatiga, pesadillas, confusión, temblores, problemas de audición y vista, incapacidad de razonar, parálisis histérica y mirada aturdida.
Estos síntomas indican lo que hoy en día se conoce como Trastorno por Estrés Postraumático, y se refiere a un trastorno mental sufrido por alguien que ha pasado por una guerra, asalto sexual o accidente de tránsito. Generalmente se asocia a la ansiedad sufrida ante estas circunstancias, y los síntomas jamás están presentes antes de que el evento ocurra, por lo que no se puede hablar de disposición previa.
La persona revive el evento a través de pesadillas, flashbacks y recuerdos recurrentes e involuntarios, y para diagnosticar el trastorno por estrés postraumático los síntomas deben persistir por más de un mes luego del trauma.
Obviamente, los soldados son una población de alto riesgo, pues las condiciones en las que trabajan son estresantes, pero también aquellas personas víctimas de desastres naturales (y quienes están en los servicios de emergencia) o de crímenes violentos, y los sobrevivientes de los campos de concentración. Los que padecen este trastorno suelen también sufrir la “culpa del sobreviviente” por quedar vivos, y las causas, más allá de las guerras y los ataques, tienen que ver con haber experimentado de primera mano, o ser testigos de, un episodio de tal modo estresante que implique la propia muerte o lesiones graves, en situaciones que producen un intenso miedo, horror o impotencia.
No todo el que se ha expuesto a estas experiencias llega a sufrir del trastorno por estrés postraumático, aunque puede sufrir un trastorno de estrés agudo. Según las estadísticas, las mujeres somos más propensas a desarrollar el TEPT por estar más expuestas a la violencia de género y doméstica, pero quienes ya han sufrido de violación o abuso infantil también son susceptibles. Un mayor riesgo de suicidio es inevitable.
El tratamiento médico es indispensable, y muchas veces incluye terapia y medicación. Si sufres del trastorno por estrés postraumático, o conoces a alguien que lo sufra, lo mejor es acudir de inmediato a un especialista.
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