Como ya vimos en artículos anteriores, el régimen nazi supuso una de las peores etapas que ha vivido la humanidad por su capacidad esquemática de matar; no obstante, también se lograron aportes y avances tecnológicos y médicos que aunque nos produzcan escalofríos, habría que reconocer.

En esta línea de acción, te traemos una historia de la Alemania nazi que tiene que ver con la creatividad humana y, afortunadamente, sin involucrar muertes. ¿Te interesa saber de qué se trata?

Historia de un desencuentro

Coca-Cola, desde 1930, tuvo numerosas fábricas diseminadas en todo el territorio alemán (43, para ser exactos). De hecho, esta conocidísima marca de refrescos norteamericana ha sido asociada a los nazis, al igual que otro tipo de marcas, como la de ropa Hugo Boss, conocido como el sastre de las SS, o la pionera en informática, IBM, o Porsche.

Por otro lado, Max Keith, el director de la filial alemana Coca-Cola GmbH, había seguido una ingeniosa estrategia publicitaria en la que se presentaba a la popular bebida como una netamente alemana. Recordemos que para la época de preguerra, en Alemania había una tendencia cada vez mayor a consumir productos propios en lugar de importados, como una forma de impulsar el nacionalismo.

Así, como lo señala el historiador y periodista Jesús Hernández en su libro Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial, se logró vender una cantidad anual cercana a los 5.000.000 de botellas de Coca-Cola.

Como dato curioso, cuando los soldados alemanes fueron apresados y mandados a los campos de trabajo en Estados Unidos, al terminar la guerra, se sorprendían de que allí también vendiesen Coca-Cola, ¡porque juraban que era alemana!

coca cola

Incluso se cuenta que Hermann Goering, comandante de la Fuerza Aérea nazi y mano derecha de Hitler, intentó nacionalizar la empresa para apropiarse de la fórmula, cosa que nunca pudo hacer.

Al entrar Estados Unidos en la contienda, en 1941, la empresa madre en Atlanta cortó relaciones con la empresa filial alemana, y los suministros les fueron negados haciendo imposible la fabricación de la bebida oscura en Alemania.

Pero Max Keith decidió crear algo nuevo, que permitiera el continuo flujo de dinero y que el negocio no se viniera abajo, pudiendo costear instalaciones y personal.

Nace una estrella

Comenzaron a hacer pruebas para crear un nuevo refresco, la idea era que las ventas fueran similares a las de la Coca-Cola.

Como es natural suponer, hicieron varios intentos hasta que al fin obtuvieron una bebida con sabor a frutas, pero creada con productos excedentes: suero de leche de vaca, cafeína, azúcar de remolacha, restos del mosto de las manzanas para hacer sidra y cualquier otra fruta que pudiesen conseguir. Esta fórmula fue mejorada ostensiblemente al año siguiente, dándole sabor a limón.

Se dieron a la tarea entonces de buscarle un nombre, y para tal fin crearon un concurso entre los empleados de la empresa. Lo ganó Joe Knipp, un vendedor que pensó mucho en las indicaciones del director: “que vuelen su imaginación y su fantasía”.

Así, propuso Fanta, palabra derivada de Fantasie (fantasía en alemán), lo cual cautivó a todo el mundo. El nombre fue oficialmente aceptado.

Crearon una botella con un diseño exclusivo, la marca fue registrada y esperaron las ventas. Pero temerosos de que el producto no fuese bien recibido por los potenciales clientes, decidieron incluir la frase “Es un producto de Coca-Cola GmbH”, aunque fuese mentira, para garantizar la lealtad.

Desde que salió el nuevo refresco fue un éxito absoluto, y en 1943 se vendieron 3.000.000 de botellas, dos menos que la Coca-Cola en los años anteriores. Pero, según Jesús Hernández, quizá falsearon un poco las cifras, pues en general compraban Fanta para endulzar otras bebidas e infusiones, ya que el racionamiento de azúcar era bastante elevado debido a la guerra.

Y así nació Fanta, bajo el régimen nazi.

Historia controvertida

Mucho se ha hablado de la posible colaboración de Coca-Cola con los nazis, aunque, como hemos visto, al menos la creación de Fanta se debió a que esta empresa cortó relaciones con la filial alemana.

Sin embargo, diversas fuentes indican que por un lado, Alemania le encomendó a Max Keith la dirección de las distintas sucursales en los países ocupados, pero por otro, nunca fue partidario de Hitler. Incluso se negó a sacar de la directiva a uno de los miembros que era judío (claro, eso fue antes de la guerra).

Esta incertidumbre se mantuvo hasta el final del conflicto, y en Estados Unidos no sabían si Keith colaboraba con los nazis o sólo hacía su trabajo. Lo que sí se supo es que ayudó a poblaciones bombardeadas llevando agua potable en los camiones de reparto. De lo que también tiene certeza nuestro historiador Hernández es que el director nunca puso a Fanta al servicio del nazismo, y de hecho, nunca se afilió al partido nazi.

De cualquier manera, los aliados destruyeron todas las fábricas de la Coca-Cola en Alemania.

Tras terminar la guerra, la empresa matriz decidió investigar al director Keith por si en realidad había colaborado con el régimen nazi, pero llegaron a la conclusión de que no, y comenzaron entonces, en medio del desastre y la destrucción, a fabricar Coca-Cola y Fanta, utilizando ahora ingredientes de primera calidad.

fanta

Y para que veas que la bebida nacida en el periodo nazi tuvo suerte, Coca-Cola la compró en 1960 e inició la exportación masiva. Fue así como pasó de ser una bebida local a una mundialmente conocida.